Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

miércoles, 26 de octubre de 2016

- Maria en Guadalupe evangeliza

Los indígenas creían que había que ofrecer corazones y sangre a los “dioses” para que el universo pudiera continuar con vida, pero Santa María de Guadalupe les enseña que no son ni su sangre, ni sus corazones lo que sustenta a esos ídolos, sino que es su Hijo, quien se entrega en la cruz en un verdadero sacrificio pleno y total, sólo por amor; que es su Hijo amado, Jesucristo, el único y eterno sacrificio que nos alimenta con su sangre, su corazón y su carne. Esto es la Eucaristía. Ella es la mujer Eucarística, Tabernáculo Inmaculado donde está Jesús, el Amor. Dios se entrega de una manera muy especial en la Eucaristía, sacramento central de esta “casita sagrada”, de este templo.
 María quería su “casita sagrada” en ese lugar del Tepeyac, pero “en el llano del Tepeyac”, que de alguna manera significa la “raíz” del cerro, es decir, en lo que para los indígenas era lo que estaba bien sustentado, lo verdadero, lo perenne, lo que estaba bien fundamentado. Además, el hecho de pedirlo “en el llano” también significaba la apertura universal y así facilitar el encuentro con todo ser humano.
 Como todo Acontecimiento Salvífico, el Guadalupano, si bien se verifica en un momento histórico, del 9 al 12 de diciembre de 1531, y en un lugar determinado: en el cerro del Tepeyac; trasciende fronteras, culturas, pueblos, costumbres, etc.; llega hasta lo más profundo de todo ser humano; además, toma en cuenta la participación precisamente de este ser humano, concreto e histórico, con sus defectos y virtudes, para que con su intervención fuera más allá de lo que la humana naturaleza permitiría.
 Una de las más claras manifestaciones de que en realidad se trata de un Acontecimiento Salvífico es la conversión del corazón, es el mover, en un verdadero arrepentimiento, al ser humano desde lo más profundo de ese corazón, del alma, del espíritu y de la razón, como fruto de este encuentro con Dios, quien siempre toma la iniciativa, haciendo realidad una vida plena y total, dándole todo su sentido al amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y al prójimo como a uno mismo.
 La Virgen de Guadalupe nos conduce siempre a Él, a su Hijo Jesucristo, Ella es la “Estrella de la primera y de la nueva evangelización” haciendo de nosotros una verdadera familia, preocupándonos y ocupándonos los unos de los otros como verdaderos hermanos. Por ello, en la V Conferencia del Episcopado Latino Americano y del Caribe, en Aparecida, Brasil, los obispos afirmaron: “María, Madre de Jesucristo y de sus discípulos, ha estado muy cerca de nosotros, nos ha acogido, ha cuidado nuestras per­sonas y trabajos, cobijándonos, como a Juan Diego y a nuestros pueblos, en el pliegue de su manto, bajo su maternal protección. Le hemos pedido, como Madre, perfecta discípula y pedagoga de la evangelización, que nos enseñe a ser hijos en su Hijo y a hacer lo que Él nos diga (Jn 2, 5).”
 Lo que tanto desea Ella es una “casita sagrada”, un templo, familia de Dios, en cuyo centro está Jesucristo-Eucaristía. La humilde sierva de Dios le pide a san Juan Diego que vaya ante el obispo para que apruebe la edificación de esta “casita sagrada”. La Madre del Dueño del cielo y de la tierra se somete a la aprobación del obispo de la Iglesia instituida por su Hijo, su Amor-Persona, Jesús.
 Por medio de Santa María de Guadalupe, Jesucristo es quien purifica todo y les da la plenitud en Él, el Hijo de Dios verdadero, Él, que es la respuesta de lo que tanto anhelaban los indígenas y de todos los seres humanos de todos los tiempos; presentándose como el Camino, la Verdad y la Vida, el máximo y pleno Sacrificio en la cruz, en su muerte y en su Resurrección. Él es la verdadera Pascua Florida, que tiene como lugar la “casita sagrada”. Jesús es le verdadero Templo que la Virgen de Guadalupe tanto deseaba y que podemos ubicarlo, trascendentalmente, en lo más profundo de nuestro corazón, en lo sagrado de la vida de todo ser humano, Templo del Espíritu Santo.
 El Santuario de Guadalupe es un lugar histórico, pero que se vuelve tierra santa con la presencia de la Madre de Dios quien con su fiat, Dios se encarna y habita en medio de nosotros; un lugar bendito, meta de tantas peregrinaciones y tantos corazones y, al mismo tiempo, lugar de arranque para proclamar al mundo entero la verdadera misericordia, como Ella dice: “Él, que es mi mirada misericordiosa”. Un templo que nos lleva a edificar el templo del Espíritu Santo que late dentro de nosotros.

