CRÓNICA JURAMENTOS, JURAN PARA DEJAR
VICIOS
La Capilla de los Juramentos, se ubica
en la Basílica de Guadalupe.
Dejar
un vicio como el alcohol, las drogas o el tabaco es, para algunos, una cruzada
espiritual.
Al
menos así lo consideran los miles de peregrinos que acuden a la Capilla de los
Juramentos, en la Basílica de Guadalupe, para alejarse temporalmente (o para siempre)
de alguna adicción. Para ello, ponen en juego en lo que más confían: su fe. Es el caso de Adrián Becerra, un chófer de 27
años proveniente de Ecatepec, que ayer acudió con su familia.
A un costado de la parroquia Santa María de
Guadalupe, está la parroquia de Capuchinas cuya entrada parece la de un teatro.
Ahí se forma una fila de personas debajo de un toldo rojo.
“Alcoholismo”, dice Verónica, su tía. “Adrián
lo decidió a mediados de diciembre y hoy venimos a acompañarlo para que
finalmente lo cumpla”, cuenta la mujer.
Como
ellos, decenas de familias aguardan para la ceremonia, a la cual sólo pueden
ingresar los “jurados”, por lo que padres, hijos y parejas deben esperar
afuera. La promesa se hace en soledad.
Ya
al interior, los peregrinos, en su mayoría hombres, reciben una imagen de la
Virgen de Guadalupe, en la cual escriben la razón por la que juran y el tiempo
por el cual lo harán.
Como parte del acto, en tres pantallas
ubicadas en lo alto del altar, proyectan una película sobre los efectos del
alcohol y las drogas en los adictos y sus familias.
“Queremos recordarles que su condición es una
enfermedad y son ellos los que deben aceptar que se encuentran en riesgo.
“Uno
no puede decirles: eres alcohólico, tiene que surgir de ellos”, asegura Francisco
Guzmán Romero, el seminarista que preside las ceremonias. Con la imagen de la
Virgen en las manos, los penitentes escuchan la homilía de Francisco, algunos
batallando con la pluma entre los dedos, sin poder expresar adecuadamente
aquello que desean jurar.
Cuando
el religioso termina las puertas de la capilla se abren de par en par. Una
potente luz baña a los recién jurados: Adrián entre ellos. “Nos da mucho
orgullo, aunque lo único que no nos gusta es el tiempo que juró, seis meses
nada más”, reconoce Carmen, su esposa. “Es que tampoco puedo comprometerme a
mucho, no sé si pueda, la verdad”, reconoce, sosteniendo un ayate de la
Guadalupana que le cubre el torso.
(articulo
publicado en el periódico “Reforma” el 3 Enero 2016).
Acuden cientos de personas a la Capilla de los
Juramentos para dejar vicios
Para que el compromiso sea serio deberá
ser de tres meses, dice diácono de la Basílica
El religioso Jesús Ramírez destaca el
poder de la fe en el combate a las adicciones.
Una buena parte de quienes acuden a la Capilla de los Juramentos llegan derrotados,
llenos de sentimientos de culpa, de enojo y sobre todo de fracasos, pues no han
sido capaces de dejar comportamientos negativos.
Algunos reconocen que han hecho de
todo, pero no han tenido éxito, y la opción que les queda es la fe, es
establecer un acuerdo divino que les dé la fortaleza para poner un hasta aquí a
las debilidades que les socavan la salud y les complican la vida familiar y
laboral.
Cada día, cientos de hombres y mujeres,
muchos de ellos jóvenes, llegan a la Capilla de los Juramentos, localizada a un
costado de la explanada de la Basílica de Guadalupe. Algunos van por voluntad
propia, otros reconocen que están ahí por el ultimátum familiar o de la esposa.
Pero también están aquellos que no
traen ninguna disposición, dicen que van a jurar por 10 días y lo quieren hacer
a su modo, sólo buscan que se les dé la estampita para justificarse en su
trabajo porque los quieren correr, lamenta el diácono Jesús Ramírez, quien
asegura que afortunadamente son los menos.
En entrevista otorgada al término de
una de las pláticas que cada día se dan a quienes quieren volver a la vida que
abandonaron al entrar en los vicios, Ramírez subraya que los juramentos son de
diversas índole y por el tiempo que el afectado estime conveniente, pero
insistió en que para que sea un compromiso serio debería ser por lo menos por
tres meses. Aunque hay algunos que están resueltos al cambio y juran de por
vida.
