Frase

Conoce el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.


Cada año millones de personas acuden a rezar a María, la Madre "que nos lleva en su regazo", Ella también nos dice hoy: "No se perturbe tu corazón, no temas".

miércoles, 13 de diciembre de 2017

- Guadalupe, la riqueza y la diversidad se encuentran

…”La Madre de Dios es figura de la Iglesia y de Ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano, rostro campesino, rostro cola, ala, cacaxtle. Rostro pobre, de desempleado, de niño y niña, anciano y joven para que nadie se sienta estéril ni infecundo, para que nadie se sienta avergonzado o poca cosa. Sino, al contrario, para que cada uno al igual que Isabel y Juan Diego pueda sentirse portador de una promesa, de una esperanza y pueda decir desde sus entrañas:«¡Abba!, es decir, ¡Padre!», desde el misterio de esa filiación que, sin cancelar los rasgos de cada uno, nos universaliza constituyéndonos pueblo. Hermanos, en este clima de memoria agradecida por nuestro ser latinoamericanos, cantemos en nuestro corazón el cántico de Isabel, el canto de la fecundidad, y digámoslo junto a nuestros pueblos que no se cansan de repetirlo: Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
…(Isabel era estéril)…Esterilidad que puede tomar muchos nombres y formas cada vez que una persona siente en su carne la vergüenza al verse estigmatizada o sentirse poca cosa. Así podemos vislumbrarlo en el indiecito Juan Diego cuando le dice a María «yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, sometido a hombros y a cargo ajeno, no es mi paradero ni mi paso allá donde te dignas enviarme». Así también este sentimiento puede estar —como bien nos hacían ver los obispos Latinoamericanos— en nuestras comunidades «indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; o en muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual».
(pero) Fue precisamente él (Juan Diego), y no otro, quien lleva en su tilma la imagen de la Virgen: la Virgen de piel morena y rostro mestizo, sostenida por un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamayo; la madre capaz de tomar los rasgos de sus hijos para hacerlos sentir parte de su bendición.
…Queridos hermanos, en medio de esta dialéctica de fecundidad–esterilidad miremos la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe, Ella (La Santísima Virgen) es signo de la gran riqueza que somos invitados no sólo a cultivar sino, especialmente en nuestro tiempo, a defender valientemente de todo intento homogeneizador que termina imponiendo —bajo slogans atrayentes— una única manera de pensar, de ser, de sentir, de vivir, que termina haciendo inválido o estéril todo lo heredado de nuestros mayores; que termina haciendo sentir, especialmente a nuestros jóvenes, poca cosa por pertenecer a tal o cual cultura. En definitiva, nuestra fecundidad nos exige defender a nuestros pueblos de una colonización ideológica que cancela lo más rico de ellos, sean indígenas, afroamericanos, mestizos, campesinos, o suburbanos.”
-Este es el texto íntegro de la homilía del Papa Francisco (12-12-2017)
El Evangelio de la Visitación de María a Isabel que acaba de ser proclamado, hoy fiesta de Santa María de Guadalupe, es el prefacio de dos grandes cánticos: el cántico de María conocido como el «Magníficat» y el cántico de Zacarías, el «Benedictus», y me gusta llamarlo «el cántico de Isabel o de la fecundidad». Miles de cristianos a lo largo y ancho de todo el mundo comienzan el día cantando: «Bendito sea el Señor» y terminan la jornada «proclamando su grandeza porque ha mirado con bondad la pequeñez de los suyos». De esta forma, los creyentes de diversos pueblos, día a día, buscan hacer memoria; recordar que de generación en generación la misericordia de Dios se extiende sobre todo el pueblo como lo había prometido a nuestros padres. Y en este contexto de memoria agradecida brota el canto de Isabel en forma de pregunta: «¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?». A Isabel, la mujer marcada por el signo de la esterilidad, la encontramos cantando bajo el signo de la fecundidad y del asombro.
Quisiera subrayar estos dos aspectos. Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad y bajo el signo de la fecundidad.
1-Isabel la mujer estéril, con todo lo que esto implicaba para la mentalidad religiosa de su época, que consideraba la esterilidad como un castigo divino fruto del propio pecado o el del esposo. Un signo de vergüenza llevado en la propia carne o por considerarse culpable de un pecado que no cometió o por sentirse poca cosa al no estar a la altura de lo que se esperaba de ella. Imaginemos, por un instante, las miradas de sus familiares, de sus vecinos, de sí misma… esterilidad que cala hondo y termina paralizando toda la vida. Esterilidad que puede tomar muchos nombres y formas cada vez que una persona siente en su carne la vergüenza al verse estigmatizada o sentirse poca cosa.
Así podemos vislumbrarlo en el indiecito Juan Diego cuando le dice a María «yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, sometido a hombros y a cargo ajeno, no es mi paradero ni mi paso allá donde te dignas enviarme». Así también este sentimiento puede estar —como bien nos hacían ver los obispos Latinoamericanos— en nuestras comunidades «indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; o en muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual».
2-Y junto a Isabel, la mujer estéril, contemplamos a Isabel la mujer fecunda-asombrada. Es ella la primera en reconocer y bendecir a María. Es ella la que en la vejez experimentó en su propia vida, en su carne, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios. La que no podía tener hijos llevó en su seno al precursor de la salvación. En ella, entendemos que el sueño de Dios no es ni será la esterilidad ni estigmatizar o llenar de vergüenza a sus hijos, sino hacer brotar en ellos y de ellos un canto de bendición. De igual manera lo vemos en Juan Diego. Fue precisamente él, y no otro, quien lleva en su tilma la imagen de la Virgen: la Virgen de piel morena y rostro mestizo, sostenida por un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamayo; la madre capaz de tomar los rasgos de sus hijos para hacerlos sentir parte de su bendición.
Pareciera que una y otra vez Dios se empecina en mostrarnos que la piedra que desecharon los constructores se vuelve la piedra angular (Sal117,22).
Queridos hermanos, en medio de esta dialéctica de fecundidad–esterilidad miremos la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe, ella es signo de la gran riqueza que somos invitados no sólo a cultivar sino, especialmente en nuestro tiempo, a defender valientemente de todo intento homogeneizador que termina imponiendo —bajo slogans atrayentes— una única manera de pensar, de ser, de sentir, de vivir, que termina haciendo inválido o estéril todo lo heredado de nuestros mayores; que termina haciendo sentir, especialmente a nuestros jóvenes, poca cosa por pertenecer a tal o cual cultura. En definitiva, nuestra fecundidad nos exige defender a nuestros pueblos de una colonización ideológica que cancela lo más rico de ellos, sean indígenas, afroamericanos, mestizos, campesinos, o suburbanos.
La Madre de Dios es figura de la Iglesia (Lumen Gentium, 63) y de ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano, rostro campesino, rostro cola, ala, cacaxtle. Rostro pobre, de desempleado, de niño y niña, anciano y joven para que nadie se sienta estéril ni infecundo, para que nadie se sienta avergonzado o poca cosa. Sino, al contrario, para que cada uno al igual que Isabel y Juan Diego pueda sentirse portador de una promesa, de una esperanza y pueda decir desde sus entrañas:«¡Abba!, es decir, ¡Padre!» (Ga 4,6) desde el misterio de esa filiación que, sin cancelar los rasgos de cada uno, nos universaliza constituyéndonos pueblo.
Hermanos, en este clima de memoria agradecida por nuestro ser latinoamericanos, cantemos en nuestro corazón el cántico de Isabel, el canto de la fecundidad, y digámoslo junto a nuestros pueblos que no se cansan de repetirlo: Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.


