Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

jueves, 30 de abril de 2015

- María en Guadalupe nos entrega a su Hijo

… El gran deseo de Santa María de Guadalupe aquel frío invierno de 1531, era la construcción de una “casita sagrada”, de un hogar sagrado, de un templo, de una iglesia católica, en donde Ella mostraría, ensalzaría y entregaría todo su Amor-Persona, es decir, su Hijo amado: Jesucristo. Es en este hogar, en esta “casita sagrada”, en este templo, en donde entregaría a su Hijo amado, Jesucristo, como dice la Santísima Virgen María: “a Él, que es mi Amor-Persona”; es decir, que así como el Padre eterno ofrece a su propio Hijo y Jesucristo mismo ofrece su propia vida, también María, su Madre, lo ofrece, lo entrega, para el bien y salvación de todo ser humano.
Y continúa afirmando la Santísima Virgen, que Él es su mirada compasiva, su auxilio y su salvación. El verdadero Dios, Dueño del cielo y de la tierra se manifiesta y se ofrece en totalidad a todos los seres humanos; es más, el Señor pleno de misericordia viene a vivir, a hacer su morada, su hogar, en este pedazo humilde y pobre de la creación, viene a vivir en medio de nosotros. … es Él quien se manifiesta por medio de su Madre Santísima y se entrega por amor a cada uno de nosotros.

EN SANTA MARÍA DE GUADALUPE SE DA UNA VERDADERA MANIFESTACIÓN DEL SEÑOR JESÚS.

La Virgen de Guadalupe se presenta como una mujer embarazada, es decir Ella es el “Arca viviente de la Alianza”, es una mujer Cristo-céntrica”. No es que se realice una segunda Encarnación, ni tampoco, Ella trae una nueva Revelación, ni tampoco Ella proclama otro Evangelio. ¡Nada de eso! Ella es el primer discípulo y misionera del Amor único y eterno de Dios.
Ella viene a proclamar la única Encarnación, la única Revelación, el único Evangelio y, la única Epifanía, o Manifestación del amor de Dios, para la salvación de todos los hombres de la tierra, de todas las generaciones y de todos los lugares.
El gran deseo de Santa María de Guadalupe aquel frío invierno de 1531, era la construcción de una “casita sagrada”, de un hogar sagrado, de un templo, de una iglesia católica, en donde Ella mostraría, ensalzaría y entregaría todo su Amor-Persona, es decir, su Hijo amado: Jesucristo. Es en este hogar, en esta “casita sagrada”, en este templo, en donde entregaría a su Hijo amado, Jesucristo, como dice la Santísima Virgen María: “a Él, que es mi Amor-Persona”; es decir, que así como el Padre eterno ofrece a su propio Hijo y Jesucristo mismo ofrece su propia vida, también María, su Madre, lo ofrece, lo entrega, para el bien y salvación de todo ser humano.
Y continúa afirmando la Santísima Virgen, que Él es su mirada compasiva, su auxilio y su salvación. El verdadero Dios, Dueño del cielo y de la tierra se manifiesta y se ofrece en totalidad a todos los seres humanos; es más, el Señor pleno de misericordia viene a vivir, a hacer su morada, su hogar, en este pedazo humilde y pobre de la creación, viene a vivir en medio de nosotros. Es una verdadera Epifanía del Señor; es Él quien se manifiesta por medio de su Madre Santísima y se entrega por amor a cada uno de nosotros.
Todo esto converge asombrosamente con la visión de san Juan en el libro del Apocalipsis cuando dice: “Después tuve la visión del Cielo Nuevo y de la Nueva Tierra. Pues el primer cielo y la primera tierra ya pasaron; en cuanto al mar ya no existe. Entonces vi la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, del lado de Dios, embellecida como una novia engalanada en espera de su prometido. Oí una voz que clamaba desde el trono: «Ésta es la morada de Dios entre los hombres, fijará desde ahora su morada en medio de ellos y ellos serán su pueblo y el mismo será Dios-con-ellos. Enjugará toda lágrima de sus ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo, ni gemidos, ni penas porque todo lo anterior ha pasado.»” (Apocalipsis 21, 1-4).
Esto nos lleva a lo importante y trascendental de este acontecimiento, ya que, como confirmamos, es el encuentro del verdadero Dios con los seres humanos de corazón humilde y esto se logra por medio de Santa María de Guadalupe; y también por la participación del humilde indígena, Juan Diego, a quien se le pidió también poner todo su esfuerzo y su voluntad, para construir juntos este nuevo hogar cósmico, templo, “casita sagrada”, podemos decir, iglesia católica centrada en el inmenso y verdadero amor de Dios para toda la humanidad.
Ahora comprendemos mejor la gran admiración y la inmensa alegría que suscitaría entre los indígenas el conocimiento de este gran suceso, cuando Juan Diego lo informara en su momento; pues serán conscientes que este encuentro con Ella, al mismo tiempo, era un encuentro con el único y verdadero Dios. La alegría no cabría en sus corazones al ser testigos de que el “Dios por quien se vive” venía a encontrarse con ellos, se les manifestaba totalmente con ternura; que a ese Dios sí le importaban, que ese Dios es amor y que ahora venía a ellos por medio de lo más significativo y amado para Él que era su propia Madre, a quien hizo nuestra Madre y Ella aceptó, en el momento de su entrega total, en el sacrificio pleno en la cruz, entregando su vida por nosotros.
La manifestación de Jesucristo Nuestro Señor como Mesías, Hijo de Dios y Salvador, ha sido la oportunidad de encontrarse con Él, no solo los testigos de su bautismo, no solo los invitados a las bodas de Caná, no solo los “Magos” de Oriente; sino también cada uno de nosotros. Es también ocasión para tener encuentro con el Señor, es necesario hacer caso a la invitación del Papa Francisco (Cf. Evangelii Gaudium 3) para tener un encuentro personal con Cristo. Santa María de Guadalupe ha sido señalada como Estrella de la Primera y de la Nueva Evangelización, y es que Ella nos lleva, nos guía hasta Aquel que es nuestra salvación: “Mucho quiero, mucho deseo, que aquí me levanten mi casita sagrada, en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto, lo entregaré a las gentes en todo mi amor personal, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación” (Nican Mopohua 27-28). Desde este punto de vista aquí hay también una Epifanía, se manifiesta Jesucristo como el que salva, y María es su Estrella, la cual es al tiempo guiada por su Señor, Ella nos guía hacia su Hijo, y su Hijo la guía a Ella. En este Acontecimiento tenemos también el ejemplo del hombre abierto, dispuesto, en busca; que se deja guiar por la Estrella, y ese es San Juan Diego: “Y cuando llegó frente a Ella, mucho le maravilló cómo sobrepasaba toda admirable perfección y grandeza: su vestido como el sol resplandecía, así brillaba” (Nican Mopohua 16-17).
La Memoria de esta manifestación es fundamental, no solo para sentirnos privilegiados por el don, por el regalo que Dios Nuestro Padre nos ha hecho; sino sobre todo, para continuar la bella tarea de la Evangelización (Cf. Evangelii Gaudium 13).

