Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

martes, 18 de diciembre de 2018

- Guadalupe en diciembre


Millones de personas celebran este 12 de diciembre el aniversario 487 de las apariciones de la Virgen María en el Tepeyac, y como cada año, la Guadalupana nos recuerda que, pese a las diferencias políticas y sociales, como pueblo mayoritariamente cristiano tenemos un patrimonio común: nuestra fe en Jesucristo y nuestra veneración a Ella.
Particularmente en este momento histórico, Santa María de Guadalupe nos dice, a través de su mensaje de amor, que es de su mano como podremos reconstruir el tejido social y encontrar la paz, dos anhelos que sólo pueden hacerse realidad mediante la colaboración de todos los que habitamos estas tierras, unidos en el encuentro con su hijo Jesucristo.
“México cristiano, corazón guadalupano”, es la frase que sintetiza la identidad de este noble pueblo que, por desgracia, ha conocido incontables episodios adversos como consecuencia del desprecio a los más altos valores evangélicos.
La profunda devoción del pueblo mexicano a la Virgen de Guadalupe, que se vio reflejada como todos los años en la asistencia masiva de peregrinos al Tepeyac, especialmente durante sus festividades, da cuenta de la fe viva de este pueblo que la Madre de Dios ha elegido como centro para mostrar a su Hijo a todas las naciones.
“Hijito mío, ¿no estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No soy yo vida y salud? ¿No estás en mi regazo y corres por mi cuenta?”. Estas palabras de la Guadalupana siguen llenando de consuelo a millones de mexicanos que han perdido el rumbo en su vida, que ante múltiples circunstancias adversas encuentran la certeza de alguien que los ama.
Lo cierto es que las amenazas, incertidumbres y temores se desvanecen cuando contemplamos el rostro amoroso de la Guadalupana plasmado para siempre en la humilde tilma de un hombre bueno y generoso –como la mayoría de los mexicanos- que supo no ceder a la tentación de poner en duda el plan de Dios, y en lugar de eso atendió la voz del cielo para cambiar el destino de una nación.
Hoy la Virgen de Guadalupe nos llama, con la misma delicadeza con que se dirigió a San Juan Diego, a no olvidar que su Hijo está con nosotros, atento a nuestras necesidades y dispuesto a caminar de la mano, siempre y cuando tengamos la intención de dejarnos salvar por Él. Hoy, como hace 487 años, la Morenita habla a los mexicanos también con aquella insistencia con que interpeló a su mensajero, para pedirles que cumplan lo que Dios quiere de este pueblo: trabajo, honestidad, generosidad, compromiso social, y sobre todo, fidelidad al verdadero Dios por quien se vive.
Las fiestas guadalupanas nos ofrecen la oportunidad de trabajar en dos dimensiones fundamentales: lo religioso y lo social, a fin de dejar de lado las discordias, contemplarnos como hermanos y servir a México desde nuestros respectivos ámbitos. 
La Virgen de Guadalupe debe ser icono y paradigma para la nueva etapa política de nuestro país. Su acción conciliadora a través de Juan Diego para impulsar la unión de un pueblo naciente es un ejemplo vigente para encontrar un camino para todos, aún cuando existen profundas diferencias.
Hoy más que nunca, Guadalupe es un estandarte para encontrar la paz en una nación con muchas heridas, pero en la que Ella ha querido quedarse para siempre.



lunes, 10 de diciembre de 2018

- Guadalupe, actualidad del Mensaje


¿Cuál es el mensaje de la Virgen de Guadalupe para el mundo actual?


A 13 años de que se cumpla medio milenio de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, ¿cuál puede ser su mensaje e importancia para el mundo de hoy?
El P. Eduardo Chávez, uno de los mayores expertos en las apariciones de Santa María en el cerro del Tepeyac de Ciudad de México, destacó que el mensaje de la Virgen de Guadalupe es de “armonía de todos los pueblos en esta única civilización del amor de Dios” y señaló que la Virgen “hace esa perfecta inculturación” en medio del pueblo indígena, “tomando a Jesús y poniéndolo en lo más profundo del ser humano”.
El P. Eduardo Chávez destacó que la Virgen de Guadalupe tomó “las cosas buenas, positivas, esas semillas del Verbo que ya Dios sembró” en América, para luego “darles pleno desarrollo en su Hijo, Jesucristo”.“Siempre es Jesús el centro del acontecimiento guadalupano”, subrayó.
La Virgen de Guadalupe, añadió, “toma lo más pobre, como el hecho de ser mestiza, porque los mestizos en el tiempo de la Santísima Virgen de Guadalupe eran despreciados tanto por los españoles como los indígenas y buscaban en los basureros para ver qué comer”.
“Para nuestro mundo es muy importante en esta época todo lo que es el acontecimiento guadalupano, porque precisamente la Virgen de Guadalupe trae armonía, paz, justicia, amor, en una palabra: Jesucristo, Nuestro Señor, al mundo entero”.
“Y lo sigue trayendo como en aquel momento único y trascendente”, añadió.
Santa María, señaló, lleva a aquel hombre “que tiene violencia en su corazón, el hombre traidor, criminal, que desgraciadamente se destruye y destruye al ser humano y a este mundo”, y lo lleva a Jesucristo “para sanar, para salvar”.