- Guadalupe gana el corazón de millones de personas

Así se ha vivido la peregrinación a la Basílica de Guadalupe
Los teóricos del fin de la fe católica –que son legión en el mundo—llegado el 12 de diciembre de cada año, fruncen el ceño: algo pasa en México, en Estados Unidos, en Centroamérica, El Caribe y muchos otros rincones de la Tierra. Una devoción se desborda: la devoción a “la morenita del Tepeyac”.
Como centro neurálgico de esta auténtica peregrinación masiva, está la Basílica de Guadalupe, situada al noreste de la Ciudad de México. Entre el día 9 y hoy 12 de diciembre, las autoridades calculan ocho y medio millones de peregrinos que traen consigo toda la intención no de pedir, sino de agradecer.
Tocar a la Madre del verdaderísimo Dios
Tan solo la noche de ayer y la madrugada de hoy, se hicieron presentes en la Basílica cuatro y medio millones de mexicanos, estadounidenses, salvadoreños, guatemaltecos y quién sabe cuántas otras nacionalidades, para expresar su gratitud por aquella que le dijo a San Juan Diego, durante una de sus apariciones, que no tuviera miedo sobre la enfermedad de su tío Juan Bernardino: “¿Qué no estoy yo aquí que soy tu madre?”.
El mismo sentimiento de pequeñez y de maternidad es el que asalta a los peregrinos. Ayer y hoy se han roto todos los récords de asistencia: cinco por ciento más personas que en 2016 y, seguramente, cinco por ciento menos que peregrinarán hasta la Basílica de Guadalupe el próximo 2018
Todos con ella
La madrugada de hoy, artistas, conductores de televisión, cantantes, turistas, pueblo fiel, se dieron cita en la explanada mariana para cantarle a la Virgen “Las Mañanitas”, la popular canción que en México se entona en la mañana a la persona que cumple años. Y ese mismo gesto se repitió en todas las parroquias dedicadas a Guadalupe o en todos los templos que tienen en su interior una imagen de la Emperatriz de las Américas.
En la Basílica, cientos de miles fueron a dar gracias a la Virgen por los favores recibidos. Los testimonios de fe incluyen un sincretismo religioso alucinante. La paga de “mandas” por ejemplo. Una mujer entrada en años se acerca penosamente, de rodillas, a la Basílica, en medio de la multitud que caldea un poco el ambiente gélido de este 12 de diciembre bajo cero en la Ciudad de México. Viene del vecino Estado de Hidalgo, ya ensangrentada, a dar gracias a la virgencita por haber curado a su hija de leucemia.
Con una jaculatoria en los labios: “Santa María de Guadalupe, Reina de México, ruega por tu nación”.
Mediadora de amor
Desde luego, los hombres de “ciencia” y los escépticos se encogen de hombros. “Se curó solita”, dirán. O por los medicamentos del Seguro Popular. Nadie ni nada convencerá al pueblo fiel de México que fue la Virgen. Y que ella está aquí como mediadora de amor, para acunarlos en sus brazos, para hacer de sus pequeños, como hizo con San Juan Diego, queridísimos suyos, sus hijos de verdad.
La madrugada de hoy hubo un componente especial: miles le pidieron fuerza a Guadalupe, con el puño en alto, para hacer frente a las consecuencias que tuvieron en el país los terremotos del pasado mes de septiembre. En el atrio de la Basílica se volvió a repetir el puño en alto que dio la vuelta al mundo como símbolo del eslogan popular que nació de entre las ruinas y el desastre: “¡Fuerza México!” Hoy se vieron muchos más jóvenes que en otros años. Muchos de ellos caminando de las 11 de la noche, desde el Auditorio Nacional, hasta la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México: 12 o 13 kilómetros de aglomeraciones, frío y esperanza.
Esperanza en un país con 40,000 “desaparecidos”, con el nivel más alto de homicidios dolosos de su historia en el pasado mes de octubre; con 60 millones de pobres y con una amenaza constante por su principal socio comercial situado al norte del Río Bravo. Esperanza que solamente puede darle a los mexicanos –y con ellos a todo el Continente—la Emperatriz de las tres Américas y del Caribe.
Y una canción como estribillo que hoy se canta en cada pedazo de México: “Desde el cielo una hermosa mañana, la Guadalupana, la Guadalupano, la Guadalupana bajó al Tepeyac”.


- Santa Maria de Guadalupe, es nuestra Madre

SI NO FUERA POR LA VIRGEN DE GUADALUPE… 
+ Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de Chiapas
VER
En México, con cerca de 120 millones de habitantes, el 83.9% se declara católico, según el censo oficial del año 2010. Hubo un descenso de católicos, pues en el año 2000, éramos el 88.22%. Disminuimos 4.32%.
No todos los que dejaron de ser católicos se pasaron al protestantismo. Lo más preocupante es el alto número de personas que se declaran “sin religión”; son el 12.10% de la población. También tenemos pequeños grupos de musulmanes, judíos y algún budista, más agnósticos e indiferentes, y hasta anarquistas de profesión.
Pero sería mucho menos el porcentaje de católicos, si no fuera por lo que significa para la mayoría el hecho guadalupano. La Virgen de Guadalupe significa tanto, por su amor, su cercanía, su inculturación, sus detalles tan tiernos y maternales, que aunque muchos se alejan de la estructura eclesial, no pierden su devoción hacia ella. Esto les mantiene en el catolicismo.
En estos días de sus fiestas, no son cientos ni miles, sino millones que visitan sus santuarios y le expresan de mil formas su amor. Llama la atención la serenata que le brindan importantes artistas en su Basílica. En el sur del país, las llamadas “antorchas” son un fenómeno creciente y elocuente. Miles de jóvenes, también algunos niños y adultos, recorren largas distancias, en relevos, con una llama encendida y con muchos símbolos guadalupanos...Algunos peregrinan toda la noche, o en la madrugada, a pesar del frío. Son estas expresiones guadalupanas las que han ido abriendo el camino de la evangelización, pues por todas partes hay ermitas dedicadas a la Virgen, cuando antes no se podían edificar capillas fuera de la cabecera municipal. Ella abre los corazones, y a partir de esta devoción, llegan la Palabra de Dios y los sacramentos. Critican esto los que todo lo observan desde la comodidad de su casa, pero no son capaces del más pequeño sacrificio para expresar públicamente su fe.
PENSAR
El Papa Francisco, el 12 de diciembre de 2016, dijo en la celebración que realizó en la Basílica de San Pedro: “Celebrar a María es, en primer lugar, hacer memoria de la madre, hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano. ¡Tenemos Madre! Y donde está la madre, hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos se podrán pelear, pero siempre triunfará el sentido de unidad. Donde está la madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad.
Celebrar la memoria de María es afirmar contra todo pronóstico que en el corazón y en la vida de nuestros pueblos late un fuerte sentido de esperanza, no obstante las condiciones de vida que parecen ofuscar toda esperanza. Al igual que Juan Diego, sabemos que aquí está nuestra madre, sabemos que estamos bajo su sombra y su resguardo, que es la fuente de nuestra alegría, que estamos en el cruce de sus brazos”.
ACTUAR
A partir de esta piedad guadalupana, anunciemos el misterio de Jesucristo, en que encuentran su raíz y culmen la vida y la acción de María. Y que este gran río humano de peregrinos desemboque en la construcción del México justo y fraterno que Jesús y su Madre desean. Y a quienes menosprecian estas manifestaciones populares, sólo les recomiendo que se acerquen a las personas y conozcan el fondo de su corazón.

