Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

domingo, 13 de diciembre de 2015

- La Virgen en Guadalupe hace Iglesia

La aparición de la Virgen de Guadalupe, su historia y la devoción que existe, es más actual que nunca:

La Virgen “hace Iglesia, es madre de la Iglesia porque al primero que le pide que intervenga es a un laico: Juan Diego. Lo primero que Ella menciona es el nombre del laico, es a él a quien hace partícipe de la misión que trae y al que deja ver su maravilloso rostro”. La Virgen además “integra a un indígena y a un español, los reúne como una sola familia y toma su nombre: Santa María de Guadalupe”.
El P. Chávez explica Guadalupe “integra lo judío y lo árabe, porque Ella es de origen judío y ‘Guadalupe’ es un nombre árabe”. “Está, por tanto, reconciliando con misericordia a estas dos culturas y religiones”.
“El 12 de diciembre es el momento más importante de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Se apareció del 9 al 12 de diciembre de 1931, pero es más que una aparición porque es una mujer embarazada (tiene una cinta oscura encima del vientre, es una mujer de espera, de Adviento, es el Arca viviente de la Alianza, como decía Benedicto XVI”.
El sacerdote señala que durante todo el año, el Santuario de Guadalupe en México “recibe unos 20 millones de peregrinos, pero en la semana de sus fiestas recibimos diez millones”, lo que “hace ver la importancia de este día para toda América, porque es patrona de allí desde 1910, pero esto se confirma en 1933”. “Es patrona de Filipinas desde 1935 y de todo el continente Americano desde Alaska hasta la Patagonia en 1999”. Se trata de algo además “actual”. “Es patrona de la vida y así la tienen en muchas partes del mundo”, asegura.
Respecto a la devoción que le tiene el Papa Francisco, revela que “tengo conocimiento de que se encomendó a Ella cuando le operaron del pulmón hace muchos años y le tiene una gran devoción, pero fue grande mi sorpresa al saber que siendo Arzobispo de Buenos Aires inició allí la construcción de la Parroquia de San Juan Diego”. “Incluso el Papa lo pone como patrono de los floristas. Una vez me dijo que esto era porque nadie ha recibido flores más hermosas que este laico”.
“El amor que tiene Francisco a la Virgen de Guadalupe y a San Juan Diego es un amor extendido a la que fue su Arquidiócesis, Buenos Aires”, señala.
El Papa visitará México el próximo mes de febrero y Nuestra Señora de Guadalupe será sin duda protagonista. “El Papa tiene muy claro que Ella es patrona de toda América, es muy importante que vaya al lugar espiritual de toda América. Una vez me dio ánimos y me pidió que siguiera iluminando a través de la Virgen de Guadalupe, así que veo la gran importancia que tiene el Santuario para el Papa”.
“Estamos ansiosos de su visita. Sabemos que el 13 de febrero celebrará en el Santuario y se están haciendo muchos preparativos porque además queremos darle y mostrarle lo mejor. Lo que tenemos que trabajar bien es una verdadera conversión de nuestro pueblo, ese es el mejor regalo que podemos hacer al Papa y a la Iglesia”, asegura el P. Eduardo Chávez.


martes, 8 de diciembre de 2015

- San Juan Diego, 9 diciembre

«Este mexicano autóctono pervive vinculado a la advocación de la Virgen de Guadalupe, que se le apareció haciéndole protagonista de una de las grandes escenas, cuajadas de lirismo, que marcan un hito en la historia de las apariciones marianas»

En el entorno de la festividad de la Inmaculada Concepción, entre otros, la Iglesia celebra el 9 de diciembre la existencia de Juan Diego, que pervive para siempre vinculado a María, bajo su advocación de la Virgen de Guadalupe. Este santo indígena encarna en sí mismo una de las hermosísimas historias de amor que conmueven poderosamente. Inocencia y dulzura forman una perfecta simbiosis en su vida que instan ciertamente a perseguir la santidad y permiten comprender qué pudo ver en él la Reina del Cielo, excelso modelo de virtudes, para hacerle objeto de su dilección.
Nació en Cuauhtitlán perteneciente al reino de Texcoco, México, regido entonces por los aztecas, hacia el año 1474. Debía llevar escrito en su nombre, que significaba «águila que habla», la nobleza de esta majestuosa ave que vuela desafiando a las tempestades, de cara al infinito. Era un indio de la etnia chichimecas, sencillo, lleno de candor, sin doblez alguna, de robusta fe, dócil, humilde, obediente y generoso. Un hombre inocente que, cuando conoció a los franciscanos, recibió el agua del bautismo y se abrazó a la fe para siempre encarnando con total fidelidad las enseñanzas que recibía. Un digno hijo de Dios que no dudaba en recorrer 20 km. todos los sábados y domingos para ir profundizando en la doctrina de la Iglesia y asistir a la Santa Misa. Tuvo la gracia de que su esposa María Lucía compartiera con él su fe, y ambos, enamorados de la castidad, después de ser bautizados hacia 1524 o 1525 determinaron vivir en perfecta continencia. María Lucía murió en 1529, y Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino que residía en Tulpetlac, a 14 km. de la iglesia de Tlatelolco-Tenochtitlan, lo cual suponía acortar el largo camino que solía recorrer para llegar al templo.
La Madre de Dios se fijó en este virtuoso indígena para encomendarle una misión. Cuatro apariciones sellan las sublimes conversaciones que tuvieron lugar entre Ella y Juan Diego, que tenía entonces 57 años, edad avanzada para la época. El sábado 9 de diciembre de 1531 se dirigió a la Iglesia. Caminaba descalzo, como hacían los de su condición social, y se resguardaba del frío con una tilma, una sencilla manta. Cuando bordeaba el Tepeyac, la tierna voz de María llamó su atención dirigiéndose a él en su lengua náuhatl: «¡Juanito, Juan Dieguito!». Ascendió a la cumbre, y Ella le dijo que era «la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios». Además, le encomendó que rogase al obispo Juan de Zumárraga que erigiese allí mismo una iglesia. Juan Diego obedeció. Fue en busca del prelado y afrontó pacientemente todas las dificultades que le pusieron para hablar con él, que no fueron pocas. Al transmitirle el hecho sobrenatural y el mensaje recibido, el obispo reaccionó con total incredulidad. Juan Diego volvió al lugar al día siguiente, y expuso a la Virgen lo sucedido, sugiriéndole humildemente la elección de otra persona más notable que él, que se consideraba un pobre «hombrecillo». Pero María insistió. ¡Claro que podía elegir entre muchos otros! Pero tenía que ser él quien transmitiera al obispo su voluntad: «…Y bien, de nuevo dile de qué modo yo, personalmente, la siempre Virgen Santa María, yo, que soy la Madre de Dios, te mando».
El 12 de diciembre, diligentemente, una vez más fue a entrevistarse con el obispo. Éste le rogó que demostrase lo que estaba diciendo. Apenado, Juan Diego regresó a su casa y halló casi moribundo a su tío, quien le pedía que fuese a la capital para traer un sacerdote que le diese la última bendición. Sin detenerse, acudió presto a cumplir con este acto caritativo, saliendo hacia Tlatelolco. Pensó que no era momento para encontrarse con la Virgen y que Ella entendería su apremio; ya le daría cuenta de lo sucedido más tarde. Y así, tras esta brevísima resolución, tomó otro camino. Pero María le abordó en el sendero, y Juan Diego, impresionado y arrepentido, con toda sencillez expresó su angustia y el motivo que le indujo a actuar de ese modo. La Madre le consoló, le animó, y aseguró que su tío sanaría, como así fue. Por lo demás, enterada del empecinamiento del obispo y de su petición, indicó a Juan Diego que subiera a la colina para recoger flores y entregárselas a Ella.
En el lugar señalado no brotaban flores. Pero Juan Diego creyó, obedeció y bajó después con un frondoso ramo que portó en su tilma. La Virgen lo tomó entre sus manos y nuevamente depositó las flores en ella. Era la señal esperada, la respuesta que vencería la resistencia que acompaña a la incredulidad. Más tarde, cuando el candoroso indio logró ser recibido por el obispo, al desplegar la tilma se pudo comprobar que la imagen de la Virgen de Guadalupe había quedado impregnada en ella con bellísimos colores. A la vista del prodigio, el obispo creyó, se arrepintió y cumplió la voluntad de María.
Juan Diego legó sus pertenencias a su tío, y se trasladó a vivir en una humilde casa al lado del templo. Consagró su vida a la oración, a la penitencia y a difundir el milagro entre las gentes. Se ocupaba del mantenimiento de la capilla primigenia dedicada a la Virgen de Guadalupe y de recibir a los numerosos peregrinos que acudían a ella. Murió el 30 de mayo de 1548 con fama de santidad dejando plasmada la aureola de la misma no sólo en México sino en el mundo entero que sigue aclamando a este «confidente de la dulce Señora del Tepeyac», como lo denominó Juan Pablo II. Fue él precisamente quien confirmó su culto el 6 de mayo de 1990, y lo canonizó el 31 de julio de 2002.