La mayoría se relacionan con el
alcoholismo, el consumo de drogas y el tabaquismo o para dejar de delinquir,
reñir o creer en supersticiones. Incluso menores de edad también prometen ser
mejores hijos y mejorar calificaciones.
Las promesas
Pero también otros(as) se comprometen a dejar su adicción o afición a
las relaciones extramaritales, informales u ocasionales.
Martín Padrón, de 26 años, señala que
su problema es el alcohol, pues desde hace cinco años bebe de manera
inadecuada, lo cual le ha traído dificultades con su esposa. No ha recurrido a
otros métodos para dejar su adicción y asegura que jurará por cinco años. Acompañado
por su hija y Diana, su esposa, Martín confía en que lo lograré, mientras Diana
asegura que sin el juramento no puede.
Estela, una joven de unos 20 años,
quien no dio detalles de su identidad porque me da vergüenza, indica que sus
problemas son dos, y que están relacionados, pues cuando consume drogas y alcohol
también gusta de tener sexo informal con desconocidos.
(Periódico “La Jornada”, 30 de
junio 2011)
Creyentes, en la Basílica de Guadalupe
No sé si esto sea una adicción, sé que las drogas y el alcohol sí, pero no me la paso intoxicada; sólo algunos fines de semana, igual que lo otro, pero ya no quiero seguir así.
Óscar Martínez, de 30 años, prometió a su esposa dejar de ser infiel y reconoce que me he aficionado a estar con otras mujeres... pero quiero a mi esposa, no sé por qué lo hago.
Enrique, de 23 años, reconoce que desde hace varios años ando metido en las drogas y he robado por eso. Apunta que espera que Dios y la Virgen de Guadalupe le ayuden a retomar el camino. Sabe que es difícil; su mamá lo ingresó una vez a una granja contra adicciones y no superó el problema. A los cuatro meses recayó otra vez. Ahora le apuesta todo a lafe y porque mi jefecita no se merece tener un hijo así.
Jesús Ramírez, quien desde hace 17 años es diácono permanente, también conoce el poder de la fe con relación a las adicciones. Confiesa que su padre fue alcohólico durante 30 años y que un día, en la Basílica de Guadalupe, juró a la Virgen dejar de beber, y lo cumplió: murió a los 90 años y nunca más tomó.
Ramírez comenta que de lunes a domingo, mañana y tarde; de 9:30 a 12:30 y de 16 a 18 horas los días hábiles, y los fines de semana de 9 a 15 horas, se dan pláticas, se exhibe un video que habla de las adicciones y se hacen los juramentos.
En una de las pláticas, Ramírez dijo a los presentes (unos 200) queDios nos dio la vida para ser felices y las adiciones y los comportamientos errados no abonan en ese sentido; les remarcó que aunque los familiares los abandonan, Dios no. Dios está con ustedes, aunque han pecado gravemente por sus vicios y adicciones, y lo han ofendido.
Minutos después, y tras haber rezado, instó a los presentes a tomar con la mano derecha la estampita con el juramento, ponerla sobre el corazón y repetir: yo consciente de lo que hago mediante este juramento prometo firmemente ante ti, Dios todopoderoso, y ante mi tierna madre Santa María de Guadalupe, reina de la paz, no ingerir bebidas embriagantes, no drogarme, no fumar, no robar, no reñir, no maldecir, no ser infiel, no creer en supersticiones... durante el tiempo de..., lo hago por mi bien con el fin de recuperar mi salud física y espiritual....
Resaltó que estos juramentos, cuando se hacen con voluntad y fe, pueden ser más poderosos que los acompañamientos médicos, psicológicos o psiquiátricos, o bien un complemento. Éste es un compromiso con Dios y con la Virgen de Guadalupe; no es entre hombres, es divino, entre Dios y hombres verdaderos.