Canónigo. Dr. Eduardo Chávez Sánchez. (Boletín Guadalupano)

lunes, 27 de abril de 2015

- María en Guadalupe hace posible lo imposible

….“Los detalles de este Acontecimiento Guadalupano se conocen gracias a san Juan Diego, quien lo manifestaba de viva voz, y años más adelante, entre 1545 y 1548, Antonio Valeriano lo plasmó en el manuscrito conocido como Nican Mopohua, que significa: “Aquí se narra” y, si bien, no es el único documento que nos da noticias de este evento, … de los hechos que acontecieron aquel frío diciembre de 1531, asimismo, se complementaba perfectamente con la señal que la Virgen de Guadalupe puso en manos del obispo: su portentosa Imagen impresa en la humilde tilma de san Juan Diego, señal que fue dada para buscar la aprobación del misionero obispo, cabeza de la Iglesia de México, fray Juan de Zumárraga, para que cumpliera la voluntad de la Virgen, de erigirle un templo, una “casita sagrada”, una iglesia, para ensalzar, manifestar y entregar su Amor-Persona, Jesucristo. Este signo de la presencia de María en medio de su pueblo no tiene precedentes en la historia de la Iglesia, así como la conversión que se dio en masa tanto de indígenas como de españoles, y se sigue dando de una manera admirable. Un verdadero encuentro entre Dios y los hombres, por medio de su amada Madre…

