Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

martes, 13 de junio de 2017

- La "casita sagrada" que la Virgen pidió

El gran deseo de Santa María de Guadalupe es que se le edificara una “casita sagrada”, un hogar sagrado en donde “Ella mostraría, ensalzaría, manifestaría y entregaría todo su Amor-Persona, es decir, Jesucristo, el Salvador y Redentor”. En este hogar, en esta “casita sagrada”, construida en el llano del Tepeyac, es decir, en la raíz de lo sagrado y de lo verdadero, es en donde Ella ofrecería a su Hijo amado.
Santa María de Guadalupe continúa afirmando que “Él es su mirada compasiva, su auxilio y su salvación”. El verdadero Dios, Dueño del cielo y de la tierra, se ofrece en totalidad e incluso viene a vivir en este pedazo humilde y pobre de la creación. Es una verdadera manifestación de Dios que se entrega por amor a cada uno de nosotros.
Tenemos que recordar que lo primero que construían los mexicanos para hacer un nuevo pueblo era precisamente el templo, no se iniciaba la construcción de un pueblo, o una ciudad, o una civilización, sin que primero se construyera el templo; de esta manera los indígenas identificaban su nación, su pueblo, su civilización, precisamente, con el lugar que les daba su identidad sagrada. La Virgen María realizó una evangelización perfectamente inculturada al iniciar una nueva civilización pidiendo la construcción de esa “casita sagrada” que confirmaba una nueva creación que surgía desde lo más profundo del ser abatido, el indígena derrotado.
Ahora comprendemos mejor la gran admiración y la inmensa alegría que suscitaría entre los indígenas el conocimiento de este gran suceso, cuando san Juan Diego lo informará desde el primer momento; pues serían conscientes que este encuentro con Ella, al mismo tiempo, era un encuentro con el único y verdadero Dios. La alegría no cabría en sus corazones al ser testigos de que el “Dios por quien se vive” venía a encontrarse con ellos; que a ese Dios sí le importaba el ser humano, que ese Dios es amor y que ahora venía a ellos por medio de lo más significativo y amado para Él que era su propia Madre, a quien hizo nuestra Madre y Ella aceptó.
Queda claro que el punto central del mensaje de la Virgen de Guadalupe no era Ella, sino su Hijo Jesucristo; Ella quería un templo, su “casita sagrada”, efectivamente, es de Ella, pero el centro de esta “casita sagrada” es Jesús, su Amor-Persona.


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