martes, 12 de diciembre de 2017

- El acontecimiento guadalupano en resumen

El 9 de diciembre de 1531 la Virgen se le apareció a un humilde indio, convertido al cristianismo, llamado Juan Diego, en un lugar denominado Tepeyac. María se presentó como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”.
La Reina del Cielo le encomendó que en su nombre le pidiese al obispo capitalino, el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición.
El Obispo no aceptó la idea y la Virgen le pidió que insistiera. Al día siguiente, San Juan Diego volvió a encontrar al Prelado, quien lo examinó en la doctrina cristiana y le pidió pruebas objetivas del prodigio.
El martes 12 de diciembre, la Virgen se le presentó y lo invitó a subir a la cima de la colina del Tepeyac para que recogiera flores y se las trajera.

 A pesar de la estación invernal y la aridez del lugar, San Juan Diego encontró rosas muy hermosas y la colocó en su “tilma”. La Virgen entonces le mandó que se las presentara al Obispo. Estando Juan Diego frente al Obispo abrió su “tilma” y dejó caer las flores. En el tejido apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe. El Obispo y otras personas presentes cayeron de rodillas con gran asombro. Luego Mons. Zumárraga pidió perdón.
Al día siguiente fueron al monte del Tepeyac, donde de inmediato la gente se ofreció para elevar el templo.
Con el manto, la Virgen trajo reconciliación entre nativos y españoles, pues con los símbolos que allí aparecen, las dos culturas podían entender perfectamente el mensaje del Cielo. De igual modo, les ayudó a comprender que la fe cristiana no es propiedad de nadie, sino un don de amor para todos.


martes, 24 de octubre de 2017

- San Joselito: su reliquia en la Basílica

El domingo 22 de octubre en la Basílica de Guadalupe y tras entronizar una reliquia del pequeño cristero asesinado a los 14 años de edad, el Arzobispo Primado de México recordó que Joselito, como le dicen en México al Santo, “nos da ejemplo y testimonio de la entrega total y plena a la voluntad de Dios
Esta mañana el Sr Cardenal Don Norberto Rivera Carrera Arzobispo Primado de México, entronizó una reliquia de primer grado de San José Sánchez del Río a la Básilica de Nuestra Señora de Guadalupe. Después de dicho acto, el Cardenal nombró a San José Luis Sanchez del Rio, el Jóven Mártir Mexicano como patrono de la Juventud de la Arquidiócesis de México, título que solo habia tenido San Felipe de Jesús protomartir Mexicano y que ahora ambos compartirán el patrocinio.
En el marco del inicio del Año de la Juventud en México, el Cardenal Norberto Rivera Carrera dirigió un saludo en el que resaltó la importancia de los padres en la vida de San José Sánchez del Río, niño mártir mexicano asesinado por odio a la fe en la Guerra Cristera en la década de 1920. “Su sentido profundo de la fe y del amor a Dios no fue casualidad, sino que detrás de él estuvieron el ejemplo y testimonio de sus papás”, y dijo el Cardenal:Su primer contacto con Dios le vino de sus padres”.
Los padres del mártir, prosiguió, “supieron encaminar a San José en el camino de la fe. De aquí la importancia papás, de que ustedes influyan en la fe de sus hijos. Son ustedes los primeros maestros y catequistas en la fe”.
Dirigiéndose luego a los padres presentes en la Basílica de Guadalupe el Cardenal alentó: “papás no descuiden en sus hogares la formación espiritual de sus hijos; no los dejen a su suerte. Ustedes son la primera puerta para que sus hijos se encuentren con el Creador”.
Por la enseñanza de la fe de sus padres, el pequeño mártir “aprendió a abandonarse a las manos de Dios, porque creía en Él. Eso lo llevó a arriesgar su vida, a entregarla hasta lo más sublime que un cristiano puede hacer, dar la vida por el otro”.
San Joselito, continuó el Cardenal hablando a los jóvenes, dio su vidapor amor a Dios. Así como muchos de ustedes, dieron su vida, su tiempo, su espacio por los más necesitados en días pasados donde este terrible terremoto derribó edificios y casas, pero no derribó el amor de todo un pueblo de la corresponsabilidad por ayudar al prójimo”.
“Gracias por salir a las calles, gracias por poner sus manos en quitar escombros, gracias por dar su tiempo en organizar los víveres, gracias por su trabajo, por su sonrisa, por ser fuerza en estos momentos de dolor. Gracias por ser luz en estos momentos de oscuridad. Ustedes son una bendición para nuestra ciudad”.
El Arzobispo Primado de México alentó luego: “Jóvenes no desfallezcan, no se dejen vencer por las adversidades que la vida pueda darles. Sigan formándose en los valores humanos y cristianos, sigan preparándose para dar testimonio en la vida cotidiana”.
“Sean corresponsables con los demás jóvenes, no los abandonen. Estén cerca de ellos, de manera especial por aquellos que están alejados, por aquellos que no están cerca de Dios, ustedes sean hermanos para ellos”.
“Que el ejemplo y testimonio de San José Sánchez del Río los ilumine para poder seguir sus pasos a una entrega más fiel a nuestro Señor Jesucristo”, concluyó el cardenal mexicano.


