Esta imponente
manifestación de fe, devoción y testimonio cristiano de aproximadamente 120 mil
peregrinos organizados en tres contingentes procedentes de los 12 decanatos de
la Diócesis de Querétaro, fue recibida desde la madrugada. El contingente de tres
mil ciclistas arribó a las 5 horas; a las 9:00 horas, el contingente de 25 mil
mujeres de la 58 Peregrinación Femenil, y pasado el mediodía, llegó la columna
de 40 mil varones de la 127 Peregrinación Varonil. A ellos se sumaron sus
familiares y otros feligreses de la diócesis.
En su camino testimoniaron la fuerza
de su fe que culminó en el encuentro de miradas de amor con la Reina de México
y Emperatriz de América. Ahí quedaron satisfechas todas las horas de sacrificio
purificador del alma, las intenciones traídas en el corazón, el agradecimiento
por la intercesión y cuidado de la Madre de Dios, en los asuntos de familia, de
trabajo, de salud, de vida. Los sollozos, los cantos, el silencio, el abrazo,
lo dijeron todo.
Entraron a la Basílica de Guadalupe,
cantando a voz en cuello, con lágrimas en los ojos y el gozo profundo en el
Espíritu de Dios reflejado en sus rostros, las peregrinas y los peregrinos de
la Diócesis de Querétaro, después de vivir 15 días de intensas jornadas de
oración, reconciliación, Eucaristía y fraternidad. Algunos caminaron por
primera vez, otros por 2a, 10a, o hasta 40ª ocasión.
“Después de peregrinar durante estos días,
llegamos hasta este santuario para contemplar a nuestra Madre del cielo…. Han
bastado unos instantes, al pasar frente a su bendita imagen, para entrecruzar
las miradas y poder así sentir y experimentar ese amor y esa ternura, que nos
recuerdan que no estamos solos en el camino de nuestra vida”, señaló Mons.
Faustino Armendáriz, Obispo de Querétaro.
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