- Más de 10 millones peregrinan a Guadalupe el 12 diciembre


La Fiesta de la Virgen de Guadalupe movilizó a más de 10,6 millones de personas hacia su santuario en Ciudad de México, donde se conserva la imagen original aparecida en la tilma de San Juan Diego hace casi 500 años.

De acuerdo al Gobierno de Ciudad de México, se reportó un “saldo blanco”, en referencia a la ausencia de muertes, “ante la llegada de 10 millones 603 mil peregrinos a la Basílica de Guadalupe en la capital del país, con motivo del festejo Guadalupano”.
La cifra de asistentes se registró entre el 9 y el 12 de diciembre, y fue superior a la de 2017, en que 7 millones 280 mil peregrinos visitaron la Basílica de Guadalupe para la fiesta de la Virgen.

La multitudinaria peregrinación, una de las más grandes del mundo, motivó el despliegue de más de 22 mil funcionarios públicos en el marco del operativo “Bienvenido Peregrino”.
Para la directora de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México, Marilú Esponda, la masiva afluencia a la Basílica de Guadalupe deja claro que “la fe de nuestro pueblo por su Madre está a flor de piel, está viva”.

Marilú Esponda destacó que el fervor popular se evidenció en las “muchísimas historias de personas que venían desde otros estados, desde muy lejos, cada uno con su propia historia, sus propias necesidades, manifestándole a la Virgen su agradecimiento o sus varias peticiones”. Esta devoción, destacó, “nos llena de esperanza en este momento en el que vivimos en nuestra sociedad”.
En su homilía por la Misa de las Rosas, al mediodía del 12 de diciembre, el Cardenal Primado de México, Carlos Aguiar, destacó que en la Virgen de Guadalupe “encontramos el apoyo, la protección, el cuidado y sobre todo el amor de una madre que nos conduce hacia su hijo, fuente de la sabiduría”.

- La Virgen que forjó una patria


..”en el Tepeyac (el cerro donde se apareció la Virgen de Guadalupe en México), se construyó el templo que la Virgen le pidiera al indio Juan Diego y muy pronto, allí acudieron gente de toda raza y condición social a postrarse ante la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Al sentirse cobijados por el manto amoroso de una madre común, desaparecieron los recelos entre indígenas y españoles, gracias a lo cual ambas razas se fundieron dando origen a una nueva identidad. Y fue así como, en torno al Tepeyac y ante la mirada amorosa de la Virgen Morena, empezó a forjarse una nueva nación. Y fue así como Nuestra Señora de Guadalupe pasó a la historia de México por haberse convertido en la Virgen que forjó una patria, la nación Mexicana…”
Fue el 12 de diciembre de 1531 el día en que culminaron las Apariciones de la Virgen de Guadalupe, al estamparse la Sagrada Imagen de la Madre de Dios en la tilma del humilde San Juan Diego, y a partir de aquel 12 de diciembre empezó a forjarse la Nación Mexicana.
Apenas diez años antes Hernán Cortés había logrado someter al poderoso imperio azteca. Una de las primeras medidas tomadas por Hernán Cortés fue pedirle al Emperador Carlos V que enviase misioneros a estas tierras. El primer grupo de misioneros llegó el 13 de mayo de 1524 bajo las órdenes de Fray Martín de Valencia.
Aquellos humildes franciscanos empezaron a predicar el Evangelio. Detrás de ellos, en 1526, vendría un pequeño grupo de frailes dominicos. Incansable fue la labor de los primeros misioneros; mas sin embargo todos sus esfuerzos parecían destinados al fracaso debido a que entre los vencidos indígenas aún quedaban huellas de la derrota sufrida; huellas que les impedían abrirse a la Palabra de Dios que ellos les traían.
El caso es que entre aquellos misioneros empezó a cundir el desánimo. Daba la impresión de que estaban arando en el mar.
Padecieron el mismo desánimo que, quince siglos antes, había padecido el Apóstol Santiago al ver como los rudos iberos de la Hispania romana se mostraban reacios a escuchar el mensaje evangélico. Mas sin embargo aquel problema se resolvió de un modo inesperado: A orillas de río Ebro, en Zaragoza, y sobre un pilar la Virgen se apareció a Santiago infundiéndole ánimos. El Apóstol cobró un vigor inusitado, predicó el Evangelio con tal vehemencia que muy pronto -contando con la ayuda poderosa de la Reina del Cielo- las conversiones se dieron por millares.
Ante el desánimo sufrido por los misioneros españoles llegados a México, de repente ocurrió lo inesperado: La Virgen se apareció a uno de los de la raza indígena -a uno de los pobres y de los vencidos- para pedirle que allí mismo, en el Tepeyac, se levantara un templo en su honor. El humilde indígena Juan Diego se presenta ante el obispo de México, extiende su ayate y es entonces cuando aparece la celestial imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Y al igual que había ocurrido en la Hispania pagana, lo mismo ocurrió en estas tierras de lagos, conventos, pirámides y volcanes. En cuanto se corre la voz y la gente tiene noticia del prodigio, algo les dice que está a punto de nacer un mundo nuevo.
Y, según testimonio de los cronistas, a partir de aquel momento, las conversiones se dieron de un modo multitudinario. En unos cuantos años, en el Tepeyac, se construyó el templo que la Virgen le pidiera a San Juan Diego y muy pronto allí acudieron gente de toda raza y condición social. Todo tipo de gente acudía a postrarse ante la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Al sentirse cobijados por el manto amoroso de una madre común, desaparecieron los recelos entre indígenas y españoles, gracias a lo cual ambas razas se fundieron dando origen a una nueva identidad.
Y fue así como, en torno al Tepeyac y ante la mirada amorosa de la Virgen Morena, empezó a forjarse una nueva nación. Y fue así como Nuestra Señora de Guadalupe pasó a la historia de México por haberse convertido en la Virgen que forjó una patria.