martes, 24 de noviembre de 2015

- La Virgen educa a Juan Diego sobre la muerte

…”el mensaje de la Virgen de Guadalupe debe suscitar la fe en la vida eterna que su amado Hijo nos ofrece, ya que nuestra vida no está marcada por el signo de la muerte…”

...”Juan Diego encontró la razón de su misma vida, que era ser el servidor de Dios por medio de María, y para el humilde indígena esta misión le daba, claramente, la razón de su existir, ya que comprendió que todos hemos sido creados para la vida, no para la muerte.”

…”Juan Diego bajó del cerro con las bellísimas flores en su tilma y se las mostró a la Virgen de Guadalupe, quien lo había esperado en el llano del Tepeyac. Ella, con sus delicadas manos, colocó cada una de las flores en su justo lugar dentro de la tilma de san Juan Diego; esto es muy significativo, pues la Virgen de Guadalupe colocó la verdad de Dios en la persona humana; esto es un signo de una profunda inculturación, es decir, Ella pone la verdad de Dios en cada corazón.”

…”De esta manera, todo el Acontecimiento Guadalupano es signo de amor y de misericordia divina, signo de la vida y no de la muerte; signo por el cual se inicia la edificación de la “casita sagrada”, hogar del Dios omnipotente, que comienza en nuestro corazón. Así que los “fieles difuntos” pueden descansar en paz, pues encontrarán la vida eterna, permanecerán siempre en la “casita sagrada” del amor de Dios, en ese hogar lleno de misericordia.”

En este mes de Noviembre se conmemora el día de los fieles difuntos. Y es precisamente en este tiempo donde el mensaje de la Virgen de Guadalupe debe suscitar la fe en la vida eterna que su amado Hijo nos ofrece, ya que nuestra vida no está marcada por el signo de la muerte, como lo expresó san Juan Diego cuando estaba muy preocupado y ansioso por la terrible y mortal enfermedad que su tío, Juan Bernardino padecía, cuando expresó su dolor diciéndole a la Virgen de Guadalupe: “A eso vinimos, a esperar el trabajo de nuestra muerte”; entendemos por lo que estaba pasando Juan Diego, pero nuestra vida, como hijos de Dios y de Santa María de Guadalupe, está marcada por el signo de la vida, no de la muerte.
La Virgen de Guadalupe nos dice, como se lo dijo a san Juan Diego, “no tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu madre?” y nos asegura su protección, su resguardo, nos recuerda que Ella es la fuente de nuestra alegría y que estamos en el hueco de su manto, en el cruce de sus brazos. Ella nos da, nos ofrece, “su Amor-Persona, Amor pleno y verdadero, Amor que es el mismo Dios y Señor, el Dueño de la vida, el Dueño del universo, el Dueño de toda la creación, el verdaderísimo Dios por quien se vive”.
El Señor, el Mesías, el Salvador y el Redentor vino a encontrarse con el ser humano, con nosotros, por medio de Santa María de Guadalupe, por ello, Juan Diego no debía tener miedo, que su tío ya estaba bien, ya había sanado; el humilde indio macehual mantuvo y profundizó su fe, pues creyó lo que le decía Santa María de Guadalupe, es más, en ese momento, Juan Diego se manifestó con un sentimiento plenamente libre, y de inmediato se puso en las manos de María para que se cumpliera la voluntad de la Virgen que era la edificación de una “casita sagrada”, el hogar del Dios omnipotente; y le suplicó que le hiciera el gran honor de ser su servidor y su mensajero; y es cuando la Virgen de Guadalupe le pidió que subiera a la cumbre del cerro del Tepeyac por recoger el signo que había que llevarle al obispo: flores extraordinarias, flores llenas de vida que ahí encontraría en ese cerro muerto, árido, pedregoso y en un tiempo que helaba, es decir, signo de muerte. Sin embargo, Juan Diego no dudó, antes reforzó aún más su fe, como después se lo expresaría al mismo obispo. Juan Diego encontró la razón de su misma vida, que era ser el servidor de Dios por medio de María, y para el humilde indígena esta misión le daba, claramente, la razón de su existir, ya que comprendió que todos hemos sido creados para la vida, no para la muerte.
Efectivamente, en la cumbre del cerro del Tepeyac, Juan Diego encontró todo un vergel de hermosísimas flores, tan extraordinarias que las creía de otro mundo, como de allá de donde eran los conquistadores, de Castilla, por ello les llamaba: “Flores de Castilla”, flores maravillosas y extraordinarias, que además lanzaban un perfume suavísimo, es importante saber que para los indígenas todo esto comprendía un cúmulo de signos que manifestaba la presencia de la divinidad.
De este modo, son las flores, inicialmente, la señal; y digo, inicialmente, pues cuando Juan Diego colocó estas flores en su tilma; es importante saber que para el indígena, la tilma representaba su propia persona; pues la tilma servía para cubrirse y protegerse del frío y de los rayos del sol; así como para ser consagrados desde el nacimiento, también se usaba para el matrimonio ya que se ataba el huipil de la mujer con la tilma del varón, uniendo a las personas en matrimonio; también la tilma se usaba para sembrar o cosechar; incluso bordaban en la tilma los diseños con los que se representaba la misión que tenían en la comunidad y, con ello, también certificaban la dignidad de la persona y, finalmente, la tilma servía como mortaja, pues con ella se envolvía el cadáver de su propietario. En pocas palabras, la tilma representa a la persona misma.
Posteriormente, Juan Diego bajó del cerro con las bellísimas flores en su tilma y se las mostró a la Virgen de Guadalupe, quien lo había esperado en el llano del Tepeyac. Ella, con sus delicadas manos, colocó cada una de las flores en su justo lugar dentro de la tilma de san Juan Diego; esto es muy significativo, pues la Virgen de Guadalupe colocó la verdad de Dios en la persona humana; esto es un signo de una profunda inculturación, es decir, Ella pone la verdad de Dios en cada corazón. De esta manera, Juan Diego ya estaba preparado para ir delante del obispo para creer en su mensaje y hacer una realidad el construir esa “casita sagrada” que tanto deseaba; así que cuando Juan Diego llegó delante del obispo Zumárraga desenrolló su blanca tilma y le entregó las flores divinas.
Y es en ese preciso momento que la portentosa y hermosa Imagen de la Virgen de Guadalupe se imprimió, se estampó, en la humilde tilma de san Juan Diego, una Imagen de una doncella que. al mismo tiempo, está en cinta, y es Madre, como Ella misma se lo expresó a su humilde mensajero: “yo soy en verdad la perfecta siempre Virgen Santa María, que tengo el honor y la dicha de ser madre del verdaderísimo Dios por quien se vive…” (Nican Mopohua, v. 26). De esta manera, todo el Acontecimiento Guadalupano es signo de amor y de misericordia divina, signo de la vida y no de la muerte; signo por el cual se inicia la edificación de la “casita sagrada”, hogar del Dios omnipotente, que comienza en nuestro corazón. Así que los “fieles difuntos” pueden descansar en paz, pues encontrarán la vida eterna, permanecerán siempre en la “casita sagrada” del amor de Dios, en ese hogar lleno de misericordia.
      Boletín Guadalupano, Noviembre 2015

