..."Desde
que la Virgen de Guadalupe visitó por primera vez nuestros pueblos hace tanto
tiempo, nuestra
Santa Madre vino como la Madre de la Misericordia y nos trajo el don de la fe,
el don de Jesús, el don de conocer la cercanía de Dios y su deseo de compartir
nuestra humanidad.
El Papa dijo que la visita de la Virgen de Guadalupe fue el
principio de una nueva civilización en las tierras de América; de una nueva
civilización cristiana, nacida del encuentro entre las culturas española e
indígena.
Y mientras hablaba de
los sufrimientos de las personas del continente americano, el Papa Francisco
llamó a los asistentes -y nos llamó también a todos nosotros- a usar nuestros
dones para continuar la misión de
Nuestra Señora de Guadalupe.
La Virgen le dio a San Juan Diego la misión de construir
un “santuario para Dios”. Esa es nuestra misión también. Y es una misión
continental. Estamos llamados a hacer de nuestro país y de todos los países del
continente americano, un “santuario para Dios”.
Construimos este “santuario” a través de nuestras obras
de misericordia y de nuestros actos de amor. Lo construimos al caminar junto
con nuestros hermanos y hermanas, llevando la luz del amor de Dios, de forma que
resplandezca en nuestros hogares y vecindarios, en nuestras parroquias y
escuelas, en pocas palabras, en todos los ámbitos de nuestra sociedad y de
nuestra cultura.
De modo que pensemos
más acerca de cómo podemos ir en busca de los que se sienten solos y de los
heridos, de los hambrientos y de los que no tienen un techo. Vayamos en busca
de los que están olvidados y despreciados por nuestra sociedad: del prisionero
del refugiado y del inmigrante.
Y sigamos orando unos
por otros. Oremos de este modo: Que nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe,
abra nuestros corazones al amor de Dios y nos ayude a amar como Jesús ama y a
ser misericordiosos con los demás como Él es misericordioso con nosotros.
Mons. José H. Gómez, Arzobispo de Los Angeles, USA
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