El “papel ecuménico” de la Virgen en el
Tepeyac
El entonces cardenal Ratzinger
(Benedicto XVI) en un congreso del año 2003 se mostró muy conocedor de la
historia del Tepeyac y de la Virgen de Guadalupe. En su alocución, el futuro
Papa Benedicto XVI, alude bellamente el “papel ecuménico” de Santa María de
Guadalupe, misión de quien viene a unir, a relacionar, no a destruir el pasado
sino a reconstruirlo:
“El
ejemplo más impresionante de continuidad dentro de un cambio es la imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe. Su culto empieza en el lugar en el que antes había
estado la imagen de “nuestra venerada madre” (en referencia al Tepeyac, lugar
de la diosa azteca Tonantzin que significa ‘nuestra venerada madre’)… esto se
amplía y profundiza por el símbolo del sol, de la luna y de las estrellas. Ella
es mayor que los dioses indígenas, porque oculta el sol, aunque no lo extingue.
La mujer es más poderosa que la máxima divinidad, el dios sol. Es más poderosa
que la luna, puesto que está de pie sobre ella, pero no la aplasta… En las
formas y símbolos en que aparece se ha incorporado toda la riqueza de las
religiones precedentes, y se ha reducido a una unidad desde un nuevo núcleo
procedente de lo alto. Está, por así decirlo, por encima de las religiones,
pero no las aplasta. De esta manera, Guadalupe es, en muchos aspectos, una
imagen de la relación del cristianismo con las religiones. Todos los ríos confluyen
en ella, se purifican, se renuevan, pero no se destruyen. También es una imagen
de la relación entre la verdad de Jesucristo y las verdades de las religiones:
la verdad no se destruye, sino que se purifica y une” (Osservatore Romano 17 enero 2003).
En el libro “La Guadalupana” se incluyen las
palabras anteriores del Papa Benedicto y se añade este comentario: “…De la
misma forma que Ella había acariciado entre sus manos las rosas de Juan Diego,
así la Virgen de Guadalupe abrazó nuestras tradiciones prehispánicas: su atavío
lleno de referencias indígenas (todo un códice que habla a los indios) y
principalmente su lenguaje totalmente familiar para un nahua. Adoptando la Señora esa fusión
cristiano-azteca podriamos decir que Ella estaba bautizándola. Es muy significativo que el Nican Mopohua
ponga en boca de la Virgen María los términos usados en la cultura náhuatl para
referirse a Dios, lo que ningún misionero de la época se hubiera atrevido a
usar. Con eso los indígenas entendieron que ese Dios al que se refería Ella, la
nueva Tonantzin era justamente el de ellos.