lunes, 9 de noviembre de 2015

- Madre de la civilización del Amor

"Pienso que cualquiera que vea esta película aprenderá cosas nuevas y obtendrá una mayor apreciación de la Virgen de Guadalupe", afirmó Carl Anderson quien destacó que la Virgen de Guadalupe fue y sigue siendo un modelo de evangelización para todo el mundo.

"Ella no sólo transformó América en el hemisferio cristiano, sino que aún permanece como un modelo de inculturación, de diálogo entre las culturas, de sanación y sobre todo de amor", continuó Anderson. "Amorosamente nos muestra el mensaje del Evangelio de su Hijo. No es casualidad que la imagen sea el icono religioso más reconocible en este hemisferio y que se venere desde Alaska hasta Argentina"

La milagrosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe tiene siglos de antigüedad y su mensaje a San Juan Diego se ha traducido a varios idiomas en los últimos años. Se han escrito innumerables libros sobre esta aparición y la propia tilma ha sido objeto de intensas investigaciones por parte de científicos.

Entonces, ¿qué otra cosa más podemos aprender sobre la Virgen de Guadalupe y su mensaje?

¡Muchísimo!, asegura el Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, Carl Anderson, quien junto con el postulador de la causa para la canonización de San Juan Diego, Mons. Eduardo Chávez Sánchez, han producido el nuevo documental "Guadalupe: El milagro y el Mensaje".
"Creo que la mayoría de las personas tiene muy poca comprensión del códice dentro de la propia imagen, y el documental ayuda a explicar exactamente por qué los símbolos que aparecen en ella son tan importantes y tuvieron tal resonancia", explicó Anderson a ACI Prensa.
Lo que muchos no se dan cuenta, continuó Anderson, es que la milagrosa imagen en la tilma es en realidad una especie de mapa lleno de símbolos que el pueblo azteca habría reconocido fácilmente.
La nueva película está basada en el Best Seller del New York Times, "Nuestra Señora de Guadalupe: Madre de la Civilización del Amor", de los mismos Anderson y Mons. Chávez. 
Narrada por el actor Jim Caviezel, el documental trae a la pantalla la historia detrás de una de las imágenes religiosas más fácilmente reconocibles con animaciones en 3D, recreaciones y comentarios de expertos.
"Pienso que cualquiera que vea esta película aprenderá cosas nuevas y obtendrá una mayor apreciación de la Virgen de Guadalupe", afirmó Anderson .
El documental muestra que mientras el conquistador español Hernán Cortés había declarado ilegal la práctica de los sacrificios humanos, los aztecas presenciaban el colapso de su imperio, la esclavitud de su pueblo por parte de los españoles y la pérdida catastrófica de vidas a causa de una enfermedad virulenta que penetraba en su población.
"En el momento de su aparición, los indígenas de México estaban anticipando el fin del mundo", subrayó Anderson.
"Para entender el impacto que la Virgen de Guadalupe tuvo en la población nativa realmente debes ponerte en la situación de estas personas que experimentaron el colapso del Imperio Azteca y también su sentido de la religión", explica Anderson en el documental. "Recordemos los terroríficos rostros de las deidades aztecas que estaban allí para recibir los sacrificios humanos".
Los misioneros españoles también reconocieron la grave situación de la Ciudad de México. El Obispo Juan de Zumárraga estaba tan disgustado con los abusos cometidos contra la población nativa por parte el nuevo gobierno español, que sentía que a menos que se produjera un milagro, la Ciudad de México desaparecería. Incluso fue aún más lejos y pidió a todos los sacerdotes abandonar la ciudad hasta que el gobierno cambiara su actuar.
Afortunadamente, el esperado milagro llegó por manos de la Virgen María, quien se apareció al humilde campesino Juan Diego, diciéndole que Mons. Zumárraga tenía que construir un santuario para ella en la cima del Tepeyac .
En los años que siguieron, incluso en medio de las continuas luchas con el gobierno español, ocurrió una de las conversiones más grandes de la historia de la Iglesia con nueve millones de indígenas bautizados.
"Su aparición, su mensaje y el códice en su tilma - las imágenes dentro de la imagen que habrían leído tan claramente los indígenas - introdujo el cristianismo de una manera en que invitaba al pueblo de México a una nueva esperanza en el Evangelio de Jesucristo, presentada por su Madre", comentó Anderson .
Por ejemplo, la capa azul-verde que María lleva en la imagen habría indicado inmediatamente a los indígenas que se trataba de alguien importante al ser un color que solo podía usar un emperador. El pelo suelto era un estilo que sólo llevaban las vírgenes, mientras que la cinta negra alrededor de su cintura indicaba que estaba embarazada.
"Creo que su mensaje de amor, su aparición como una mujer embarazada y su modelo de una civilización del amor son todos elementos que tienen en su esencia la llamada a construir una cultura de la vida ", aseguró Anderson .
"No sólo en su imagen sino también en haber elegido a Juan Diego como su mensajero, ella mostró un amor profundo a cada persona, incluso a los más pequeños y humildes, a quienes algunos veían como un inconveniente. Esto sumado a su aparición como una mujer encinta, con un niño no nacido, su mensaje es inequívoco”.
Pese a que a menudo se asocia a la cultura mexicana, Anderson destacó que la Virgen de Guadalupe fue y sigue siendo un modelo de evangelización para todo el mundo.
"Ella no sólo transformó América en el hemisferio cristiano, sino que aún permanece como un modelo de inculturación, de diálogo entre las culturas, de sanación y sobre todo de amor", continuó Anderson. "Amorosamente nos muestra el mensaje del Evangelio de su Hijo. No es casualidad que la imagen sea el icono religioso más reconocible en este hemisferio y que se venere desde Alaska hasta Argentina".
Visitar el sitio web del documental:  http://www.guadalupethefilm.com/es/index.html

LOS ÁNGELES, 08 Nov. 15-


lunes, 21 de septiembre de 2015

- Oran en Guadalupe para crecer en la Fe

…”la fe tiene repercusiones y proyecciones claras en la vida personal, familiar, la escuela, la sociedad, el trabajo, la economía, la política, en los medios de comunicación, pero tendrá fruto en la medida que esa fe nazca del encuentro con Jesús y de seguir el ejemplo de María.
Señaló que la verdadera devoción a Santa María es sentir su protección pero sobre todo, imitarla; aceptar a Jesús en la mente y el corazón, como ella lo aceptó antes de tenerlo en su vientre. “Por eso la Virgen María es la persona más santa, más grande, porque fue la persona más cercana a Jesús”… por ser aquella que escucha la Palabra, la guarda en su corazón de tal manera que da frutos en la vida.
“¿Cómo guardaría María la Palabra de Dios en su corazón? Con una fe vívida, sostenida hasta el pie de la cruz”.

