DIOS ES CERCANO AL SER HUMANO
GRACIAS A SU MADRE, SANTA MARÍA DE GUADALUPE
San Juan Diego contempló, con asombro, el rostro de esta
doncella en quien se encontraba un Dios que venía a su encuentro
Santa María de Guadalupe se presentó ante san Juan Diego de
una manera clara y sencilla, nítida y transparente, precisa y profunda; Ella
confirmó ser la perfecta siempre Virgen y, al mismo tiempo, declaró ser la Madre del arraigadísimo Dios
por quien se vive, sobrepasando los más grandes deseos del corazón indígena,
superando todo fatalismo.
Y en esta
presentación, Santa María de Guadalupe eligió sólo las características claras y
verdaderas, las llamadas “semillas del Verbo”, de lo que pudiera aplicarse al
Verdadero Dios por quien se vive. Ella nunca tomó a ningún ídolo, ni hace un
sincretismo, sólo enuncia esas características que son coherentes, verdaderas y
justas para describir al único y amado Hijo, Jesucristo. Además anunciando una
verdad grande y poderosa, una verdad maravillosa: el Verdadero Dios no está
alejado del ser humano, sino que el Dueño del cielo y de la tierra, viene en su
inmaculado y maternal vientre para entregarse a este ser humano, para darse
como el único y el eterno sacrificio, simplemente por amor.
El indígena guardaba
un gran deseo de encontrar la verdad de la divinidad y, de esta manera, darle
sentido a toda su existencia, como lo expresa Miguel León-Portilla: “Consciente el pensador indígena-náhuatl de
que es muy difícil encontrar auténticas flores y cantos, tiene la esperanza de
hallarlos algún día […] La suprema misión del hombre náhuatl será descubrir
nuevas flores y cantos. El simbolismo de su arte habrá de llegar hasta los más
apartados rincones del universo, hasta lo más oculto de los rostros y los
corazones, hasta acercarse a todos los enigmas, sin excluir al enigma de Dios.
Hombres de acción y pensamiento, se convertirán entonces en cantantes y poetas.
El mundo será el escenario, siempre cambiante, que ofrece la materia prima de
la que habrán de elaborarse los símbolos, asimismo, cambiantes [el ser humano
será] poeta, cantante, pintor, escultor, orfebre o arquitecto, creador del
nuevo hogar cósmico en el que viven los símbolos portadores de un sentido capaz
de dar raíz y verdad a los hombres.”
Ahora san Juan Diego contempló, con asombro, el rostro de
esta doncella en quien se encontraba un Dios que venía a su encuentro. De esta
manera, se hacía una maravillosa realidad: Dios omnipotente, el creador de
todas las cosas, que para los indígenas era tan alejado y altísimo, tan poderoso
y grande, que nunca vendría a su encuentro, ahora se reveló como un Dios que
venía a ellos por medio de su Madre. El pensador chileno, P. Joaquín Alliende
Luco dice: “Ese Dios trascendente e inmanente, cercanísimo y distante, nace de
esta Madre. No sólo habla del «cielo» y de la «tierra», sino que Ella quiere
arraigar el cielo en ese trozo de tierra. Ella quiere un sacramental tangible.”
Nada menos que era un encuentro con ese único Dios que sí le
interesaba el ser humano; ese Dios Omnipotente venía a encontrarse con su
creatura por medio de su propia Madre. Lo que tanto deseaba el corazón
indígena, pero que no era capaz de encontrar en este mundo, resultaba que ahora
el Verdaderísimo Dios por quien se vive venía a su encuentro. Esto era algo que
desbordó toda expectativa y que asombró tanto, que la alegría rebosante no se
podía esconder o contener, era un encuentro con el Dios vivo y verdadero, por
medio de María, como el mismo Papa Benedicto XVI lo describió en términos
actuales: “Dios mismo, que para nosotros es el extranjero y el lejano, se ha
puesto en camino para venir a hacerse cargo de su criatura maltratada, Dios, el
lejano, en Jesucristo se convierte en prójimo.”
Dr.Eduardo Chávez Sánchez, Canónigo
Abril, 2015. Boletin Guadalupano.
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