Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

lunes, 29 de mayo de 2017

- El amor maternal de Dios

María es la revelación de una de las facetas más importantes del amor de Dios: el amor maternal que nos cobija durante toda nuestra existencia y al que podemos recurrir en los momentos más oscuros, en el que podemos confiar para evitar los vicios de egoísmo e individualismo que nos separan de nuestros hermanos.
La figura de la Virgen María se exalta de múltiples maneras y en especial se recuerda su papel como modelo de evangelización. Según la Sagrada Escritura, María es la persona que mejor acepta y comprende la voluntad de Dios y la Misión de su hijo, Jesucristo. Ella carga en su vientre la semilla de un nuevo mundo y desde ese momento y durante toda su vida cuida y acompaña a Jesús con amor y ternura. Y así como presencia las obras del Salvador, también permanece a su lado en su Muerte, que le desgarra el corazón. Sin embargo, su fe y su confianza en Dios la mantienen en pie y le permiten ser testigo de la Resurrección y compartir el mensaje de su Hijo con las primeras comunidades cristianas.

María padece situaciones adversas, pero también siembra la esperanza. Por eso sabemos que a nosotros nos acompaña en las dificultades y nos brinda calor materno con el mensaje que Jesús trajo para todos. 

lunes, 8 de mayo de 2017

- Santa María de Guadalupe, Madre de Dios, Madre nuestra

Santa María de Guadalupe nos expresa con infinito amor que Ella es la Madre de Dios, y fue, precisamente, Jesucristo en el momento en que ofrece su vida, clavado en la cruz, momento crucial de su pasión, exactamente, cuando está entregando toda su vida, todo su ser, es cuando también nos entrega lo más precioso para Él, su propia Madre haciéndola nuestra. “Mujer ahí está tu hijo, hijo ahí está tu Madre”.
  Así, María al ser Madre de Dios y Madre nuestra se vuelve nuestra identidad, nuestra integración, nuestra armonía y nuestra paz; Ella es la Madre de todos los seres humanos, como se lo expresó a san Juan Diego cuando el 9 de diciembre de 1531 se presentó ante este humilde indio macehual diciendo: soy tu Madre, la Madre de todos aquellos que en esta tierra están en uno y de las demás variadas naciones, estirpes, los que me amen”. De esta manera, es claro que es la Madre tanto de los indígenas, como del cúmulo de razas y de culturas que están en esta misma tierra, así como de los españoles, que a su vez representan también un gran cúmulo de culturas y razas, y en la base se encuentran los judíos y árabes y, en ellos, todo ser humano.
  Así pues, todos formamos un solo pueblo, una sola civilización que viene del amor de Dios, por medio de su Madre, quien es también nuestra Madre; y que también en el Nican Mopohua, la Virgen María lo expresa con infinita humildad y tierno amor: «¿no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu Madre?».” Esto nos confirma con inmensa alegría que todos, absolutamente todos, estamos llamados a ser la única familia de Dios y, con ello, ser protagonistas de la paz, de la unidad, de la armonía, del perdón, del amor pleno de Jesucristo Nuestro Señor en Santa María de Guadalupe.
  Todos los que integramos los cinco continentes podemos hacer nuestras las palabras de Santa María de Guadalupe quien también nos dice que es Madre de todos: “los que a mí clamen –dice María–, los que me busquen, los que confíen en mí, porque ahí escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores».”
  Por ello, el rostro mestizo de la Virgen de Guadalupe, la Morenita, es el mestizaje de integración en un amor profundo. Ella, “la Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive”, ha tomado hasta en la piel esta identidad con todos, ya que en Ella confluyen todas las razas, y Ella es Madre de todos, es signo de mestizaje de todos los pueblos en Ella, ya que su piel morena es el amor maternal que nos une a todos en su Hijo Jesús, pues todos somos la familia de Dios, como Ella misma se lo reiteró de manera directa a Juan Diego.
  Ella participa de manera maternal en hacer nacer este nuevo pueblo, esta nueva civilización del amor de Dios, da un nuevo nacimiento desde el amor del verdaderísimo Dios por quien se vive.

- Guadalupe, la Virgen sigue cuidándonos como Madre

Como todo Acontecimiento Salvífico, el Guadalupano, si bien se verifica en un momento histórico: del 9 al 12 de diciembre de 1531, y en un lugar determinado: en el cerro del Tepeyac, en México; trasciende fronteras, culturas, pueblos, costumbres, etc., y también trasciende tiempos; llega hasta lo más profundo del ser humano; además, toma en cuenta la participación precisamente de este ser humano, concreto e histórico, con sus defectos y virtudes para que, con su intervención, camine, peregrine, construyendo la unidad.
  Una de las más claras manifestaciones de esta realidad es la conversión del corazón, es el mover al ser humano, desde lo más profundo de su alma, de su espíritu y de su razón, haciendo realidad un cambio de vida pleno, dándole todo su sentido, para llegar a la tierra prometida, a la tierra sagrada, a la tierra florida, a la Pascua Florida.
  En aquel 1531, los franciscanos, misioneros de la Palabra de Dios, entraron al Nuevo Mundo con esta idea de lograr la conversión de cuanto ser humano se encontrara en el camino, pero todo parecía imposible para ellos: eran muy pocos, la conquista había destruido la esperanza de los nativos en sus tradiciones… y en esta situación de sufrimiento para todos, llega la Virgen y se aparece a un indígena, al indio Juan Diego...
  En este sentido, la frase que María expresó a Juan Diego: “que no se perturbe tu rostro, tu corazón” (Nican Mopohua,118), tiene una gran profundidad, ya que en, la mentalidad indígena, esto significa la persona entera; además, tiene un contenido que se enriquece si se toma en cuenta que para la mentalidad indígena un profesor, un sabio, un dirigente, un padre de familia, es aquel que puede transformar al ser humano desde el fundamento de la vida, lo que los indígenas expresan como el “poner un rostro humano en el corazón ajeno”, era el humanizar el corazón, el humanizar la vida..
  Desde la aparición de la Virgen de Guadalupe se manifestó una de las conversiones más impresionantes, sin precedentes en toda la historia de la Iglesia Católica, en tan sólo siete años, más de nueve millones de conversiones. Las fuentes históricas nos permiten conocer la magnitud de esta conversión. Por las fuentes documentales, sobre todo de los primeros misioneros, testigos directos de esta apoteótica conversión, tenemos un testimonio vivo de este fenómeno de fe. Una conversión que no hay ciencia humana que la pueda explicar.

  Hoy, en este tiempo de grandes retos, es donde se vuelve un tiempo de gracia, una gracia de Dios que se hace patente ante los problemas de la vida, se fortalece y se profundiza en la plenitud de su Amor y en los brazos de su Madre y nuestra Madre que nos dice “No tengas miedo, no tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí, que tengo el honor y la dicha de ser tu madre?”  (Nican Mopohua, 119).
  Santa María de Guadalupe nos llena del amor, un amor que no se puede encerrar u ocultar, que se tiene que compartir; Ella es la fuente de toda alegría pues nos da a su amadísimo Hijo; siendo Ella nuestra Madre somos al mismo tiempo hermanos de Jesucristo, el Resucitado. Ella es portadora de la misericordia, del consuelo y de la paz.