LA DIÓCESIS DE LÁZARO CÁRDENAS ORA PARA CRECER EN LA FE
Venidos desde la costa de Michoacán, a más de 500 kilómetros de distancia, pasando por Morelia y Uruapan, los peregrinos y sacerdotes de la Diócesis de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, oraron ante Santa María de Guadalupe para crecer en una fe más valiente, creativa y fiel, ante los desafíos actuales, y encomendaron a quienes sufren la violencia y a los gobernantes.
Mons. Armando Antonio Ortíz Aguirre, Obispo de Lázaro Cárdenas, destacó que la fe no es un conjunto de dogmas o doctrinas que hay que aceptar ciegamente; no es un únicamente un conjunto de mandamientos que hay que cumplir para que nos vaya bien, para que Dios no nos castigue; la fe es aceptar a la persona de Jesús, abrir nuestra mente y nuestro corazón para creerle, escucharlo y seguir sus caminos, “cueste lo que cueste”.
Abundó que la fe tiene repercusiones y proyecciones claras en la vida personal, familiar, la escuela, la sociedad, el trabajo, la economía, la política, en los medios de comunicación, pero tendrá fruto en la medida que esa fe nazca del encuentro con Jesús y de seguir el ejemplo de María.
Señaló que la verdadera devoción a Santa María es sentir su protección pero sobre todo, imitarla; aceptar a Jesús en la mente y el corazón, como ella lo aceptó antes de tenerlo en su vientre. “Por eso es la persona más santa, más grande, porque fue la persona más cercana a Jesús”, y no por ser la madre física, sino por ser aquella que escucha la Palabra, la guarda en su corazón de tal manera que da frutos en la vida.
“¿Cómo guardaría María la Palabra de Dios en su corazón? Con una fe vívida, sostenida hasta el pie de la cruz”, aseguró. Y resaltó que vinieron al Tepeyac para decirle a la Virgen: “Dichosa tú porque escuchas la Palabra de Dios”, y porque quieren crecer en la fe, vivir de una manera nueva su catolicismo, el cual como lo han vivido “nuestros padres, nuestros abuelos, y lo vivimos todavía”, ha dado para mucho, pero ante los desafíos de los nuevos tiempos “nuestra fe y nuestro catolicismo” tienen que vivirse de ma­nera más valiente, más creativa, más constante y más fiel.
En ese sentido Mons. Ortíz encomendó sus trabajos pastorales, la formación de los sacerdotes y los seminaristas; a los consagrados y consagradas en este año dedicado a ellos; a las familias, los niños, los adolescentes, los jóvenes, a los matrimonios, para que crezcan en su amor y en el amor a Dios, de tal manera que su vida y su entorno se transformen. “Que crezcamos en la fe que hemos recibido. Que crezcamos en el amor a tu Hijo y en el amor entre nosotros”, finalizó.

En la Oración Universal la asamblea oró porque María sea consuelo para los que sufren y esperanza para los que se sienten decaídos; porque los fieles den un claro testimonio de fe cristia­na; por la paz en Michoacán y Guerrero; por quienes han sido víctimas de la violencia; por quienes violentan a su prójimo para que el Señor les toque el corazón, y para que los gobernantes trabajen por la paz.
(Boletín Guadalupano, Agosto 2015)

- Chiapas viene a orar por la paz

… “A Santa María de Guadalupe le querían presentar sus penas y dolores por las múltiples divisiones, violencia, corrupción y desconfianza; por las muertes incomprensibles de los niños vacunados; de muchos más que fallecen; de las madres que al dar a luz pierden su vida; de la roya que está acabando sus cafetales y los precios injustos de sus productos del campo. Del dolor de la familia, del alcohol que destruye sus hogares y del engaño que tantas consecuencias ha traído.”

Santa María de Guadalupe fue visitada por los hermanos en la fe de Chiapas, luego de recorrer los caminos del sur hasta la ciudad de México durante casi 20 horas, para presentarle su acción de gracias y sus oraciones por la paz y el progreso de México. En la Celebración Eucarística participaron 20 sacerdotes y cinco obispos de la Provincia chiapaneca, encabezados por Mons. Felipe Arizmendi.
“Hoy Chiapas se pone a los pies de María, y viene a cantarle y viene a decirle y viene a alabarle y viene a darle gracias. (…) todos los peregrinos traen en sus ojos los paisajes, la selva, la montaña, las cascadas, las playas, para presentarlos y estar aquí con María nuestra dulce piadosa Madre”. Así lo afirmó Mons. Enrique Díaz Díaz, Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas, al señalar que cada uno de sus feligreses trajo un sincero: “Gracias Madre”.
Entre los motivos de agradecimiento, recordó los 75 años de vida de “Tatic Felipe” (Mons. Felipe Arizmendi), nueve años de obispo en Tapachula, 15 años en San Cristóbal y casi 25 años en la Provincia de Chiapas. “Gracias Mamá María por sostenerlo y por animarlo”.
Enseguida, añadió que así como cuando se visita al compadre, luego de saludar y agradecer a Santa María, querían presentar sus penas y dolores por las múltiples divisiones, violencia, corrupción y desconfianza; por las muertes incomprensibles de los niños vacunados; de muchos más que fallecen; de las madres que al dar a luz pierden su vida; de la roya que está acabando sus cafetales y los precios injustos de sus productos del campo. Del dolor de la familia, del alcohol que destruye sus hogares y del engaño que tantas consecuencias ha traído.
Mons. Díaz aseguró a su feligresía que la respuesta de María a estas situaciones, está en las palabras dichas a san Juan Diego: “¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre?”, así como en nuestro Dios que es familia, relación; que es Padre, Hijo y Espíritu Santo; un Dios, que nos dice a donde vamos y de dónde venimos, que está tan cercano que manda a su Hijo a que esté con nosotros. Un Dios que es fuerza, espíritu, amor, que nos une a todos los hombres.
Explicó que Santa María es la que nos puede enseñar la “grandísima relación” que ella tiene, como hija, con la Santísima Trinidad. Y frente a los problemas mencionados, al contemplarla podemos decir: “¿Por qué no estar con, a favor y amando al hermano, a mi familia, a mi comunidad?”.
Luego encomendó a su pueblo a María e hizo votos porque al persignarse y al amanecer inicien el día diciendo: “yo quiero ser como mi Dios: amor, relación, unidad (…) María vamos otra vez al camino que tú nos acompañas. Y todo lo hacemos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
La celebración estuvo llena de signos de la cultura de Chiapas. Las lecturas se leyeron también en lengua Tzeltal y se presentó una danza para adorar al Santísimo Sacramento. Al respecto, Mons. Arizmendi explicó que la danza no es un espectáculo sino oración e invitó a participar con un ligero movimiento de cuerpo. En tanto, el Grupo San Pedro Apóstol de Tenejapa, animó la liturgia con sus cantos.