jueves, 19 de octubre de 2017

- Indígenas nahuatl celebran en la Basílica

Fieles de lengua nahuatl rezando en la Basílica, debajo los sacerdotes con los signos de fiesta del pueblo nahualt entrando para esta Misa en Guadalupe
Misa en náhuatl: “Somos herederos de cuanto Dios sembró en nuestras culturas”
Nos alegra encontrarnos aquí, como hermanas y hermanos en Cristo, procedentes de varias regiones del país, para celebrar el amor misericordioso de nuestro Padre Dios, para confirmarnos en nuestra fe, para resaltar y fortalecer la cultura náhuatl, tan cercana al corazón de nuestra Madre de Guadalupe. Sean bienvenidas y bienvenidos todos, de cualquier cultura, unidos hoy por tercer año consecutivo para esta Santa Misa en náhuatl.
Estuvimos dudando si llevábamos a cabo esta celebración, pues nuestro pueblo está herido por los recientes terremotos, tanto en esta ciudad, como en varios Estados del país. Analizamos si era oportuno reunirnos aquí, junto a la Madre, o si era mejor quedarnos en nuestras casas, rezando y enviando algo más a los damnificados. Quien de una forma, quien de otra, ya les hemos expresado nuestra solidaridad. Sin embargo, prevaleció el criterio de venir aquí, a las plantas de nuestra Señora del Tepeyac, para dar gracias porque nos ha conservado la vida, para pedir perdón por las faltas que han agravado los desastres, sobre todo por la corrupción que no falta, y sobre todo para suplicar el descanso eterno de quienes fallecieron y apoyar la pronta ayuda para quienes perdieron todo o mucho de lo que habían logrado. Por ello, al reunirnos aquí, lo hacemos en nombre de todo nuestro pueblo y en comunión con sus dolores y sus esperanzas.
En la primera lectura de la Misa, tomada del libro Sirácide o Eclesiástico, escuchamos algo que se refiere a la sabiduría de Dios, y que se aplica perfectamente a nuestra Madre de Guadalupe: Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud. Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos. Eso es precisamente lo que ella le decía a Juan Diego y nos dice a nosotros: ¿Por qué te preocupas tanto? ¿Que no estoy yo aquí que soy tu Madre?
A eso hemos venido: A alentar nuestra esperanza, a alimentarnos del amor de Dios y de nuestra Madre, a fortalecer el camino y la verdad que Jesucristo nos ha manifestado. Esta fe es la que da esperanza, seguridad y fortaleza a los pueblos de cultura náhuatl, ante los embates del mundo moderno, que quiere imponer un solo estilo de vida, que globaliza el individualismo y el consumismo, que destruye las familias, que desprecia a los sencillos, que prescinde de Dios, para divinizar el dinero, el poder y el placer. Nuestros pueblos resisten estos embates, pero corren el peligro de diluirse en la cultura dominante. Están amenazados de perder sus raíces y sus ricos tesoros de sabiduría.
Hermanas y hermanos de cultura náhuatl: No permitan que se pierda su cultura. Aprecien los grandes valores de humanismo, de familia, de pueblo, de vida comunitaria, de fe sencilla, de resistencia, de trascendencia. No les crean a los que dicen que sería mejor que los pueblos originarios desaparecieran, como si fueran un lastre para el progreso del país. Es todo lo contrario. Ustedes pueden aportar sus tradiciones, su manera de vivir en familia, sus consensos para llegar a acuerdos, su solidaridad comunitaria. Esto es lo que el mundo actual necesita. Ustedes lo tienen. No lo pierdan.
Nuestra Madre de Guadalupe, así como se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, según dice el Evangelio, para estar cerca de su prima Isabel, que pasaba por necesidades propias del embarazo de una anciana, así se hizo presente en la montaña del Tepeyac, para estar cerca de este pueblo, para hablarle al corazón en su propio idioma, para devolverle la esperanza cuando se sentía derrotado y sin valor, para decirle que es el hijo más pequeño, a quien lleva en los pliegues de su túnica y en sus brazos, para cuidarlo y protegerlo. Eso que dijo a Juan Diego, nos lo sigue diciendo a todos los mexicanos, en particular a los descendientes del pueblo náhuatl.
Hermanas y hermanos de este pueblo náhuatl: La Virgen María nos ha enseñado a quererlos, a respetarlos, a valorarlos, a darles su lugar en la Iglesia y en la sociedad. No son basura, como decía Juan Diego de sí mismo; no son cola, no son escalera para que otros suban, no son sobrantes en el país. Son hijas e hijos de Dios y de la Virgen; por tanto, valen mucho y son muy dignos de confianza. Aunque algunos los sigan menospreciando, Dios y la Virgen les aman. Aunque no faltan ministros de nuestra Iglesia que se resisten a darles el lugar que les corresponde, que menosprecian su idioma y su cultura, que los relegan, que se niegan a celebrarles los sacramentos en su idioma y les imponen el castellano, sepan que el Papa les valora; sepan que obispos, sacerdotes, religiosas y otros agentes de pastoral estamos haciendo el esfuerzo por darles su lugar, por rescatar su idioma, por tener traducciones litúrgicas y bíblicas en náhuatl, por promoverlos a los diferentes ministerios eclesiales, sobre todo a la vida consagrada, al diaconado y al sacerdocio. Esperamos que no tarde mucho en que tengamos también obispos de esta cultura, así como de otras culturas indígenas. Inviten a sus hijas e hijos a consagrar su vida al Señor y al servicio de su Iglesia, para salvar a nuestra patria.
En la segunda lectura, escuchamos lo que nos dice San Pablo: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos. Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “¡Abbá!”, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios. 
Hermanas y hermanos todos, de la cultura náhuatl y de otras culturas: Ya no somos esclavos, ya no somos lo último de la sociedad, ya no somos atraso y vergüenza del país. Somos hijas e hijos de Dios. Somos hermanos en Cristo. Somos herederos de cuanto Dios sembró en nuestras culturas, mestizas e indígenas. Afiancémonos en Cristo Jesús, el Hijo de la Virgen María, la piedra fundamental de la Iglesia. Él nos sostiene y nos impulsa. Con Cristo, por Él y en Él, hay esperanza, hay vida, hay futuro. Alimentémonos de su Palabra y de su Eucaristía, y seremos piedras vivas que construyen el nuevo México que anhelamos. Que así sea y que nuestra Madre de Guadalupe nos asista.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
Responsable de Doctrina de la Fe en la CEM (Conferencia Episcopal Mexicana)


miércoles, 13 de septiembre de 2017

- 120.000 peregrinos llegan de Querétaro

Esta imponente manifestación de fe, devoción y testimonio cristiano de aproximadamente 120 mil peregrinos organizados en tres contingentes procedentes de los 12 decanatos de la Diócesis de Querétaro, fue recibida desde la madrugada. El contingente de tres mil ciclistas arribó a las 5 horas; a las 9:00 horas, el contingente de 25 mil mujeres de la 58 Peregrinación Femenil, y pasado el mediodía, llegó la columna de 40 mil varones de la 127 Peregrinación Varonil. A ellos se sumaron sus familiares y otros feligreses de la diócesis.
En su camino testimoniaron la fuerza de su fe que culminó en el encuentro de miradas de amor con la Reina de México y Emperatriz de América. Ahí quedaron satisfechas todas las horas de sacrificio purificador del alma, las intenciones traídas en el corazón, el agradecimiento por la intercesión y cuidado de la Madre de Dios, en los asuntos de familia, de trabajo, de salud, de vida. Los sollozos, los cantos, el silencio, el abrazo, lo dijeron todo.
Entraron a la Basílica de Guadalupe, cantando a voz en cuello, con lágrimas en los ojos y el gozo profundo en el Espíritu de Dios reflejado en sus rostros, las peregrinas y los peregrinos de la Diócesis de Querétaro, después de vivir 15 días de intensas jornadas de oración, reconciliación, Eucaristía y fraternidad. Algunos caminaron por primera vez, otros por 2a, 10a, o hasta 40ª ocasión.

