La
Iglesia Particular de Orizaba, pueblo de Dios que camina al cielo, viene desde
la región de las altas montañas de Veracruz, a ponerse a los pies de nuestra
querida Madre, Santa María de Guadalupe, ‘la Madre del Verdadero Dios por quien
se vive’. Venimos a verla y a que Ella nos mire, porque somos sus hijos y
queremos sentirnos envueltos en su amor y ternura maternal”.
Así lo
afirmó el Obispo Mons. Eduardo Cervantes Merino, al venir a “la casita” que
Ella pidió que se le construyera; que es de Ella y de todos los bautizados,
discípulos y misioneros de su Hijo Jesús. Es aquí donde de modo especial nos
manifiesta su amor, oye nuestros lamentos y remedia nuestras miserias y
dolores. Así se lo dijo a San Juan Diego y así nos lo repite a nosotros,
aseguró.
Puso de
manifiesto que la familia de Dios que conforma la Iglesia de Orizaba, tiene un
gran amor a nuestra Madre de Guadalupe y le rezan en familia, en los barrios,
colonias y comunidades. Su imagen ocupa un lugar muy especial en templos y
hogares, y hasta en parques y calles de la diócesis. Por ello la peregrinación
es un signo de amor, veneración y confianza “de todos nosotros, pastores y
pueblo de Dios, que buscamos y queremos encontrar la mirada de nuestra Madre”,
el abrazo que nos envuelve de calidez y fortaleza. “Queremos sentir su protección
y ánimo que nos invita a escuchar a su Hijo y hacer lo que Él nos diga”,
señaló.
Aseguró
que Santa María ha llenado de alegría y sentido la vida de la Nación Mexicana,
y ha penetrado en la cultura de nuestros pueblos. En ese sentido hizo hincapié
en los signos que trajeron de su cultura -- cantos, alabanzas, danza y banda--,
la cual ha sido iluminada por la luz del Evangelio que es Jesús. “Es así que
nuestra peregrinación fortalece el caminar al Cielo que cada día realizamos”.
Mons.
Cervantes puso de manifiesto la gratitud de su pueblo a Santa María, y su
petición de que siga fortaleciendo su empeño para vivir las enseñanzas del
Evangelio, en la familia y sociedad en general. “Queremos que las comunidades
parroquiales crezcan en ardor evangélico para anunciar con alegría a Jesús,
llevarlo con entusiasmo y valentía a nuestro modo de vivir y actuar”.
Encomendó
a las familias para que sean santuarios de vida y amor, donde se cuida la vida,
se educa en la fe y “crezcamos en valores”. Y pidió porque Santa María les
ayude a cuidar a la madre tierra que Ella bendijo con sus pies desde este Cerro
del Tepeyac.
Puso a
los pies de la Madre del Cielo, las tristezas y necesidades que les lastiman, y
resaltó que Santa María colma de fe y esperanza, enseña a vivir, e invita a
construir comunión. Ella es modelo de seguimiento de Cristo y lo presenta para
que lo conozcamos pues sólo Él es Camino, Verdad y la Vida. En este punto,
agradeció a la Virgen por fortalecer nuestra vida en Cristo.
“Ilumínanos para que con generosidad, laicos, religiosas,
seminaristas, sacerdotes y obispo, elaboremos un proyecto diocesano en el que
todos nos involucremos para responder a las necesidades de la evangelización
del mundo de hoy…Bendícenos con la paz que tanto necesita nuestra región…”, oró
ante la Reina de México.
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