Durante el Ofertorio se encendieron 13 velas por la paz. Y al concluir la Celebración, Mons. Leopoldo González González, Obispo de Tapachula, pidió a Dios les ilumine y fortalezca para ser buena noticia en este momento.
(Boletin Guadalupano, Agosto 2015)

jueves, 27 de agosto de 2015

- SANTA MARIA DE GUADALUPE ES MENSAJE DE VIDA

En un momento tan difícil que estamos sufriendo, en donde la violencia, el crimen, la corrupción, el secuestro; así como los asesinatos, los desaparecidos y otros males nos ahogan, el mensaje de la Virgen de Guadalupe adquiere una singular importancia. Un mensaje que seguramente desde hace muchísimos años conocemos, pero que no hemos sabido o querido vivir; y, por ello, el rumbo que se está tomando resulta de preocupante atención, en donde parecería que la vida humana no se valora más y lo peor sería que nos fuéramos “acostumbrando” a este ambiente de muerte y destrucción.
La Virgen de Guadalupe da un mensaje de vida que trasciende tiempos y espacios; si bien, sus apariciones, o diremos con mayor precisión, su encuentro con el ser humano, fueron del 9 al 12 de Diciembre de 1531, Ella siempre se encontrará con el corazón de sus hijos, de una manera muy especial, con el corazón que sufre y que llora. Ella atiende con personal cuidado a los hermanos más aban­donados y despreciados.
Ella ha venido a dar todo su Amor-Persona, que es su amado Hijo, el verdaderísimo Dios por quien se vive. Ella es quien nos entrega al Creador de la vida para que nosotros tengamos vida y la tengamos en abundancia; de esta manera, su mensaje es un mensaje vivo, es un mensaje pleno, es un mensaje eterno.
Este mensaje no puede quedar encerrado, así que el alegre impulso que viene desde adentro, con la fuerza del Espíritu Santo, es entregar este mensaje a los demás, es entregarlo en el servicio, en el perdón, en la misericordia, en el amor; y es así que el mundo puede cambiar, pues el primer movimiento es abrir el corazón al poder del amor de Dios, a la vida de Dios, y con esto seguir descubriendo su Rostro en el rostro de cada hermano, especialmente el rostro del hermano abatido y abandonado y así crear una nueva humanidad, una nueva civilización del Amor de Dios, en donde Dios nos limpia el corazón y el alma y nos sana desde lo más profundo de nuestro ser, dándonos su propia vida. Es este el único camino para sanar nuestra comunidad, nuestra sociedad, nuestro pueblo. Es este el mensaje de vida que nos entrega Santa María de Guadalupe, una madre que nos enseña a seguir y tener un encuentro con el verdadero Dios y Señor, el Dueño de la vida.
Es evidente que esta vida pasa como un soplo, cuando menos se piensa ¡se acabó! Dios nos llamará a su presencia ¿Y qué clase de persona seremos ante Él? ¿Alguien que en realidad nunca vivió, pues sólo fue un ser lleno de soberbia y de rencor, de donde sólo surgió muerte y destrucción? ¿O seremos ese ser que supo poner todo su esfuerzo para que la vida de Dios fuera la fuente de su servicio y de su amor por los demás?
Una vez más, en este mes de Diciembre, vivimos las fiesta de Santa María de Guadalupe, quien nos da el mensaje máximo de la vida, dependerá de todos y cada uno de nosotros si queremos salir de este entorno de muerte y respirar el espíritu de la vida divina que nos da la plenitud que tanto estamos buscando o seguir en el sepulcro de nuestros egoísmos y de nuestros crímenes.

Boletín Guadalupano, Diciembre 2014 (Dr. Eduardo Chávez Sánchez)

domingo, 9 de agosto de 2015

- La Casita sagrada hoy, Homilia Cardenal de México

Homilía pronunciada por el Sr. Cardenal Norberto Rivera C., 
Arzobispo Primado de México, en el XIII Aniversario de la Canonización de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, 
en la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.
31 de julio de 2015

El día de hoy estamos de fiesta, la fiesta del amor de Dios, que se manifestó en este lugar por medio de su Madre, Santa María de Guadalupe, quien eligió a un humilde macehual, san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, como mensajero de este amor de Dios. Estamos en este sagrado, lugar en donde ella quiso se le construyera su “Casita sagrada”, para manifestarlo, para ensalzarlo, para ofrecerlo a Él que es su Amor-Persona. Una “Casita sagrada”, un “templo”, en cuyo centro estaría siempre Jesucristo, su amado Hijo, el verdaderísimo Dios por quien se vive. Ella quería una “casita sagrada”, el hogar del Dios Omnipotente, ya que venía a estar en medio de su familia, es decir, en medio de nosotros.
Y para que se construyera esta “Casita sagrada” era necesario la aprobación del obispo de México, y fue esta, precisamente, la misión de su pequeño hijito, Juan Diego, el llevar este mensaje al obispo, para lograr el consentimiento del mi dignísimo antecesor, fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México.
¡Qué mejor lugar como éste, para manifestar nuestra dicha de que un hombre humilde y sencillo como san Juan Diego haya sido canonizado! Un hombre que cumplió fielmente su misión, pese a las dificultades, y lo logró lleno de la alegría que sólo da la fe. Y decimos que “pese a las dificultades” pues una de las más grandes que tuvo que enfrentar fue el ver a su tío anciano, Juan Bernardino, como iba siendo consumido por la enfermedad y la muerte, y sin que él pudiera hacer nada. Y fue precisamente aquí, en donde la Virgen de Guadalupe le dice que su tío ya estaba bien, que ya había sanado, y Juan Diego tuvo fe, le creyó a la madre de Dios y su madre.
Qué mejor lugar como este para celebrar que san Juan Diego, en un día como hoy, 31 de julio, pero del año de 2002, se proclamó que ya estaba en la “Casita Sagrada del cielo”, que era cierto lo que decían los mismos indígenas sobre la persona de este indígena humilde, que era un “hombre santo”, un “hombre santísimo” y que todo esto fue confirmado en la Santa Misa de Canonización presidida por otro varón santísimo, san Juan Pablo II.
Santa María de Guadalupe viene a que se realice la construcción de esta “Casita sagrada”, que no es otra cosa sino el que todos seamos Familia de Dios, lugar del encuentro con Dios, en la oración, en el diálogo permanente con aquel que es el Amor y es quien más nos ama; una “Casita sagrada” en donde todos nos esforcemos en poner todo nuestro esfuerzo para vivir como hermanos, que nos esforcemos por ser solidarios, misericordiosos, servir, ayudar y amar al otro simplemente por amor. Y así es como siempre actuó María.
Ciertamente, Jesús, José y María tuvieron que vencer muchos problemas, y alguno de estos muy grave como cuando José tomó a su esposa y a su hijo para protegerlos de las manos de aquel que quería destruirlo. Una familia que por el amor de Dios, que los unía, salieron delante de toda dificultad.
Así, la familia actualmente tiene que superar muchas adversidades, como lo recordó nuestro amado Papa Francisco en su visita apostólica en Bolivia en julio pasado, cuando señaló que la familia estaba “amenazada por todos lados”, y enumeró algunas de estas amenazas que buscan destruirla, como por ejemplo: “la violencia doméstica, el alcoholismo, el machismo, las drogas, el desempleo, la inseguridad civil, el abandono de las personas mayores, los niños de la calle, y las pseudo-soluciones generadas por una perspectiva que no ayuda a la familia”, así mismo, el Santo Padre añadió que todo esto que desgarraba a la familia era como “una bofetada a las promesas, a los dones y sacrificios de amor alegremente entregados a la vida que hemos hecho nacer.”
Pero también el Papa Francisco nos dice con una grandísima esperanza que “la muerte no tiene la última palabra”. 
Exactamente como la Virgen de Guadalupe se lo expresó a san Juan Diego: “no tengas miedo, ¿Acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu madre? ¿Acaso no soy tu protección y resguardo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría?...” (Nican Mopohua, v. 119)
Ella misma experimentó la alegría de Dios en su propia familia. Desde el momento en que María tiene la inmensa alegría de ser la Madre de Dios bajo la sombra del Espíritu Santo y, precisamente, siendo inspirada por este mismo Espíritu de Dios, Ella fue a ayudar a su prima Isabel, a servirla para dar la bienvenida a un niño, que representa el milagro de vida gracias a la compasión de Dios, y no podía ser de otra manera, cuando la vida de este niño surgía del vientre estéril de su prima. Por el amor del verdadero Dios misericordioso la familia de María se iba a acrecentar. 
Ser instrumentos del amor de Dios y tener su bendición en la vida de un niño, es un gran don de Dios que llena el corazón de alegría y de alabanza que no puede encerrarse, sino que se proclama con la alegría y la emoción de saberse en los brazos amorosos de Dios, como lo hizo de una manera hermosa la prima de Isabel cuando al ver venir a su prima María, quien venía con Jesús en su Inmaculado vientre y con los brazos abiertos a darle una abrazo lleno de alegría y felicitación, lleno del calor de familia, lanza su testimonio con fuerte y humilde voz: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?” (Lc, 1, 39) Y el fruto de sus entrañas brincaba de alegría, la vida milagrosa que venía de Dios a pesar de todas las contrariedades, saltaba llena de alegría en las entrañas muertas, pero que ahora habían sido tocadas de manera milagrosa por aquel que es el Dueño de la Vida, dice Isabel: “A penas llegó tu saludo a mis oídos el niño saltó de alegría en mis entrañas.” (Lc, 1, 44).
.... Una familia que es regalo de Dios, y en donde todos pusieron su mejor esfuerzo, todo su corazón, todo su amor, en el plan maravilloso y extraordinario de la salvación de Dios.
Un plan de salvación que nos hace plenos en el amor y en la alegría de compartirlo; hacer de todos y, de una manera especial, del hermano más necesitado, nuestra familia. Compartir esta alegría inmensa que se desborda, precisamente como lo dijo Santa María de Guadalupe a san Juan Diego: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy la fuente de tu alegría?” Como también lo dijo el Papa Francisco, “sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas”. (Homilía, 31 de marzo de 2013).
Gracias Dios Omnipotente, Señor de la Vida, por darnos el tesoro de la vida y de la familia, gracias por llamarnos a cada uno de nosotros para que pongamos nuestro mejor esfuerzo en favor de la vida y de la familia, gracias por san Juan Diego que nos dio ejemplo de santidad en la solidaridad, en el cuidado, en la protección, en la atención y en el amor para con la familia, ayúdanos a construir, llenos de alegría, ésta, tu “Casita Sagrada”, en donde siempre se bendiga tu nombre, Dios de la vida, Dios de la familia, Dios del amor.