Bebedores dan limosna de $50 por prórroga de la Guadalupana para volver al alcohol
Los juramentos en la Basílica de Guadalupe, una de las tradiciones más viejas para alejarse del alcohol, tienen un nuevo método para intentar cumplir la promesa: pedirle una prórroga a la Virgen Morena. —Mira, le das al padre una cooperación voluntaria de 20, 30 ó 50 pesos y la Virgen te entiende, confiesa a Crónica Ernesto Villafrán, un albañil de 44 años, de Ecatepec, que había jurado dejar de beber por un año, pero solicitó una suspensión temporal para tomarse "un traguito" en la boda de su hija mayor.
Como sea, quienes hayan jurado dejar de tomar por más de un año, puedan romper el trato siempre y cuando la Virgen les otorgue permiso, a través de un cura, "aunque sea el fin de semana". Los juramentos, que se hacen en la Iglesia del Pocito (detrás del centro religioso más importante del país), representan un costo beneficio para los interesados porque en el plazo fijado dejan de gastar en "copitas" y "tragos", y realizar el compromiso es de cooperación voluntaria, que en general oscila entre los 20 y los 50 pesos.
Al año, la Basílica recibe a más de 181 mil 600 personas que acuden a jurar, y al mes regresan de cinco a ocho de ellas para pedir la prórroga, señala el padre Gabriel Rojas, encargado de misas de Bautizo y Juramentos en la Villa.
Héctor Navarro acudió hace un año a la Basílica de Guadalupe para jurarle a la Virgen del Tepeyac que dejaría el trago por cinco años, pero hizo un cambio en el itinerario: regresó al santuario mariano apenas esta semana para solicitar una prórroga. "Ya no soporto vivir sin una gota de alcohol. Después sentí que necesitaba jurar. La última vez que tomé estaba en calidad de costal, me trajeron a mi casa cargando y hasta el lavabo del baño arranqué", cuenta Héctor, quien no supera los 25 años.
Según datos de la Secretaría de Salud, aproximadamente cuatro millones de personas padecen en México de alcoholismo, las cuales pueden están expuestas a la muerte por cirrosis.
El juramento se realiza en una "plática ceremonial", en la que un sacerdote les da a los afligidos una charla y una papeleta con la imagen de la Virgen, sobre la cual firman y apuntan el tiempo que dejarán de tomar. "Son alrededor de cinco jurados a los que se les otorga la prórroga", dice el padre Gabriel, "y sólo el padre penitenciario, el canónico o el Obispo dan la prórroga".
La mayoría de las personas que van a la Basílica de Guadalupe para jurar, lo hacen acompañados de sus familias y algunos confiesan que llegan obligados por éstas.
Don Gildardo Flores y su esposa, estuvieron el pasado domingo con sus dos hijos a jurar por segunda vez: Gildardo, de 50 años, fue a jurar, aunque hace cinco también trajo una promesa a la Guadalupana de no volver a tomar por tres meses. "Lo que pasa es que tomaba todos los días y bien borracho hacía destrozos en la casa. Ahora ya no caigo como antes", explica. Sin embargo, junto con Gildardo se presentaron sus hijos, de 20 y 16 años, quienes también beben en demasía, según acepta su padre. "No es la primera vez que vengo a jurar y cada que termino el juramento me pongo hasta atrás", cuenta el mayor. "Pero mi hermano y yo juraremos sólo por tres meses nada más y eso porque nuestros padres nos lo pidieron".
La Revista Mexicana de Salud Mental 2000, investigó sobre el fenómeno del juramento y encontró que este método, en algunas personas, supera las psicoterapias, los grupos de Alcohólicos Anónimos, los psiquiatras, e inclusive las limpias y "curas". Gady Zabicky y Luis Solís, encargados de esa investigación, observaron que los personas con problemas crónicos complementan su compromiso con la ayuda de los servicios de salud. "Hace ocho años trajimos a mi hermano", platica Guadalupe Ledezma en la Iglesia del Pocito, "quien estuvo hasta en un hospital psiquiátrico, se le votó la canica a los 30 años". El hermano y su familia ahora viven tranquilos, pues juró de por vida y no ha vuelto a tomar. Recordando palabras de su hermano, la señora Ledezma dijo: "Aquí sí se cumple"
(Artículo publicado en Cronica.com.mx. 2003)
Ver video de la Capilla, testimonios de los que acuden y parte del Juramento:
http://noticieros.televisa.com/foro-tv-hora-21/1301/capilla-de-juramentos/