martes, 25 de octubre de 2016

- La Virgen en Guadalupe, un modelo de inculturación

SANTA MARÍA DE GUADALUPE ES LA INCULTURACIÓN DEL AMOR Y LA MISERICORDIA DE DIOS
La Evangelización de la Iglesia es un proceso de construcción, de consolidación y de fortalecimiento de las diversas culturas y sus valores.
Y esta inculturación, esta maravillosa adaptación del Evangelio, ocurrió cuando menos podía esperarse y más se necesitaba, cuando nuestra patria mestiza se debatía en atroces dolores de un parto que amenazaba culminar en aborto, como aconteció en otras partes, donde la población indígena quedó exterminada, pues no se veía posibilidad alguna de acuerdo entre pueblos tan diversos; cuando indios y españoles se veían con miedo, recelo y rencor, deformada su perspectiva por una total incomprensión mutua, ya que las culturas de ambos eran humanamente incompatibles.
Los españoles estaban convencidos que se enfrentaban con Satanás en persona, de modo que toda tolerancia equivaldría a una clara traición a Dios, y los indios estaban convencidos que su ineludible deber era ser fieles a su raíz, a lo que siempre habían sido.
Pero, Dios, a través de su Madre Santísima, supo resolver ese insoluble problema, sin desautorizar a los misioneros, sin reprobar los valores indios, sin cambiar a ninguno de los protagonistas ni a sus conflictivas circunstancias.
La Virgen de Guadalupe, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, supo confirmar la predicación de sus enviados inculturando su mensaje centralizado en Jesucristo que se encarna: Él es la víctima, sacerdote y altar, es el único y eterno sacrificio, es la Eucaristía, es la Pascua florida, es Dios verdadero y Hombre verdadero, quien da su vida para que nosotros tengamos vida en abundancia, Él es la Resurrección y la vida. Ella está aquí en esta su “casita sagrada” para entregarles al Dios verdadero, por quien se vive, a Aquel que es nuestra paz.
Y con esto no sólo Ella obtuvo la conversión entusiasta, masiva e instantánea de los indígenas, sino también de los mismos españoles; y logró que naciera este pueblo nuevo, hijo y heredero de ambos: el pueblo mestizo que somos hoy: México; y actualmente se siguen integrando otras tantas razas, culturas, lenguas, tradiciones, etc. bajo la unidad del amor.
Santa María de Guadalupe es la mujer que nos quita todo miedo y temor, no sólo ante la muerte sino ante la misma vida. Nuestra Madre nos ayuda a enfrentar todo, como Ella misma lo hizo llena del amor misericordioso de Dios. Es verdad, todos estamos tomados de su mano maternal, estamos en el hueco de su manto lleno de estrellas y en el cruce de sus brazos,
Ella nos conduce con seguridad y alegría hacia su Hijo, para ser alimentados de la misma carne y sangre de Jesús: la Eucaristía y es aquí en donde se nos enseña a ser hermanos y construir y formar juntos esta civilización del amor.
Dr. Eduardo Chávez Sánchez, Basílica de Guadalupe, 2016