sábado, 8 de agosto de 2015

- Oración a San Juan Diego

Oración a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin

Querido Juan Diego, muéstranos dónde quiere la Reina del Cielo,
nuestra amada Niña, nuestra Madre, nuestra Señora de Guadalupe
que le edifiquemos su templo;
en qué corazón, en qué alma, en qué espíritu
debemos construir la fe, esperanza y amor.
Dinos dónde recogiste estas hermosas flores
llenas de rocío matinal, dónde estaban arraigadas,
quién las hizo crecer para nosotros, quién las acarició y las acomodó en tu tilma. Queremos ser esas nuevas rosas que florezcan en nuestro valle
a veces tan frío, tan árido de civilidad.
Queremos seguir dibujando con el pincel del Espíritu de Dios el rostro mestizo y moreno de cada habitante de esta ciudad, rostro donde resida y crezca el amor.

Dinos, querido Juan Diego, indio diligente y obediente,
indio noble y paciente, indio fiel y verdadero,
dónde debemos ir, por cuál sendero debemos caminar,
para llevar a este pueblo delante de santa María de Guadalupe,
para que sean escuchados sus ruegos,
sus tristezas, sus llantos,
para que sean acariciados por esas manos cobijadoras de Madre.

Condúcenos, amado Juan Diego,
ante la Muchachita Morena del Tepeyac,
nuestra Madre amorosa y compasiva,
pues creemos en el mensaje del que fuiste testigo
y nos has transmitido como fiel misionero de Dios.
Por ti sabemos que la Reina y Señora
nos ha colocado en su corazón,
que estamos bajo su sombra y resguardo,
que es la fuente de nuestra alegría,
que estamos en el hueco de su manto, en el cruce de sus brazos;
sabemos y estamos seguros de que es ella
quien nos conduce al verdadero Dios por quien vivimos y somos.
Gracias, Juan Diego, varón santo,
felicidad de México, de América y de la Iglesia entera.
Amén. –
+Cardenal Norberto Rivera Carrera

Arzobispo de México

lunes, 27 de julio de 2015

- Presentan penas y dolores desde Chiapas

…”luego de saludar y agradecer a Santa María, querían presentar sus penas y dolores por las múltiples divisiones, violencia, corrupción y desconfianza; por las muertes incomprensibles de los niños vacunados; de muchos más que fallecen; de las madres que al dar a luz pierden su vida; de la roya que está acabando sus cafetales y los precios injustos de sus productos del campo. Del dolor de la familia, del alcohol que destruye sus hogares y del engaño que tantas consecuencias ha traído.
Mons. Díaz aseguró a su feligresía que la respuesta de María a estas situaciones, está en las palabras dichas a san Juan Diego: “¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre?”, así como en nuestro Dios que es familia, relación; que es Padre, Hijo y Espíritu Santo; un Dios, que nos dice a donde vamos y de dónde venimos, que está tan cercano que manda a su Hijo a que esté con nosotros. Un Dios que es fuerza, espíritu, amor, que nos une a todos los hombres.
Explicó que Santa María es la que nos puede enseñar la “grandísima relación” que ella tiene, como hija, con la Santísima Trinidad. Y frente a los problemas mencionados, al contemplarla podemos decir: “¿Por qué no estar con, a favor y amando al hermano, a mi familia, a mi comunidad?”.

Santa María de Guadalupe fue visitada por los hermanos en la fe de Chiapas, luego de recorrer los caminos del sur hasta la ciudad de México durante casi 20 horas, para presentarle su acción de gracias y sus oraciones por la paz y el progreso de México. En la Misa participaron 20 sacerdotes y cinco obispos de la Provincia chiapaneca, encabezados por Mons. Felipe Arizmendi, Obispo de San Cristóbal de las Casas.

