SI NO
FUERA POR LA VIRGEN DE GUADALUPE…
+ Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo
de Chiapas
VER
En México, con cerca de 120
millones de habitantes, el 83.9% se declara católico, según el censo oficial
del año 2010. Hubo un descenso de católicos, pues en el año 2000, éramos el
88.22%. Disminuimos 4.32%.
No todos los que dejaron de ser
católicos se pasaron al protestantismo. Lo más preocupante es el alto número de
personas que se declaran “sin religión”; son el 12.10% de la población. También
tenemos pequeños grupos de musulmanes, judíos y algún budista, más agnósticos e
indiferentes, y hasta anarquistas de profesión.
Pero sería mucho menos el
porcentaje de católicos, si no fuera por lo que significa para la mayoría el
hecho guadalupano. La Virgen de Guadalupe significa tanto, por su amor, su
cercanía, su inculturación, sus detalles tan tiernos y maternales, que aunque
muchos se alejan de la estructura eclesial, no pierden su devoción hacia ella.
Esto les mantiene en el catolicismo.
En estos días de sus fiestas,
no son cientos ni miles, sino millones que visitan sus santuarios y le expresan
de mil formas su amor. Llama la atención la serenata que le brindan importantes
artistas en su Basílica. En el sur del país, las llamadas “antorchas” son un
fenómeno creciente y elocuente. Miles de jóvenes, también algunos niños y
adultos, recorren largas distancias, en relevos, con una llama encendida y con
muchos símbolos guadalupanos...Algunos peregrinan toda la noche, o en la
madrugada, a pesar del frío. Son estas expresiones guadalupanas las que han ido
abriendo el camino de la evangelización, pues por todas partes hay ermitas
dedicadas a la Virgen, cuando antes no se podían edificar capillas fuera de la
cabecera municipal. Ella abre los corazones, y a partir de esta devoción,
llegan la Palabra de Dios y los sacramentos. Critican esto los que todo lo
observan desde la comodidad de su casa, pero no son capaces del más pequeño
sacrificio para expresar públicamente su fe.
PENSAR
El Papa Francisco, el 12 de
diciembre de 2016, dijo en la celebración que realizó en la Basílica de San
Pedro: “Celebrar
a María es, en primer lugar, hacer memoria de la madre, hacer memoria de que no
somos ni seremos nunca un pueblo huérfano. ¡Tenemos Madre! Y donde está la
madre, hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos
se podrán pelear, pero siempre triunfará el sentido de unidad. Donde está la
madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad.
Celebrar
la memoria de María es afirmar contra todo pronóstico que en el corazón y en la
vida de nuestros pueblos late un fuerte sentido de esperanza, no obstante las
condiciones de vida que parecen ofuscar toda esperanza. Al igual que Juan
Diego, sabemos que aquí está nuestra madre, sabemos que estamos bajo su sombra
y su resguardo, que es la fuente de nuestra alegría, que estamos en el cruce de
sus brazos”.
ACTUAR
A partir de esta piedad
guadalupana, anunciemos el misterio de Jesucristo, en que encuentran su raíz y
culmen la vida y la acción de María. Y que este gran río humano de peregrinos
desemboque en la construcción del México justo y fraterno que Jesús y su Madre
desean. Y a quienes menosprecian estas manifestaciones populares, sólo les
recomiendo que se acerquen a las personas y conozcan el fondo de su corazón.
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