Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

sábado, 25 de agosto de 2018

- Gracias a la Virgen, seguimos adelante

El Arzobispo de Monterrey, Mons. Rogelio Cabrera, destacó que México es un pueblo que “siempre tiene esperanza” y que gracias a la Virgen de Guadalupe ha resistido las persecuciones, la pobreza y la violencia.
Con ocasión de la peregrinación de Monterrey a la Basílica de Guadalupe, el 12 de agosto, Mons. Cabrera aseguró que “el amor a la Virgen María, a la Virgen de Guadalupe, ha sido el sostén de nuestra patria”. “México ha sufrido mucho: persecuciones, pobreza, violencia. Pero gracias a que tenemos una mamá a quién recurrir, podemos soportarlo todo y seguir adelante”.
Y señaló que “México increíblemente es un pueblo que siempre espera. Y eso da lugar a que a veces algunos abusen de México, pero México siempre tiene esperanza”.
“Esto no es fortuito, no es una casualidad. El origen de la esperanza está aquí en el Tepeyac”, aseguró. Asimismo, destacó la alegría del pueblo que “se vuelca” para celebrar a la Virgen María.
“Es increíble la piedad popular”, dijo, y señaló que “a nosotros nos toca, como sacerdotes y como obispos, darle cauce a esta belleza del corazón mexicano”.

lunes, 6 de agosto de 2018

- María es la gran señal


Hoy reflexionemos sobre cómo el obispo de México le pidió al humilde indio Juan Diego una señal para creerle y, después de muchos afanes, la Virgen de Guadalupe le envió como señal las flores, que para los indígenas es una señal adecuadísima, pero cuando Juan Diego se las entrega, en ese momento se estampa en la tilma del indígena, de manera prodigiosa, la Imagen bellísima de Santa María de Guadalupe.
Cuando el obispo se puso de pie y desató del cuello de Juan Diego la tilma en la que se imprimió la Imagen de la Reina Celestial y la colocó en su oratorio. Santa María de Guadalupe le concedió la señal, era Ella misma, al aparecerse y estampar su Imagen prodigiosa en la humilde tilma de este indígena laico, la señal es María, quien armoniza al cosmos entero, quien armoniza al ser humano en esa piel morena que une a todas las razas, quien armoniza todo con ese Dios vivo y verdadero que viene en su Inmaculado vientre, uniendo en el amor a toda creatura con su Creador.
Ella era la gran señal, y ahora, la señal le pertenece al obispo, pues fue él quien la pidió, ahora es de él, ahora está en sus manos consagradas. Hay una transformación, ya que Ella, al plasmar su imagen en la tilma, se plasma en lo profundo de la identidad del ser humano y ahora esto mismo formaba parte de la señal que le pertenece al obispo, que representa a la cabeza de Iglesia que instituyó Jesucristo por medio de Pedro y sus sucesores. O como expresaban los indígenas al identificar al hombre sabio: “que era aquel dueño de la tinta roja y negra, dueño de los códices, dueño del símbolo de su escritura, de sus imágenes, donde estaba guardada y protegida la sabiduría y, con ello, el sabio podía guiar a su pueblo”.
Juan Diego pasó un día en la casa del obispo y, al día siguiente, éste le dijo: “«Anda, vamos a que muestres dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan su templo»”. En qué punto de este universo quería la Virgen que se le edificara su “casita sagrada”, el hogar del Dios Omnipotente, el hogar del Dueño del cielo y de la tierra. Juan Diego le mostró los sitios en que había visto y hablado las cuatro veces con la Madre de Dios; y le muestra el lugar donde incluso María con sus venerables manos colocó las flores en su tilma, precisamente en el llano del Tepeyac, ahí donde Ella quería su “casita sagrada”, y. sin olvidar la intención que Ella tuvo al pedir su Casita Sagrada, para entregar a todas las gentes al verdaderísimo Dios por quien vivimos
Así, se logra el gran objetivo y misión de la Virgen María: que el obispo aprobara que se le erigiera esa “casita sagrada” en el lugar preciso donde Ella la quería, en el llano del Tepeyac, punto de la tierra, lugar humilde y exacto del universo, que con la presencia del Eterno, se vuelve sagrado, tierra santa; y poder estar tan cerca del Bendito Ayate de san Juan Diego, donde nuestro buen Creador nos mostró su infinito amor al hacer aquí el milagro maravilloso, que no hizo con ninguna otra nación, de plasmar la preciosa Imagen de la Virgen de Guadalupe, para gloria suya y salvación de todos nosotros sus hijos.