SANTA MARÍA DE GUADALUPE HACE POSIBLE LO QUE PARECE IMPOSIBLE

En este tiempo, el Acontecimiento Guadalupano sigue siendo algo portentoso. Es sorprendente contemplar la conversión profunda de tantos seres humanos que llegan a su “casita sagrada”. No cabe duda que la Virgen de Guadalupe sigue tocando los corazones y colocando a Jesús en él, en una perfecta inculturación de la Buena Nueva. Ella hace posible lo que parecía imposible.
En aquel frío invierno de 1531, los frailes misioneros tenían la convicción de que su deber como buenos padres y buenos cristianos era destruir los engaños del demonio que se había apoderado de los indígenas, de su cultura y religiosidad; como lo afirmaba fray Bernardino de Sahagún, uno de los conocedores más profundos de la cultura náhuatl, afirmaba: “El médico no puede acertadamente aplicar las medicinas al enfermo (sin) que primero conozca de qué humor, o de qué causa proceda la enfermedad [...] Los pecados de la idolatría y ritos idolátricos, y supersticiones idolátricas y agüeros, y abluciones y ceremonias idolátricas no son aún perdidos del todo. Para predicar contra estas cosas, y aun para saber si las hay, menester es saber cómo las usaban en tiempos de su idolatría”.
Pero a pesar de todo, se hizo posible lo imposible: la innegable conversión del pueblo; y esto se debió al mensaje fuerte y directo, al mismo tiempo, tierno y amoroso de Nuestra Señora de Guadalupe. Sin minimizar la extraordinaria labor de los primeros misioneros, quienes dieron su vida en esta evangelización, sin embargo, esta titánica misión los sobrepasaba.
Los detalles de este Acontecimiento Guadalupano se conocen gracias a san Juan Diego, quien lo manifestaba de viva voz, y años más adelante, entre 1545 y 1548, Antonio Valeriano lo plasmó en el manuscrito conocido como Nican Mopohua, que significa: “Aquí se narra” y, si bien, no es el único documento que nos da noticias de este evento, sí es uno de los más importantes y que, además, converge con otras tantas fuentes históricas; su belleza no está en contraposición con la información histórica de los hechos que acontecieron aquel frío diciembre de 1531, asimismo, se complementaba perfectamente con la señal que la Virgen de Guadalupe puso en manos del obispo: su portentosa Imagen impresa en la humilde tilma de san Juan Diego, señal que fue dada para buscar la aprobación del misionero obispo, cabeza de la Iglesia de México, fray Juan de Zumárraga, para que cumpliera la voluntad de la Virgen, de erigirle un templo, una “casita sagrada”, una iglesia, para ensalzar, manifestar y entregar su Amor-Persona, Jesucristo. Este signo de la presencia de María en medio de su pueblo no tiene precedentes en la historia de la Iglesia, así como la conversión que se dio en masa tanto de indígenas como de españoles, y se sigue dando de una manera admirable.
Un verdadero encuentro entre Dios y los hombres, por medio de su amada Madre. Como bien lo expresó el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera: “Quien se compenetra con la profundidad que ya se ha hecho, de esa historia nuestra, no puede menos de preguntarse: ¿Cómo podríamos existir nosotros si su amor de Madre no hubiera reconciliado y unido el antagonismo de nuestros padres españoles e indios? ¿Cómo hubieran podido nuestros ancestros indios aceptar a Cristo, si Ella no les hubiera complementado lo que les predicaban los misioneros, explicándoles en forma magistralmente adaptada a su mente y cultura?”. Es un encuentro de unidad, de misericordia y de amor; como decimos, Ella hace posible lo que parece imposible.


Canónigo. Dr. Eduardo Chávez Sánchez (Boletín Guadalupano)

sábado, 25 de abril de 2015

- Juan Diego nos ayuda en favor de la Nación Méxicana

… Juan Diego descubrió la verdad de la nueva humanidad en la que todos estamos llamados a ser hijos de Dios en Cristo, y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos, señaló el Nuncio del Papa en México.
“Por ello, el testimonio de San Juan Diego nos debe llevar a trabajar a favor de la construcción de la nación mexicana, para promover la fraternidad entre todos y favorecer cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, con sus valores, con sus tradiciones”