 “Después de peregrinar durante estos días, llegamos hasta este santuario para contemplar a nuestra Madre del cielo…. Han bastado unos instantes, al pasar frente a su bendita imagen, para entrecruzar las miradas y poder así sentir y experimentar ese amor y esa ternura, que nos recuerdan que no estamos solos en el camino de nuestra vida”, señaló Mons. Faustino Armendáriz, Obispo de Querétaro.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

- la "casita sagrada" que pidió la Virgen de Guadalupe

…”el punto central del mensaje de la Virgen de Guadalupe no era Ella, sino su Hijo Jesucristo; Ella quería un templo, una casita sagrada, para mostrarlo a Él, para ensalzarlo a Él, para manifestarlo a Él y, finalmente, para ofrecerlo a Él; la Virgen de Guadalupe quería esa casita sagrada para entregar a su propio Hijo; y con este templo se iniciaba y se forjaba un nuevo pueblo, un “nuevo hogar cósmico.”
Hoy día, comprendemos mejor el gran Acontecimiento Guadalupano y la gran admiración y la inmensa alegría que suscitó entre los pobladores de esta tierra el conocimiento de este gran suceso, desde el momento mismo cuando Juan Diego lo decía en una tradición oral que llega a nuestros días y el importante mensaje que se descubre en la contemplación y el conocimiento de la Imagen prodigiosa de Santa María de Guadalupe; pues serán conscientes que este encuentro con Ella, al mismo tiempo, era un encuentro con el único y verdadero Dios.
  Es en este mes de la patria, septiembre, en donde tenemos que reflexionar que es la Madre de Dios quien hizo posible que surgiera este, su pueblo, un pueblo al servicio de la misericordia y del amor de Dios. Ella fue la que forjó esta patria.
  Desde la aparición de la Virgen de Guadalupe, quien nos trae a su amado Hijo, Jesucristo, los pobladores de estas tierras sentían que la alegría no cabría en sus corazones al ser testigos de que el Dios por quien se vive venía a encontrarse con ellos; que a ese Dios sí le importaban, que ese Dios es Amor y que ahora venía a ellos por medio de lo más significativo y amado para Él que era su propia Madre, quien quería su casita sagrada, su hogar divino, su templo sagrado, para ahí entregar al Dios omnipotente. Es tanto el amor de Dios para con el limitado ser humano, que quería hacer su morada en él; y que, además, ardía en deseos de que se le construyera esa “casita sa­grada”, ese “nuevo hogar cósmico”. Es una entrega absoluta de parte de Dios. El júbilo fue inmenso al entender la plenitud de este fruto que tenía su semilla y su raíz en su cultura y, desde ella, para todos los seres humanos de todos los tiempos y de todas las latitudes, un amor universal,
  Queda claro que el punto central del mensaje de la Virgen de Guadalupe no era Ella, sino su Hijo Jesucristo; Ella quería un templo, una casita sagrada, para mostrarlo a Él, para ensalzarlo a Él, para manifestarlo a Él y, finalmente, para ofrecerlo a Él; la Virgen de Guadalupe quería esa casita sagrada para entregar a su propio Hijo; y con este templo se iniciaba y se forjaba un nuevo pueblo, un “nuevo hogar cósmico”.
  Tenemos que recordar que lo primero que construían los mexicanos para hacer un nuevo pueblo era el templo, pues identificaban la nación con este lugar sagrado; asimismo, cuando se buscaba vencer a algún pueblo enemigo lo primero que había que destruir era precisamente su templo. Santa María de Guadalupe realiza una evangelización perfectamente inculturada al iniciar una nueva civilización pidiendo la construcción de un templo, esta edificación sagrada confirmaba una nueva creación que surgía desde lo más profundo del ser abatido, era el construir una nueva civilización llena del amor de Dios, centro y razón de ser del templo que pidió la Madre de Dios.
  La conversión impresionante de millones de seres humanos fue el resultado de este maravilloso encuentro, incluso la conversión del corazón del obispo fray Juan de Zumárraga; el 30 de mayo de 1548, Zumárraga, a unos cuatro días antes de morir, escribió al rey una última misiva llena de esperanza, en ella manifestaba la plenitud de una vida transformada totalmente por Dios, así se expresaba en este maravilloso documento donde también nos informa la conversión de tantos y tantos a los cuales les pudo dar el sacramento de la confirmación en esa fe que Santa María de Guadalupe forjó desde el corazón: “y es verdad –decía el anciano y enfermo fraile-arzobispo– que habrá cuarenta días que con ayuda de religiosos comencé a confirmar los indios de esta ciudad … e pasaron de cuatrocientas mil ánimas los que recibieron el óleo y se confirmaron … a lo cual atribuyen mi muerte, e yo la tengo por vida y con tal contento salgo de ella
  Si bien los indígenas fueron los que entendieron de manera inmediata todo el mensaje de Santa María de Guadalupe, a los pocos años, también para los españoles ya era una de las más importantes devociones, que había realizado un cambio impresionante en su comunidad. La gran mayoría de los misioneros seguían desconcertados al ver las sorprendentes conversiones. Seguían los indígenas llegando de lugares lejanos, con esa misma actitud emocionada hasta las lágrimas, buscando los sacramentos y los españoles la tenían como suya, en su corazón, esta mujer Apocalíptica, Inmaculada Concepción. Madre de Dios y, al mismo tiempo, la perfecta siempre Virgen.
  No cabe duda que la Virgen de Guadalupe unió lo que era imposible, dos razas tan distintas que se despedazarían una contra la otra y en sí mismas, fue Ella, la mujer de rostro mestizo, quien forjó esta unidad, forjó esta patria, pueblo que es un testimonio vivo para forjar el Reino de Dios en el corazón de todo ser humano en una verdadera conversión, un corazón lleno, pleno, del Dios verdadero por el que se vive, una nueva civilización del Amor.

Dr. Eduardo Chávez Sánchez. “Boletin Guadalupano”, Septiembre 2017..

