Mons. Carlos Garfias, arzobispo de
Morelia, expresó que con gran alegría y profunda esperanza se encontraron en
esta Basílica de Santa María de Guadalupe -Patrona de México y de Latinoamérica-
para manifestar su fe en el Dios único y verdadero, en el Dios Señor del cielo
y de la tierra, en el Dios de Jesucristo cuya Santísima Madre es “también
Nuestra Madre”.
Explicó que la Virgen
de Guadalupe es una manifestación del rostro de la misericordia divina que ha
llegado a “nuestra tierra” a través de su rostro amable, con palabras dulces de
quien ha querido curar miserias, penas y dolores, por ello Ella ha sido y continúa
siendo bálsamo para las heridas y aliento en “nuestro camino.
Aquí en el Tepeyac
pidió a María de Guadalupe que con su presencia siga curando el dolor de sus
hijos, “las heridas de estos hijos tuyas que han peregrinado de este pueblo”,
además de que los ayude a impulsar los centros de escucha y a dar atención
cuidadosa, esmerada, cariñosa a las víctimas de las violencias.
Hizo
votos para llevarse, de esta visita a la Basílica, su mirada tierna, la palabra
dulce de Santa María de Guadalupe, asimismo su mensaje reconciliador y fraternal
para que sean “aliento en nuestra vida cristiana”. Además se comprometieron “a
ser un pueblo que pide, busca, y construye la paz”.
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