SANTA MARÍA DE GUADALUPE ES LA INCULTURACIÓN DEL AMOR Y LA
MISERICORDIA DE DIOS
La
Evangelización de la Iglesia es un proceso de construcción, de consolidación y
de fortalecimiento de las diversas culturas y sus valores.
Y esta inculturación,
esta maravillosa adaptación del Evangelio, ocurrió cuando menos podía esperarse
y más se necesitaba, cuando nuestra patria mestiza se debatía en atroces
dolores de un parto que amenazaba culminar en aborto, como aconteció en otras partes,
donde la población indígena quedó exterminada, pues no se veía posibilidad
alguna de acuerdo entre pueblos tan diversos; cuando indios y españoles se
veían con miedo, recelo y rencor, deformada su perspectiva por una total
incomprensión mutua, ya que las culturas de ambos eran humanamente
incompatibles.
Los
españoles estaban convencidos que se enfrentaban con Satanás en persona, de
modo que toda tolerancia equivaldría a una clara traición a Dios, y los indios
estaban convencidos que su ineludible deber era ser fieles a su raíz, a lo que
siempre habían sido.
Pero, Dios,
a través de su Madre Santísima, supo resolver ese insoluble problema, sin
desautorizar a los misioneros, sin reprobar los valores indios, sin cambiar a
ninguno de los protagonistas ni a sus conflictivas circunstancias.
La Virgen
de Guadalupe, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, supo confirmar la
predicación de sus enviados inculturando su mensaje centralizado en Jesucristo
que se encarna: Él es la víctima, sacerdote y altar, es el único y eterno
sacrificio, es la Eucaristía, es la Pascua florida, es Dios verdadero y Hombre
verdadero, quien da su vida para que nosotros tengamos vida en abundancia, Él
es la Resurrección y la vida. Ella está aquí en esta su “casita sagrada” para
entregarles al Dios verdadero, por quien se vive, a Aquel que es nuestra paz.
Y con
esto no sólo Ella obtuvo la conversión entusiasta, masiva e instantánea de los
indígenas, sino también de los mismos españoles; y logró que naciera este
pueblo nuevo, hijo y heredero de ambos: el pueblo mestizo que somos hoy:
México; y actualmente se siguen integrando otras tantas razas, culturas,
lenguas, tradiciones, etc. bajo la unidad del amor.
Santa
María de Guadalupe es la mujer que nos quita todo miedo y temor, no sólo ante
la muerte sino ante la misma vida. Nuestra Madre nos ayuda a enfrentar todo,
como Ella misma lo hizo llena del amor misericordioso de Dios. Es verdad, todos
estamos tomados de su mano maternal, estamos en el hueco de su manto lleno de estrellas
y en el cruce de sus brazos,
Ella nos
conduce con seguridad y alegría hacia su Hijo, para ser alimentados de la misma
carne y sangre de Jesús: la Eucaristía y es aquí en donde se nos enseña a ser
hermanos y construir y formar juntos esta civilización del amor.
Dr. Eduardo Chávez Sánchez,
Basílica de Guadalupe, 2016
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