martes, 5 de septiembre de 2017

- El ángel mensajero de la Virgen de Guadalupe

Por algunos escritos de muy mala factura, desgraciadamente, se ha introducido la idea de que el ángel que está a los pies de la Virgen de Guadalupe es un añadido, es decir, que alguien pintó después este ángel; esto totalmente es falso, el ángel es original y siempre ha formado parte de la Imagen completa de Guadalupe e, incluso, tiene un significado muy importante en la interpretación total de esta sagrada Imagen.
  Como decimos, formando parte integrante de la Imagen, a los pies de la Virgen, se encuentra un ángel un tanto extraño ya que tiene cara de niño y una cierta calvicie por sus pronunciadas “entradas”, que indican vejez; además, sus alas no son de paloma sino de águila que tienen tres colores: azul intenso; blanco amarillento o color marfil y, finalmente, rojo. El color azul de las alas en muchas ocasiones se confunde con el verde y esto no es extraño pues a la distancia y según el ángulo y la luz se torna un tanto verdoso, pero viéndolo de cerca, como he tenido la oportunidad de hacerlo, es azul.
  Si bien, para los españoles es un ángel extraño por sus colores y la forma de sus alas, en la mentalidad indígena es perfectamente coherente y armonioso con todo. Recordemos que el águila era el ave que más alto volaba y simbolizaba al sol mismo, ya que era el ser viviente que más se le acercaba y llevaba la esencia del alimento a los dioses para sustentarlos; es decir, el águila transportaba entre sus garras los corazones y la sangre de las víctimas que habían sido sacrificadas para el sustento de los dioses, llevaba la cosecha de la vida, la cosecha de los corazones y de la sangre consagrada para alimentar a la divinidad. Además, el águila era un ser muy importante para México, ya que por un águila los mexicas o aztecas supieron el lugar preciso para la edificación del su primer templo, como lo profetizaban sus mitos, y con este templo iniciaron la fundación de su imperio.
 Hay que recordar también dos elementos sumamente importantes para poder captar la verdadera interpretación de este mensajero alado. Lo primero es que para los indígenas el anciano dentro de la comunidad era la persona más importante pues el anciano es quien sustentaba la autoridad, la sabiduría, la tradición, la identidad, la cultura; en una palabra, representaba la raíz que para los indígenas quería decir: la verdad. Lo segundo, es que los indígenas habían concebido la plenitud del universo en cuatro rumbos que lo abarcaban todo, y cada uno de estos rumbos era representado precisamente por los colores de las alas del ángel, aunado al color oscuro de la luna.
  Así pues, en síntesis, el ángel que está a los pies de la Virgen de Guadalupe es un ángel con alas de águila con colores de la verdad del universo, mensajero, niño-anciano a la vez, lleno de fuerza y, al mismo tiempo, de sabiduría; y este mensajero nos muestra el verdadero alimento que es el mensaje de Amor que representa toda la figura de Santa María de Guadalupe, quien nos trae en su inmaculado vientre a Jesús, el amor pleno y total, y lo viene a entregar a todos los seres humanos en un templo, casita sagrada, manifestación de una nueva civilización del Amor. 
  Es un ángel en la raíz de la Imagen de Guadalupe, que con la mano derecha toma el manto azul con estrellas que representa el universo y con la izquierda toma el vestido color rosa-salmonado con flores que representa la tierra, y de esa manera une cielo y tierra; además, con los colores de sus alas que junto con el color de la luna negra están conjuntando los cuatro rumbos del universo, raíz del Universo, que además significaba la casa del Dios Omnipotente.
  Esto nos confirma nuevamente la coherencia absoluta de todo el mensaje; ya que es en el templo, en la “casita sagrada”, en la iglesia, donde se celebra el sacramento central del amor: la Eucaristía; por lo tanto, está manifestando una enorme y crucial verdad. Es como si María dijera: no son ustedes los que pretenden alimentar a los dioses con la sangre y los corazones de las víctimas en la piedra de los sacrificios; sino que es mi Hijo, Jesucristo, el verdaderísimo Dios por quien se vive, el Dueño del cielo y de la tierra, el Dios de la cercanía y de la inmediación, quien se ofrece a ustedes como alimento. Como Jesús mismo lo expresa: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre, y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que vive, me envió, y yo vivo por él, así, quien me come a mí tendrá de mí la vida. Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron vuestros antepasados, los cuales murieron. El que coma este pan vivirá para siempre.” (Jn 6, 52)
  El Dios Omnipotente es quien se entrega por amor en el sacrifico de la cruz. Santa María de Guadalupe es quien porta en su vientre inmaculado a su Hijo amado, Jesucristo, que se entrega totalmente en un encuentro lleno de amor. El Papa Benedicto XVI manifestó la fuerza profundamente amorosa de este acto de entrega total de parte de Dios: “El hombre vive de la verdad y de ser amado –dijo el Santo Padre–, de ser amado por la Verdad. Necesita a Dios, al Dios que se le acerca y que le muestra el sentido de su vida, indicándole así el camino de la vida. Ciertamente, el hombre necesita pan, necesita el alimento del cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre todo la Palabra, el Amor, a Dios mismo. 


- Venimos a verla y a que Ella nos mire

La Iglesia Particular de Orizaba, pueblo de Dios que camina al cielo, viene desde la región de las altas montañas de Veracruz, a ponerse a los pies de nuestra querida Madre, Santa María de Guadalupe, ‘la Madre del Verdadero Dios por quien se vive’. Venimos a verla y a que Ella nos mire, porque somos sus hijos y queremos sentirnos envueltos en su amor y ternura maternal”.
  Así lo afirmó el Obispo Mons. Eduardo Cervantes Merino, al venir a “la casita” que Ella pidió que se le construyera; que es de Ella y de todos los bautizados, discípulos y misioneros de su Hijo Jesús. Es aquí donde de modo especial nos manifiesta su amor, oye nuestros lamentos y remedia nuestras miserias y dolores. Así se lo dijo a San Juan Diego y así nos lo repite a nosotros, aseguró.
  Puso de manifiesto que la familia de Dios que conforma la Iglesia de Orizaba, tiene un gran amor a nuestra Madre de Guadalupe y le rezan en familia, en los barrios, colonias y comunidades. Su imagen ocupa un lugar muy especial en templos y hogares, y hasta en parques y calles de la diócesis. Por ello la peregrinación es un signo de amor, veneración y confianza “de todos nosotros, pastores y pueblo de Dios, que buscamos y queremos en­contrar la mirada de nuestra Madre”, el abrazo que nos envuelve de calidez y fortaleza. “Queremos sentir su pro­tección y ánimo que nos invita a escu­char a su Hijo y hacer lo que Él nos diga”, señaló.
  Aseguró que Santa María ha llenado de alegría y sentido la vida de la Nación Mexicana, y ha penetrado en la cultura de nuestros pueblos. En ese sentido hizo hincapié en los signos que trajeron de su cultura -- cantos, alabanzas, danza y banda--, la cual ha sido iluminada por la luz del Evangelio que es Jesús. “Es así que nuestra peregrinación fortalece el caminar al Cielo que cada día realizamos”.
  Mons. Cervantes puso de manifiesto la gratitud de su pueblo a Santa María, y su petición de que siga fortaleciendo su empeño para vivir las enseñanzas del Evangelio, en la familia y sociedad en general. “Queremos que las comunidades parroquiales crezcan en ardor evangélico para anunciar con alegría a Jesús, llevarlo con entusiasmo y valentía a nuestro modo de vivir y actuar”.
  Encomendó a las familias para que sean santuarios de vida y amor, donde se cuida la vida, se educa en la fe y “crezcamos en valores”. Y pidió porque Santa María les ayude a cuidar a la madre tierra que Ella bendijo con sus pies desde este Cerro del Tepeyac.
  Puso a los pies de la Madre del Cielo, las tristezas y necesidades que les lastiman, y resaltó que Santa María colma de fe y esperanza, enseña a vivir, e invita a construir comunión. Ella es modelo de seguimiento de Cristo y lo presenta para que lo conozcamos pues sólo Él es Camino, Verdad y la Vida. En este punto, agradeció a la Virgen por fortalecer nuestra vida en Cristo.

  “Ilumínanos para que con generosidad, laicos, religiosas, seminaristas, sacerdotes y obispo, elaboremos un proyecto diocesano en el que todos nos involucremos para responder a las necesidades de la evangelización del mundo de hoy…Bendícenos con la paz que tanto necesita nuestra región…”, oró ante la Reina de México.