CON EL AMOR DE DIOS SE PUEDEN TRANSFORMAR LAS ACTITUDES Y LAS RELACIONES INTERPERSONALES Y FAMILIARES

Las celebraciones por la festividad de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, fueron encabezadas por Mons. Adolfo Castaño, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México y por el Nuncio Apostólico en México, Mons. Christophe Pierre. En sus respectivos mensajes aseguraron que la esperanza fundada en el amor de Dios puede transformar las relaciones familiares y la situación de violencia en México, como sucedió en 1531, cuando se apareció Santa María de Guadalupe.
… Mons. Castaño señaló que la alegría y la esperanza auténticas sólo tienen su fuente en el amor inconmensurable de nuestro Dios y poseen la capacidad de transformar las relaciones interpersonales y familiares. Asimismo, puede propiciar familias fortalecidas que celebren el gozo de la vida y sean testimonio y consuelo para una sociedad herida y maltratada.
El Nuncio  Apostólico en México comentó que en 1531 también el panorama para los mexicanos era desolador; los indios vivían guerras intestinas y los españoles se llenaron de soberbia pensando que su conquista justificaba cometer toda clase de atropello. “Nada en todo el panorama permitía pensar que sería posible establecer una sociedad sana y en paz. Nada permitía confiar en que las cosas mejorarían (…)”. Pero en ese contexto el Señor interviene a través de su Madre Santísima, Santa María de Guadalupe, para traer consuelo y pedir la colaboración de las partes en conflicto.
Primero para levantar un templo, y luego, para que al aceptar su amor, descubrieran que si podrían amarse a sí mismos y entre sí. “Así, en sólo cuatro días, del nueve al 12 de diciembre de 1531, María santísima como instrumento amoroso de Dios, revela a mexicanos y españoles, que Ella se honra de ser madre nuestra”, y viene a traer la paz del Cielo.
Con Santa María de Guadalupe, San Juan Diego descubrió la verdad de la nueva humanidad en la que todos estamos llamados a ser hijos de Dios en Cristo, y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos, señaló el Nuncio.

“Por ello, el testimonio de San Juan Diego nos debe llevar a trabajar a favor de la construcción de la nación mexicana, para promover la fraternidad entre todos y favorecer cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, con sus valores, con sus tradiciones”, subrayó

sábado, 18 de abril de 2015

- María da un mensaje de Vida

SANTA MARÍA DE GUADALUPE ES MENSAJE DE VIDA

En un momento tan difícil que estamos sufriendo, en donde la violencia, el crimen, la corrupción, el secuestro; así como los asesinatos, los desaparecidos y otros males nos ahogan, el mensaje de la Virgen de Guadalupe adquiere una singular importancia. Un mensaje que seguramente desde hace muchísimos años conocemos, pero que no hemos sabido o querido vivir; y, por ello, el rumbo que se está tomando resulta de preocupante atención, en donde parecería que la vida humana no se valora más y lo peor sería que nos fuéramos “acostumbrando” a este ambiente de muerte y destrucción.

La Virgen de Guadalupe da un mensaje de vida que trasciende tiempos y espacios; si bien, sus apariciones, o diremos con mayor precisión, su encuentro con el ser humano, fueron del 9 al 12 de Diciembre de 1531, Ella siempre se encontrará con el corazón de sus hijos, de una manera muy especial, con el corazón que sufre y que llora. Ella atiende con personal cuidado a los hermanos más abandonados y despreciados.

Ella ha venido a dar todo su Amor-Persona, que es su amado Hijo, el verdaderísimo Dios por quien se vive. Ella es quien nos entrega al Creador de la vida para que nosotros tengamos vida y la tengamos en abundancia; de esta manera, su mensaje es un mensaje vivo, es un mensaje pleno, es un mensaje eterno.

Este mensaje no puede quedar encerrado, así que el alegre impulso que viene desde adentro, con la fuerza del Espíritu Santo, es entregar este mensaje a los demás, es entregarlo en el servicio, en el perdón, en la misericordia, en el amor; y es así que el mundo puede cambiar, pues el primer movimiento es abrir el corazón al poder del amor de Dios, a la vida de Dios, y con esto seguir descubriendo su Rostro en el rostro de cada hermano, especialmente el rostro del hermano abatido y abandonado y así crear una nueva humanidad, una nueva civilización del Amor de Dios, en donde Dios nos limpia el corazón y el alma y nos sana desde lo más profundo de nuestro ser, dándonos su propia vida. Es este el único camino para sanar nuestra comunidad, nuestra sociedad, nuestro pueblo. Es este el mensaje de vida que nos entrega Santa María de Guadalupe, una madre que nos enseña a seguir y tener un encuentro con el verdadero Dios y Señor, el Dueño de la vida.
Es evidente que esta vida pasa como un soplo, cuando menos se piensa ¡se acabó! Dios nos llamará a su presencia ¿Y qué clase de persona seremos ante Él? ¿Alguien que en realidad nunca vivió, pues sólo fue un ser lleno de soberbia y de rencor, de donde sólo surgió muerte y destrucción? ¿O seremos ese ser que supo poner todo su esfuerzo para que la vida de Dios fuera la fuente de su servicio y de su amor por los demás?

