Dios,
por medio de su Madre, Santa María de Guadalupe, hace una verdadera
integración, armoniza lo que, a los ojos humanos, era simplemente imposible,
pero no para Dios, por lo que se logra que Ella forjara una patria en donde
surge una raza nueva, si, nada fácil, o como algunos dicen, “un nuevo pueblo
fue parido con dolor”, es verdad, hubo tremendas dificultades, sin embargo,
estamos ante una realidad, somos esta nación mestiza, este pueblo que se
compone de tantas razas, un nuevo pueblo.
Santa
María de Guadalupe se presenta como una mujer de rostro mestizo, Ella ha tomado
como su identidad a los más desprotegidos, los más pobres, los más abatidos,
los más despreciados del mundo. Ella sabe inculturar el Evangelio entre los más
pobres y sencillos; cuando los indígenas expresaban: “su rostro no es ni de ellos [españoles] ni de nosotros [indígenas],
sino de ambos”; es decir, que el identificarse con su rostro mestizo nos
compromete a vivir como hermanos; en el amor entre nosotros se manifiesta el
rostro mestizo de la Virgen de Guadalupe, de la Morenita, como también
amorosamente se le dice. Esta es una expresión genial, verdaderamente
admirable, pues los indígenas han captado su rostro mestizo, que se da en la
medida en que nosotros nos veamos como hermanos.
Y
para completar este cuadro, también es muy importante el nombre que eligió la
Madre de Dios: Santa María de Guadalupe, “María” de origen judío y “Guadalupe”,
de origen árabe, es decir, las dos grandes razas culturales y religiosas, lo
judío y lo árabe, que en esos años habían sido expulsadas de España. Así, en su
nombre, Santa María de Guadalupe, une, armoniza, ama, y hace del pobre,
marginado, despreciado a los ojos del mundo, su identidad.
Como
se puede notar es muy importante el nombre verdadero que Ella elige como su
identidad: “Santa María de Guadalupe”. Ni los españoles se lo pusieron, ni los
indígenas lo comprendieron mal con algún nombre indígena. Sino que fue Ella
quien eligió esta identidad. Y con toda claridad lo dice en el manuscrito náhuatl
de Antonio Valeriano. Ella, es Ella, quien desea llamarse con estos nombres de
origen judío y árabe, hijos del mismo Abraham. En Ella se da la identidad de la
paz, de la armonía, de la nueva vida.
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