- Santa María de Guadalupe está presente

La Basílica de Guadalupe recibió la primera peregrinación de la Diócesis de El Paso, Texas (USA). Su Obispo Mons. Seitz agradeció y expresó su alegría por estar en el Santuario. A quienes escuchaban la misa en la transmisión por radio, en la Diócesis de El Paso, les pidió unirse con sus oraciones.
  Reconoció que vienen a orar y a escuchar el mensaje que nuestra dulce Madre dijo a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin: “¿No estoy yo aquí que tengo el honor de ser tu madre?...”, y les indicó que nuestra Madre es una verdadera intercesora ante el Señor, “para nuestras vidas, para nuestra salvación”.
  Dios, subrayó, entiende esta necesidad humana, siempre dice la verdad, pero nosotros no siempre entendemos lo que está diciendo en nuestros corazones. Por eso su hijo Jesucristo vino para compartir nuestra vida, acercarse a nuestro sufrimiento y morir en la cruz, que fue una afirmación de su amor y su salvación.
  Indicó que en el Evangelio, Jesucristo da este mensaje cuando nos enseña que sólo se puede reconocer un árbol por sus frutos. En este sentido podemos entender por qué María, para nosotros los católicos, no es simplemente una mujer como todas. Como Madre nuestra, subrayó, Ella continúa produciendo buen fruto para sus hijos aquí en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, “no solamente podemos recordar cómo ha mostrado el amor de Dios, (además) podemos ver un signo incomparable de su amor: la Tilma de san Juan Diego”.

  Ella está presente, expresando su amor y ternura para sus hijos e hijas más necesitados: los pobres, los migrantes y refugiados, los enfermos, los que están en las periferias de la vida, así como estuvo presente para los indígenas en tiempos de san Juan Diego.

viernes, 1 de septiembre de 2017

- Panquetzaliztli, fiesta prehispánica

Fue presentando el libro “Pascua Florida, clave de la inculturación de Santa María de Guadalupe, Panquetzaliztli”, del P. Eduardo Chávez, quien fue el postulador de la causa de canonización de san Juan Diego, y es Doctor en Historia de la Iglesia.
  La publicación, que consta de 180 páginas, tiene como referencia distintas fuentes históricas que son comparadas en torno a la fiesta prehispánica del Panquetzaliztli, la cual celebraban los indígenas para honrar a su dios Huitzilopochtli, la deidad de la guerra; esta fiesta, que era precedida con grandes penitencias entre los indios, la hacían en el solsticio de invierno, cuando se encendía el Fuego Nuevo, y que coincidió con las fechas de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac, en diciembre de 1531. Esta correspondencia de fechas no fue casual, puesto que la Virgen de Guadalupe quiso aparecerse a san Juan Diego en el tiempo justo, como un Nuevo Sol que alumbra a la humanidad, tras el ocaso del Quinto Sol del cual hablaba la mitología Tolteca y la de los grupos de habla náhuatl, y que se perfilaba para un momento de crisis como el que se vivía en aquel año, puesto que para los indígenas, el Sol llevaba diez años sin recibir su alimento sagrado: la sangre humana, y para los propios españoles, el ambiente estaba enrarecido con la perversión de los integrantes de la Primera Audiencia, que incluso llegaron a amenazar de muerte a Zumárraga, y los propios franciscanos llegaron a pensar en abandonar México.
  Frente a un numeroso auditorio, en el Casino Español, el P. Eduardo Chávez citó en distintos momentos al franciscano fray Bernardino de Sahagún, quien puso en tela de juicio el origen de la imagen de la Morenita, “anticipándose a los abogados del Diablo”, con lo que se valida que esta imagen no provenía de España, puesto que de haber sido así, jamás la hubiera cuestionado. “Varias fuentes ayudan a probar que esta imagen no provenía de España”, afirmó.
  Luego dijo que de 1548 –fecha en que murió fray Juan de Zumárraga, el primer obispo de México– al momento en el que designan a Alonso de Montufar, quien sería el segundo obispo, transcurrieron tres años de sede vacante, y aun así, pasó más tiempo para que él se presentara en México, de modo que fueron los propios frailes, como Bernardino de Sahagún, quienes continuaron el proceso de evangelización de los indios.
  También habló del nombre de Guadalupe: “La Virgen de Guadalupe jamás tuvo un nombre indígena; incluso las fuentes en lengua náhuatl la mencionan siempre como Santa María de Guadalupe”.
 El libro incluye algunas palabras de presentación del Card. Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, y de Mons. Enrique Glennie Graue, Rector de la Basílica de Guadalupe. Es una publicación del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.
Continúa la inculturación de la Virgen de Guadalupe
El Acontecimiento Guadalupano no se limita a lo ocurrido en el Cerro del Tepeyac en diciembre de 1531
“El Acontecimiento Guadalupano no se limita a lo ocurrido en el Cerro del Tepeyac en diciembre de 1531, sino que se prolonga hasta nuestros días, cuando se conoce más y mejor a la Virgen de Guadalupe”, señaló el cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, durante la presentación del libro Panquetzalistli, Pascua Florida, Clave de la inculturación de Santa María de Guadalupe, del P. Eduardo Chávez.
  El cardenal Rivera puso como ejemplo la petición que recientemente le hizo un sacerdote de Israel para que enviara una imagen de La Morenita a la zona del valle, donde le quieren construir una capilla. En Israel, hay varios templos que tienen imágenes de la Virgen de Guadalupe, entre ellos, en Jerusalén y en Nazaret.
  También señaló que ha ido creciendo el número de peregrinos al Tepeyac desde que san Juan Diego fue canonizado por San Juan Pablo II.
  Luego mencionó que la fe en la Virgen de Guadalupe está sustentada por acontecimientos históricos, y que al paso de los años se acumulan nuevas revelaciones y conocimientos que dan certeza y permiten un mayor conocimiento de la Morenita.
  El Arzobispo de México también habló de la inculturación de la Virgen desde el momento de su aparición, que tuvo lugar durante el solsticio de invierno, fecha de especial relevancia para las culturas indígenas, no como algo casual, sino como parte de los planes de Dios para mostrar a su Hijo Jesucristo a través de la Virgen de Guadalupe. Los frutos de aquella inculturación están a la vista, dijo.
  Por su parte, Mons. Enrique Glennie, Rector de la Basílica de Guadalupe, dijo que para el conocimiento del tema guadalupano no solo son importantes las cifras de los peregrinos, sino la actitud que asumen en el santuario.
  Finalmente, se hizo un reconocimiento al trabajo del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, a cargo del P. Eduardo Chávez.