domingo, 9 de diciembre de 2018

- Guadalupe, el templo más visitado de la cristiandad. ¿Cómo es posible?


El templo más visitado de la cristiandad no es ni la Basílica de San Pedro en el Vaticano, ni ninguna de las imponentes catedrales europeas que han marcado la historia de occidente. El primado corresponde a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, con unos veinte millones de peregrinos anuales, más del doble de visitantes que los santuarios marianos más conocidos.
La importancia de Guadalupe es tal que quien desconoce la historia de este templo y su mensaje no puede comprender la historia de México, e incluso del mismo continente americano. ¿Cómo es posible que haya sucedido algo así?
La historia comienza tras la conquista de México en 1521 cuando, diez años después, la misma Virgen María se apareció a uno de los primeros cristianos aztecas, el indígena Juan Diego, hoy declarado santo.
Fue a inicios del mes de diciembre de 1531 que Juan Diego escuchó por primera vez, en el cerro del Tepeyac, una voz que le llamaba por su nombre mientras iba de camino.
Al llegar a la cumbre del cerro vio a una Señora de una belleza sobrenatural, “vestida de sol”, quien le pidió construir un templo para “mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en mí confíen”.
Juan Diego fue a hablar con el obispo, Juan de Zumárraga pero éste no le creyó. Tras numerosas y a veces dramáticas dificultades que Juan Diego recibió, la Virgen se le volvió a aparecer el 12 de diciembre para pedirle que subiera a la cumbre del cerro, donde encontró un rosal en flor (más propio de Castilla que de México). Cortó tantas rosas como pudo y las recogió en su tilma, el manto típico de los indígenas, para llevárselas al obispo, a modo de prueba.
Al reunirse con Zumárraga, Juan Diego abrió la tilma para mostrarle las flores. Cuando las rosas cayeron al piso en la tilma estaba ya impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe que hoy se venera en la Basílica.
Convencido, el obispo llevó la imagen a la Iglesia Mayor y construyó una ermita en el lugar que había señalado Juan Diego, donde posteriormente se construiría la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, construida entre 1695 y 1709.
Tras las apariciones de María, la evangelización de México, hasta ese momento muy complicada para los misioneros europeos, cambió radicalmente. En el rostro de María, impreso en la tilma, los mexicanos encontraron su identidad y consuelo en medio de los sufrimientos de la conquista. Es la faz de una joven mestiza, una anticipación, pues en aquel momento todavía no había mestizos de esa edad en México.
María mostraba así cómo asumía el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores.
El manto azul de la Virgen, salpicado de estrellas, es la “Tilma de Turquesa” con que se revestían los grandes señores aztecas, e indica la nobleza y la importancia del portador.
Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora. Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de éste y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre.
Su pie está apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila. De este modo, en la simbología indígena, la Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre.
En estos casi quinientos años de historia los mexicanos han sentido como dirigidas a su corazón las palabras que pronunció María de Guadalupe a Juan Diego: “¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en donde se cruzan mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”.


