La Basílica de
Guadalupe recibió la primera peregrinación de la Diócesis de El Paso, Texas
(USA). Su Obispo Mons. Seitz agradeció y expresó su alegría por estar en el
Santuario. A quienes escuchaban la misa en la transmisión por radio, en la
Diócesis de El Paso, les pidió unirse con sus oraciones.
Reconoció que vienen a orar y a escuchar el mensaje que nuestra dulce
Madre dijo a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin: “¿No estoy yo aquí que tengo el
honor de ser tu madre?...”, y les indicó que nuestra Madre es una verdadera
intercesora ante el Señor, “para nuestras vidas, para nuestra salvación”.
Dios, subrayó, entiende esta necesidad humana, siempre dice la verdad,
pero nosotros no siempre entendemos lo que está diciendo en nuestros corazones.
Por eso su hijo Jesucristo vino para compartir nuestra vida, acercarse a
nuestro sufrimiento y morir en la cruz, que fue una afirmación de su amor y su
salvación.
Indicó que en el Evangelio, Jesucristo da este mensaje cuando nos enseña
que sólo se puede reconocer un árbol por sus frutos. En este sentido podemos
entender por qué María, para nosotros los católicos, no es simplemente una mujer
como todas. Como Madre nuestra, subrayó, Ella continúa produciendo buen fruto
para sus hijos aquí en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, “no
solamente podemos recordar cómo ha mostrado el amor de Dios, (además) podemos
ver un signo incomparable de su amor: la Tilma de san Juan Diego”.
Ella está presente, expresando su amor y ternura para sus hijos e hijas
más necesitados: los pobres, los migrantes y refugiados, los enfermos, los que
están en las periferias de la vida, así como estuvo presente para los indígenas
en tiempos de san Juan Diego.
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