Una vez más vivimos las fiesta de Santa María de Guadalupe, quien nos da el mensaje máximo de la vida, dependerá de todos y cada uno de nosotros si queremos salir de este entorno de muerte y respirar el espíritu de la vida divina que nos da la plenitud que tanto estamos buscando o seguir en el sepulcro de nuestros egoísmos y de nuestros crímenes.

. Dr. Eduardo Chávez Sánchez, Canónigo,
Boletin Guadalupano


- Dios cercano, gracias a su Madre Maria de Guadalupe

DIOS ES CERCANO AL SER HUMANO GRACIAS A SU MADRE, SANTA MARÍA DE GUADALUPE

San Juan Diego contempló, con asombro, el rostro de esta doncella en quien se encontraba un Dios que venía a su encuentro

Santa María de Guadalupe se presentó ante san Juan Diego de una manera clara y sencilla, nítida y transparente, precisa y profunda; Ella confirmó ser la perfecta siempre Virgen y, al mismo tiempo, declaró ser la Madre del arraigadísimo Dios por quien se vive, sobrepasando los más grandes deseos del corazón indígena, superando todo fatalismo.

 Y en esta presentación, Santa María de Guadalupe eligió sólo las características claras y verdaderas, las llamadas “semillas del Verbo”, de lo que pudiera aplicarse al Verdadero Dios por quien se vive. Ella nunca tomó a ningún ídolo, ni hace un sincretismo, sólo enuncia esas características que son coherentes, verdaderas y justas para describir al único y amado Hijo, Jesucristo. Además anunciando una verdad grande y poderosa, una verdad maravillosa: el Verdadero Dios no está alejado del ser humano, sino que el Dueño del cielo y de la tierra, viene en su inmaculado y maternal vientre para entregarse a este ser humano, para darse como el único y el eterno sacrificio, simplemente por amor.

 El indígena guardaba un gran deseo de encontrar la verdad de la divinidad y, de esta manera, darle sentido a toda su existencia, como lo expresa Miguel León-Portilla: “Consciente el pensador indígena-náhuatl de que es muy difícil encontrar auténticas flores y cantos, tiene la esperanza de hallarlos algún día […] La suprema misión del hombre náhuatl será descubrir nuevas flores y cantos. El simbolismo de su arte habrá de llegar hasta los más apartados rincones del universo, hasta lo más oculto de los rostros y los corazones, hasta acercarse a todos los enigmas, sin excluir al enigma de Dios. Hombres de acción y pensamiento, se convertirán entonces en cantantes y poetas. El mundo será el escenario, siempre cambiante, que ofrece la materia prima de la que habrán de elaborarse los símbolos, asimismo, cambiantes [el ser humano será] poeta, cantante, pintor, escultor, orfebre o arquitecto, creador del nuevo hogar cósmico en el que viven los símbolos portadores de un sentido capaz de dar raíz y verdad a los hombres.”

Ahora san Juan Diego contempló, con asombro, el rostro de esta doncella en quien se encontraba un Dios que venía a su encuentro. De esta manera, se hacía una maravillosa realidad: Dios omnipotente, el creador de todas las cosas, que para los indígenas era tan alejado y altísimo, tan poderoso y grande, que nunca vendría a su encuentro, ahora se reveló como un Dios que venía a ellos por medio de su Madre. El pensador chileno, P. Joaquín Alliende Luco dice: “Ese Dios trascendente e inmanente, cercanísimo y distante, nace de esta Madre. No sólo habla del «cielo» y de la «tierra», sino que Ella quiere arraigar el cielo en ese trozo de tierra. Ella quiere un sacramental tangible.”