“Hoy Chiapas se pone a los pies de María, y viene a cantarle y viene a decirle y viene a alabarle y viene a darle gracias. (…) todos los peregrinos traen en sus ojos los paisajes, la selva, la montaña, las cascadas, las playas, para presentarlos y estar aquí con María nuestra dulce piadosa Madre”. Así lo afirmó Mons. Enrique Díaz, Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas, al señalar que cada uno de sus feligreses trajo un sincero: “Gracias Madre”.
Entre los motivos de agradecimiento, recordó los 75 años de vida de “Tatic Felipe” (Mons. Felipe Arizmendi), nueve años de obispo en Tapachula, 15 años en San Cristóbal y casi 25 años en la Provincia de Chiapas. “Gracias Mamá María por sostenerlo y por animarlo”.
Enseguida, añadió que así como cuando se visita al compadre, luego de saludar y agradecer a Santa María, querían presentar sus penas y dolores por las múltiples divisiones, violencia, corrupción y desconfianza; por las muertes incomprensibles de los niños vacunados; de muchos más que fallecen; de las madres que al dar a luz pierden su vida; de la roya que está acabando sus cafetales y los precios injustos de sus productos del campo. Del dolor de la familia, del alcohol que destruye sus hogares y del engaño que tantas consecuencias ha traído.
Mons. Díaz aseguró a su feligresía que la respuesta de María a estas situaciones, está en las palabras dichas a san Juan Diego: “¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre?”, así como en nuestro Dios que es familia, relación; que es Padre, Hijo y Espíritu Santo; un Dios, que nos dice a donde vamos y de dónde venimos, que está tan cercano que manda a su Hijo a que esté con nosotros. Un Dios que es fuerza, espíritu, amor, que nos une a todos los hombres.
Explicó que Santa María es la que nos puede enseñar la “grandísima relación” que ella tiene, como hija, con la Santísima Trinidad. Y frente a los problemas mencionados, al contemplarla podemos decir: “¿Por qué no estar con, a favor y amando al hermano, a mi familia, a mi comunidad?”.
Luego encomendó a su pueblo a María e hizo votos porque al persignarse y al amanecer inicien el día diciendo: “yo quiero ser como mi Dios: amor, relación, unidad (…) María vamos otra vez al camino que tú nos acompañas. Y todo lo hacemos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
La celebración estuvo llena de signos de la cultura de Chiapas. Las lecturas se leyeron también en lengua Tzeltal y se presentó una danza para adorar al Santísimo Sacramento. Al respecto, Mons. Arizmendi explicó que la danza no es un espectáculo sino oración e invitó a participar con un ligero movimiento de cuerpo. En tanto, el Grupo San Pedro Apóstol de Tenejapa, animó la liturgia con sus cantos.
Durante el Ofertorio se encendieron 13 velas por la paz. Y al concluir la Celebración, Mons. Leopoldo González, Obispo de Tapachula, pidió a Dios les ilumine y fortalezca para ser buena noticia en este momento

-Boletín Guadalupano, Julio 2015 

jueves, 2 de julio de 2015

- Desde Jalisco a Guadalupe con esperanza

VENIMOS PARA ENCONTRAR LOS CAMINOS DE ESPERANZA
Presentaron a la Virgen de Guadalupe, en su Basílica de México, desde Jalisco ante el Altar sus dolores por la realidad que viven, así como sus gozos y sus esperanzas por la Pascua de Jesús
El Obispo expresó las inquietudes que afectan a los feligreses en México y en Jalisco, por la violencia, la corrupción y por la inequidad en que viven 63 millones de mexicanos que no tienen oportunidades de una vida mejor de­bido la injusticia social.
Invitó a imitar a María, la Virgen oyente, y a abrir el corazón para escuchar a Dios e involucrarse con Cristo y con la gente, ofreciendo, participando y comprometiéndose, como Santa María, en favor de sí mismos, de la familia y de los demás.

Santa María de Guadalupe está en lo más profundo, en las raíces, sosteniendo la historia de salvación de la sociedad mexicana

Ante el panorama de inseguridad y muerte que acecha de mil formas, y que no se respetan los derechos humanos, solicitó la intervención de Santa María, “porque un México mejor no se podrá dar olvidando las raíces”, y ahí está ella, “en lo más profundo, sosteniendo la historia de salvación de nuestra sociedad”, pidió a la Virgen que no los abandone en estos momentos y que los fortalezca para defender sus derechos porque sólo con una política sana se puede esperar un México mejor, con el entusiasmo y compromiso de sus hijos.

jueves, 30 de abril de 2015

- María en Guadalupe nos entrega a su Hijo

… El gran deseo de Santa María de Guadalupe aquel frío invierno de 1531, era la construcción de una “casita sagrada”, de un hogar sagrado, de un templo, de una iglesia católica, en donde Ella mostraría, ensalzaría y entregaría todo su Amor-Persona, es decir, su Hijo amado: Jesucristo. Es en este hogar, en esta “casita sagrada”, en este templo, en donde entregaría a su Hijo amado, Jesucristo, como dice la Santísima Virgen María: “a Él, que es mi Amor-Persona”; es decir, que así como el Padre eterno ofrece a su propio Hijo y Jesucristo mismo ofrece su propia vida, también María, su Madre, lo ofrece, lo entrega, para el bien y salvación de todo ser humano.
Y continúa afirmando la Santísima Virgen, que Él es su mirada compasiva, su auxilio y su salvación. El verdadero Dios, Dueño del cielo y de la tierra se manifiesta y se ofrece en totalidad a todos los seres humanos; es más, el Señor pleno de misericordia viene a vivir, a hacer su morada, su hogar, en este pedazo humilde y pobre de la creación, viene a vivir en medio de nosotros. … es Él quien se manifiesta por medio de su Madre Santísima y se entrega por amor a cada uno de nosotros.

EN SANTA MARÍA DE GUADALUPE SE DA UNA VERDADERA MANIFESTACIÓN DEL SEÑOR JESÚS.

La Virgen de Guadalupe se presenta como una mujer embarazada, es decir Ella es el “Arca viviente de la Alianza”, es una mujer Cristo-céntrica”. No es que se realice una segunda Encarnación, ni tampoco, Ella trae una nueva Revelación, ni tampoco Ella proclama otro Evangelio. ¡Nada de eso! Ella es el primer discípulo y misionera del Amor único y eterno de Dios.
Ella viene a proclamar la única Encarnación, la única Revelación, el único Evangelio y, la única Epifanía, o Manifestación del amor de Dios, para la salvación de todos los hombres de la tierra, de todas las generaciones y de todos los lugares.
El gran deseo de Santa María de Guadalupe aquel frío invierno de 1531, era la construcción de una “casita sagrada”, de un hogar sagrado, de un templo, de una iglesia católica, en donde Ella mostraría, ensalzaría y entregaría todo su Amor-Persona, es decir, su Hijo amado: Jesucristo. Es en este hogar, en esta “casita sagrada”, en este templo, en donde entregaría a su Hijo amado, Jesucristo, como dice la Santísima Virgen María: “a Él, que es mi Amor-Persona”; es decir, que así como el Padre eterno ofrece a su propio Hijo y Jesucristo mismo ofrece su propia vida, también María, su Madre, lo ofrece, lo entrega, para el bien y salvación de todo ser humano.
Y continúa afirmando la Santísima Virgen, que Él es su mirada compasiva, su auxilio y su salvación. El verdadero Dios, Dueño del cielo y de la tierra se manifiesta y se ofrece en totalidad a todos los seres humanos; es más, el Señor pleno de misericordia viene a vivir, a hacer su morada, su hogar, en este pedazo humilde y pobre de la creación, viene a vivir en medio de nosotros. Es una verdadera Epifanía del Señor; es Él quien se manifiesta por medio de su Madre Santísima y se entrega por amor a cada uno de nosotros.
Todo esto converge asombrosamente con la visión de san Juan en el libro del Apocalipsis cuando dice: “Después tuve la visión del Cielo Nuevo y de la Nueva Tierra. Pues el primer cielo y la primera tierra ya pasaron; en cuanto al mar ya no existe. Entonces vi la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, del lado de Dios, embellecida como una novia engalanada en espera de su prometido. Oí una voz que clamaba desde el trono: «Ésta es la morada de Dios entre los hombres, fijará desde ahora su morada en medio de ellos y ellos serán su pueblo y el mismo será Dios-con-ellos. Enjugará toda lágrima de sus ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo, ni gemidos, ni penas porque todo lo anterior ha pasado.»” (Apocalipsis 21, 1-4).
Esto nos lleva a lo importante y trascendental de este acontecimiento, ya que, como confirmamos, es el encuentro del verdadero Dios con los seres humanos de corazón humilde y esto se logra por medio de Santa María de Guadalupe; y también por la participación del humilde indígena, Juan Diego, a quien se le pidió también poner todo su esfuerzo y su voluntad, para construir juntos este nuevo hogar cósmico, templo, “casita sagrada”, podemos decir, iglesia católica centrada en el inmenso y verdadero amor de Dios para toda la humanidad.
Ahora comprendemos mejor la gran admiración y la inmensa alegría que suscitaría entre los indígenas el conocimiento de este gran suceso, cuando Juan Diego lo informara en su momento; pues serán conscientes que este encuentro con Ella, al mismo tiempo, era un encuentro con el único y verdadero Dios. La alegría no cabría en sus corazones al ser testigos de que el “Dios por quien se vive” venía a encontrarse con ellos, se les manifestaba totalmente con ternura; que a ese Dios sí le importaban, que ese Dios es amor y que ahora venía a ellos por medio de lo más significativo y amado para Él que era su propia Madre, a quien hizo nuestra Madre y Ella aceptó, en el momento de su entrega total, en el sacrificio pleno en la cruz, entregando su vida por nosotros.
La manifestación de Jesucristo Nuestro Señor como Mesías, Hijo de Dios y Salvador, ha sido la oportunidad de encontrarse con Él, no solo los testigos de su bautismo, no solo los invitados a las bodas de Caná, no solo los “Magos” de Oriente; sino también cada uno de nosotros. Es también ocasión para tener encuentro con el Señor, es necesario hacer caso a la invitación del Papa Francisco (Cf. Evangelii Gaudium 3) para tener un encuentro personal con Cristo. Santa María de Guadalupe ha sido señalada como Estrella de la Primera y de la Nueva Evangelización, y es que Ella nos lleva, nos guía hasta Aquel que es nuestra salvación: “Mucho quiero, mucho deseo, que aquí me levanten mi casita sagrada, en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto, lo entregaré a las gentes en todo mi amor personal, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación” (Nican Mopohua 27-28). Desde este punto de vista aquí hay también una Epifanía, se manifiesta Jesucristo como el que salva, y María es su Estrella, la cual es al tiempo guiada por su Señor, Ella nos guía hacia su Hijo, y su Hijo la guía a Ella. En este Acontecimiento tenemos también el ejemplo del hombre abierto, dispuesto, en busca; que se deja guiar por la Estrella, y ese es San Juan Diego: “Y cuando llegó frente a Ella, mucho le maravilló cómo sobrepasaba toda admirable perfección y grandeza: su vestido como el sol resplandecía, así brillaba” (Nican Mopohua 16-17).
La Memoria de esta manifestación es fundamental, no solo para sentirnos privilegiados por el don, por el regalo que Dios Nuestro Padre nos ha hecho; sino sobre todo, para continuar la bella tarea de la Evangelización (Cf. Evangelii Gaudium 13).