- Fiesta de San Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe


 “¡Amado Juan Diego, ‘el águila que habla’! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que ella nos reciba en lo íntimo de su corazón”, dijo San Juan Pablo II en la canonización de San Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe, y cuya fiesta se celebra cada 9 de diciembre.
San Juan Diego nació en 1474 en Cuauhtitlán, entonces reino de Texcoco, perteneciente a la etnia de los chichimecas, y hoy territorio mexicano. Su nombre era Cuauhtlatoatzin, que en su lengua materna significaba “Águila que habla” o “El que habla con un águila”.
Siendo adulto y padre de familia, se sintió atraído por la doctrina de los sacerdotes franciscanos que llegaron a México en 1524 y recibió el bautismo con su esposa María Lucía. Los dos se casaron cristianamente, pero tiempo después falleció su esposa.
El 9 de diciembre de 1531 se le apareció, en el cerro del Tepeyac, la Virgen María, quien se presentó como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”. La Virgen le encomendó que en su nombre le pidiese al Obispo Capitalino, el franciscano Fray Juan de Zumárraga, la construcción de una Iglesia en el lugar de la aparición.
El Obispo no aceptó la idea y la Virgen le pidió que insistiera. Al día siguiente, Juan Diego volvió a encontrar al Prelado, quien lo examinó en la doctrina cristiana y le pidió pruebas objetivas del prodigio.
El martes 12 de diciembre, la Virgen se le presentó y lo consoló, invitándolo a subir a la cima de la colina del Tepeyac para que recogiera flores y se las trajera. A pesar de la estación invernal y la aridez del lugar, San Juan Diego encontró flores muy hermosas y la colocó en su “tilma”. La Virgen luego le mandó que se las presentara al Obispo.
Estando frente al Prelado, el Santo abrió su “tilma” y dejó caer las flores. En el tejido apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde ese momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México y en una de las mayores devociones marianas que permanece con fuerza hasta nuestros días.
San Juan Diego, con el permiso del Obispo, pasó a vivir en una pobre casa junto al templo de la “Señora del Cielo”. Limpiaba la capilla y acogía a los peregrinos que visitaban el lugar, donde hoy se eleva un gran templo.
El laico San Juan Diego partió a la Casa del Padre en 1548 y gozó de tanta estima que sus contemporáneos solían decir: “Que Dios te haga como Juan Diego”. Fue beatificado por San Juan Pablo II en 1990 y canonizado por el Papa peregrino en el 2002.


viernes, 7 de diciembre de 2018

- La conservación de la tilma de Juan Diego, un suceso inexplicable


A lo largo de la historia, la Virgen María se ha aparecido en varias ocasiones y en diversos países, aunque el caso mexicano es único en el mundo, pues sólo allí dejó impresa su imagen, y lo hizo en una tilma, una humilde tela de fibra de agave de origen indígena que vestía Juan Diego. 
La tilma ha sido estudiada en diversas ocasiones por múltiples especialistas, y los resultados hacen que siga vigente el milagro guadalupano.
En 1946, investigadores de la UNAM:Universidad Nacional Autónoma de México analizaron un pequeño pedazo de la tilma de Juan Diego y determinaron que, efectivamente, se trataba de fibra de agave. En entrevista con Desde la fe, el doctor Adolfo Orozco, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, asegura que una fibra textil con estas características no puede subsistir un periodo de más de 20 o 25 años sin pudrirse.
En cambio, la imagen de la Virgen permanece en un excelente estado de conservación pese a que durante los primeros 116 años no tuvo ningún tipo de protección. “Estuvo simplemente pegada a la pared y sometida a la radiación de veladoras, a que la besaran y la tocaran. Además, en un ambiente sumamente húmedo y muy salitroso, lo que hace que cualquier tela se pudra, sobre todo una tan humilde, tan corriente, como una tela de agave”, dice.“No hay una explicación científica al hecho de que la tilma se mantenga en tan buen estado de conservación”. 
El especialista recuerda que en 1791 se realizó una copia fiel de la tilma de Juan Diego, utilizando una tela de características muy similares a la original, y se colocó en la iglesia de El Pocito, ubicada en el Tepeyac. “Esa pintura no duró ni ocho años. Antes de ese tiempo tuvo que tirarse a la basura porque todos los colores habían cambiado y la fibra se había roto, y eso que esa imagen estuvo protegida con vidrio desde el principio”, agrega el experto, quien también es presidente del Centro Mexicano de Sindonología. 
De acuerdo con el especialista, estas no son las únicas particularidades de la tilma que no encuentran explicación científica. Por ejemplo, la textura de la tela se asemeja más a la de la seda, algo que se corroboró en dos momentos: primero, por las Investigaciones Jurídicas de 1666 y, más tarde, en 1751, por el pintor mexicano, Miguel Cabrera.