Nada menos que era un encuentro con ese único Dios que sí le interesaba el ser humano; ese Dios Omnipotente venía a encontrarse con su creatura por medio de su propia Madre. Lo que tanto deseaba el corazón indígena, pero que no era capaz de encontrar en este mundo, resultaba que ahora el Verdaderísimo Dios por quien se vive venía a su encuentro. Esto era algo que desbordó toda expectativa y que asombró tanto, que la alegría rebosante no se podía esconder o contener, era un encuentro con el Dios vivo y verdadero, por medio de María, como el mismo Papa Benedicto XVI lo describió en términos actuales: “Dios mismo, que para nosotros es el extranjero y el lejano, se ha puesto en camino para venir a hacerse cargo de su criatura maltratada, Dios, el lejano, en Jesucristo se convierte en prójimo.”

Dr.Eduardo Chávez Sánchez, Canónigo

Abril, 2015. Boletin Guadalupano.

- Guadalupe: Jesús sana y salva

SANTA MARÍA DE GUADALUPE NOS GUÍA A QUIEN ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA 

María es el máximo testigo de este amor sin medidas, desde la misma encarnación del Salvador, Ella dijo sí al Señor, Ella puso toda su vida en sus manos, Ella tuvo al Salvador en sus entrañas, dándole su calor, su cuidado y su protección

Decía San Pablo de qué hubiera servido que Dios se hubiera encarnado y no hubiera resucitado. El Hijo de Dios hubiera sido sólo un brillante e iluminado hombre, un filósofo cuya doctrina sería hermosa, pero si hubiera muerto y no hubiera resucitado, hubiera sido simplemente eso, un gran hombre, pero no el Hijo de Dios.
Pues bien, Jesucristo, hombre verdadero y Dios verdadero se encarnó y resucitó. Él es el Hijo de Dios, un gran hombre, sí, un gran iluminado y filósofo, sí, un hombre excepcional, sí, pero también Él es verdadero Dios, ¡ha RESUCITADO! Y aquí está nuestra esperanza, aquí está la razón de nuestra existencia. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Es un Dios cercano a nosotros, es más, ha querido su hogar en medio de nosotros, desde nuestro corazón. Por medio de la Iglesia Católica estamos llamados a ser esta única familia de Dios, y construir juntos la civilización del Amor de Dios. Él no se deja impresionar por el aspecto exterior, Él sabe cómo estamos por dentro, qué es lo que hace palpitar nuestro corazón. A Él nunca se le puede engañar. Y precisamente, Él sabe, perfectamente, lo que tanto ansía este corazón y lo que tanto necesitamos para poder vivir, y vivir en plenitud. Por ello, se ha encarnado y ha dado su vida en una cruz, para Resucitar, con toda su plenitud; de esta manera, Él nos sana y nos salva. 

Dios ha elegido a una doncella humilde de Nazaret para que en su inmaculado vientre Él se encarnara. De esta manera, María es el máximo testigo de este amor sin medidas, desde la misma encarnación del Salvador, Ella dijo sí al Señor, Ella puso toda su vida en sus manos, Ella tuvo al Salvador en sus entrañas, dándole su calor, su cuidado y su protección; dándose toda a Aquel que es Todo, a Aquel que nos cuida, nos alimenta y es el calor de la vida misma. Podemos apreciar en la portentosa imagen de Santa María de Guadalupe, precisamente, a una mujer embarazada, una mujer de espera, una mujer de Adviento, en cuyo vientre está Dios omnipotente, exactamente como Ella lo transmitió a san Juan Diego: “Yo soy la madre del verdaderísimo Dios por quien se vive”. Su imagen está centrada en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. 

Santa María de Guadalupe nos pide que construyamos, que edifiquemos, su casita sagrada, su templo, iglesia católica, para dar todo su Amor-Persona. Que desde este hogar del Dios Omnipotente se proclame que Él, y sólo Él es la Resurrección y la vida. Por ello tenemos que tener en nuestra mente y en nuestro corazón su venerable aliento, su venerable palabra: “No tengas miedo ¿Acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu madre?” y construir desde nuestro corazón esta casita sagrada en donde como centro está Jesucristo, quien es el Camino, la Verdad y la Vida; y aquí, en esta sagrado lugar, tendremos la guía más segura para llegar a aquel que Sana y Salva; en este lugar bendito es donde escuchamos el venerable aliento la venerable palabra de nuestra madre que nos dice “hagan todo lo que Él les diga…”

 Canónigo. Dr. Eduardo Chávez Sánchez 

Boletín Guadalupano, Abril, 2015