Canónigo. Dr. Eduardo Chávez Sánchez. (Boletín Guadalupano)

lunes, 27 de abril de 2015

- María en Guadalupe hace posible lo imposible

….“Los detalles de este Acontecimiento Guadalupano se conocen gracias a san Juan Diego, quien lo manifestaba de viva voz, y años más adelante, entre 1545 y 1548, Antonio Valeriano lo plasmó en el manuscrito conocido como Nican Mopohua, que significa: “Aquí se narra” y, si bien, no es el único documento que nos da noticias de este evento, … de los hechos que acontecieron aquel frío diciembre de 1531, asimismo, se complementaba perfectamente con la señal que la Virgen de Guadalupe puso en manos del obispo: su portentosa Imagen impresa en la humilde tilma de san Juan Diego, señal que fue dada para buscar la aprobación del misionero obispo, cabeza de la Iglesia de México, fray Juan de Zumárraga, para que cumpliera la voluntad de la Virgen, de erigirle un templo, una “casita sagrada”, una iglesia, para ensalzar, manifestar y entregar su Amor-Persona, Jesucristo. Este signo de la presencia de María en medio de su pueblo no tiene precedentes en la historia de la Iglesia, así como la conversión que se dio en masa tanto de indígenas como de españoles, y se sigue dando de una manera admirable. Un verdadero encuentro entre Dios y los hombres, por medio de su amada Madre…

SANTA MARÍA DE GUADALUPE HACE POSIBLE LO QUE PARECE IMPOSIBLE

En este tiempo, el Acontecimiento Guadalupano sigue siendo algo portentoso. Es sorprendente contemplar la conversión profunda de tantos seres humanos que llegan a su “casita sagrada”. No cabe duda que la Virgen de Guadalupe sigue tocando los corazones y colocando a Jesús en él, en una perfecta inculturación de la Buena Nueva. Ella hace posible lo que parecía imposible.
En aquel frío invierno de 1531, los frailes misioneros tenían la convicción de que su deber como buenos padres y buenos cristianos era destruir los engaños del demonio que se había apoderado de los indígenas, de su cultura y religiosidad; como lo afirmaba fray Bernardino de Sahagún, uno de los conocedores más profundos de la cultura náhuatl, afirmaba: “El médico no puede acertadamente aplicar las medicinas al enfermo (sin) que primero conozca de qué humor, o de qué causa proceda la enfermedad [...] Los pecados de la idolatría y ritos idolátricos, y supersticiones idolátricas y agüeros, y abluciones y ceremonias idolátricas no son aún perdidos del todo. Para predicar contra estas cosas, y aun para saber si las hay, menester es saber cómo las usaban en tiempos de su idolatría”.
Pero a pesar de todo, se hizo posible lo imposible: la innegable conversión del pueblo; y esto se debió al mensaje fuerte y directo, al mismo tiempo, tierno y amoroso de Nuestra Señora de Guadalupe. Sin minimizar la extraordinaria labor de los primeros misioneros, quienes dieron su vida en esta evangelización, sin embargo, esta titánica misión los sobrepasaba.
Los detalles de este Acontecimiento Guadalupano se conocen gracias a san Juan Diego, quien lo manifestaba de viva voz, y años más adelante, entre 1545 y 1548, Antonio Valeriano lo plasmó en el manuscrito conocido como Nican Mopohua, que significa: “Aquí se narra” y, si bien, no es el único documento que nos da noticias de este evento, sí es uno de los más importantes y que, además, converge con otras tantas fuentes históricas; su belleza no está en contraposición con la información histórica de los hechos que acontecieron aquel frío diciembre de 1531, asimismo, se complementaba perfectamente con la señal que la Virgen de Guadalupe puso en manos del obispo: su portentosa Imagen impresa en la humilde tilma de san Juan Diego, señal que fue dada para buscar la aprobación del misionero obispo, cabeza de la Iglesia de México, fray Juan de Zumárraga, para que cumpliera la voluntad de la Virgen, de erigirle un templo, una “casita sagrada”, una iglesia, para ensalzar, manifestar y entregar su Amor-Persona, Jesucristo. Este signo de la presencia de María en medio de su pueblo no tiene precedentes en la historia de la Iglesia, así como la conversión que se dio en masa tanto de indígenas como de españoles, y se sigue dando de una manera admirable.
Un verdadero encuentro entre Dios y los hombres, por medio de su amada Madre. Como bien lo expresó el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera: “Quien se compenetra con la profundidad que ya se ha hecho, de esa historia nuestra, no puede menos de preguntarse: ¿Cómo podríamos existir nosotros si su amor de Madre no hubiera reconciliado y unido el antagonismo de nuestros padres españoles e indios? ¿Cómo hubieran podido nuestros ancestros indios aceptar a Cristo, si Ella no les hubiera complementado lo que les predicaban los misioneros, explicándoles en forma magistralmente adaptada a su mente y cultura?”. Es un encuentro de unidad, de misericordia y de amor; como decimos, Ella hace posible lo que parece imposible.


Canónigo. Dr. Eduardo Chávez Sánchez (Boletín Guadalupano)