lunes, 14 de agosto de 2017

- Somos família con María de Guadalupe

Fieles de las regiones mazateca, mixteca y náhuatl, de la Prelatura de Huautla de Jiménez, se reunieron como familia ante Santa María de Guadalupe.
  Iniciaron la Eucaristía con un Rito de purificación - acto propio de los pueblos indígenas para pedir perdón a Dios, acompañado de oraciones y súplicas a Nuestro Señor. También ofrecieron la cera, una vela encendida que entregaron al obispo, reconociendo a Dios como dueño de todo lo creado, y pidiendo fortalecer su fe en Jesucristo que ilumina su caminar. Cabe señalar que se realizó la Misa Oaxaqueña, acompañada de la banda de viento tradicional; las lecturas bíblicas se realizaron en mazateco, mixteco y nahuatl
  El obispo José Armando Álvarez Cano expresó que han venido de las montañas de Oaxaca, con su cultura, sus bailes, su música y sus lenguas, a realizar oración y agradecer a la Virgen por sus dones y su presencia.
  En su homilía reflexionó sobre la Trinidad desde la experiencia de familia, que es distinta en cada uno, pero fundamental para el equilibrio, la felicidad y el desarrollo de las personas. Aclaró que la familia no sólo son los hermanos sino la comunidad, el país y la Iglesia. Añadió que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, en esa comunidad, por eso los seres humanos “tenemos necesidad de comunicarnos, de amarnos, de sentirnos parte de un grupo”, pero el pecado y el egoísmo han entrado a formar parte de nosotros.
  Anotó que hoy la familia pasa por una grave crisis; la familia mexicana está herida por la violencia, la corrupción y el abandono de sus autoridades, lo cual se agrava en sus pueblos, en donde además hay división, falta de oportunidades y la mayoría han tenido que emigrar buscando mejores condiciones de vida. Añadió que la familia humana también está herida por varias situaciones.
  Por ello vienen a orar, no a enajenarse, sino porque la oración sirve para tres cosas: tomar conciencia de una realidad que se vive; verla con esperanza y fortalecerse porque se coloca en manos de Dios; y actuar y comprometerse por aquello que se ora.
  Consideró “que todos somos conscientes de que no nos espera un camino fácil ni rápido”, y exhortó a tener paciencia para trabajar y empezar a sembrar “desde nuestras familias”, como ciudadanos, sociedad civil, y como cristianos desde la familia de la Iglesia. Hizo votos para que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, conduzcan este proceso y sea una realidad en las familias. “Que ellos sean nuestro modelo y fuente de santidad, y sobre todo, nuestra fortaleza”. 

- Destinatarios de la ternura de Dios

“Fuimos y seguimos siendo destinatarios de la ternura y la misericordia del Señor, de su proyecto de vida y de salvación, que se manifestó en las Apariciones de Santa María de Guadalupe”. Así lo afirmó El Obispo Eduardo P. Patiño Leal, durante la peregrinación de la Diócesis de Córdoba (en el Estado mexicano de Veracruz) al Santuario de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac.
  Expresó gratitud a Dios y a María porque la gracia se sigue prolongando en la Sagrada Imagen; la contemplamos “revestida del sol, con la luna bajo sus pies”, La flor de cuatro pétalos dignifica su seno y señala el fruto bendito de su vientre que Ella ofrece para que nos dejemos iluminar.
  Nuestra Madre María de Guadalupe, dijo, se manifestó de modo excepcional como evangelizadora para tocar el corazón de los habitantes de estas tierras y mostrarles el infinito amor y misericordia de su Hijo Jesucristo. Cristo es sacerdote, mediador perfecto entre Dios y los hombres, porque es acreditado y digno de fe, fiel a la verdad del plan de su Padre Dios, compasivo y misericordioso. Tanto nos ama que aceptó morir por nosotros, y quiere ayudar a los que están sometidos a múltiples pruebas.
  El Dios que nos anunció nuestra Madre María, se compadeció de los pecados que nos destruían y destinaban a la muerte; resucitó y sigue todos los días vivo entre nosotros. Es Dios de vida. En este punto, el obispo resaltó que los veracruzanos, como otras familias de México y del mundo, “han sido testigos del desprecio por la vida y del cuerpo humano, que en ocasiones hasta se arroja en carreteras o ríos, cuerpos que ante el Creador son sagrados”.
  Por ello llamó, a los que hacen mal, a buscar el perdón del Señor: “Vean el inmenso dolor de las personas heridas…”. Resaltó que son muchas las situaciones que requieren el consuelo, el perdón y la paz, por eso desean, con María, asociarse a su Hijo Jesucristo y vivir el sacerdocio real recibido en el Bautismo.
  Pidió a los peregrinos dejar sus preocupaciones bajo la mirada y el regazo de Santa María, y permitir que el Espíritu de Jesús Resucitado les conforte y anime.

sábado, 5 de agosto de 2017

- Guadalupe, un mensaje para toda America

El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos) afirmó que las apariciones de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego en 1531 fueron el verdadero “evento fundador de la historia” de América. En su mensaje, indicó que “Guadalupe es la ‘llave’ para entender los tiempos en los que estamos viviendo”.
  Señaló que esta aparición mariana invita a preguntarse “cómo estamos viviendo nuestra fe católica y cómo estamos llevando la misión de la Iglesia en una sociedad ‘post cristiana’. Una sociedad que cada día se vuelve más y más hostil a nuestros valores y creencias”.
  En el caso específico de Estados Unidos, lamentó que “nunca ha vivido según los valores cristianos. Podríamos hablar del ‘pecado original’ de la esclavitud, del trágico maltrato a las poblaciones indígenas, las injusticias como el racismo y los millones de abortos que se practican cada año”. Frente a esta situación, el Prelado indicó que “necesitamos hacer la diferencia. No sólo por nosotros y nuestras familias, sino también por nuestra sociedad y cultura. Eso me lleva a hablar de Guadalupe”.
  Mons. Gómez indicó que las apariciones de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego en 1531 no fueron “un hecho aislado”, sino que se desprende de la “providencia de Dios”.“La Virgen no se apareció sólo para el pueblo mexicano. Sus intenciones eran continentales y universales”. Recordó que San Juan Diego narró que la Virgen le dijo “yo soy verdaderamente tu Madre compasiva; su Madre y la Madre de todos los moradores de esta tierra y de todas las demás naciones y pueblos ".   En ese sentido destacó que “en Guadalupe, la Madre de Dios vino para ser la Madre de las Américas. Guadalupe es el verdadero ‘evento fundacional’ en la historia de América. Y eso significa que es el verdadero evento fundacional en la historia de nuestro país y en la historia de los otros países del norte y el sur de América. Todos somos hijos de Guadalupe”.
  Destacó que estas apariciones de la Virgen “nos dan la historia alternativa de América. En el plan de Dios, este es un solo continente. Está destinado a comenzar una nueva civilización. Un nuevo mundo de fe”. “Unos pocos años después de esta aparición, millones de personas se bautizaron en México y a lo largo de América. Una gran ola de santidad recorrió los continentes e hizo surgir santos y héroes de la fe en cada país”.
  Mons. Gómez contó el testimonio de San Junípero Serra que llegó a América en un barco llamado “Nuestra Señora de Guadalupe” y que consagró su misión a esta advocación mariana. “necesitamos seguir el camino que la Virgen nos muestra, un camino de construcción de una nueva civilización de paz y verdad en América”.
  Al respecto, Mons. Gómez indicó que “en el corazón de los eventos de Guadalupe hay una historia de una vocación personal y una misión”, “la Iglesia en este país, y cada uno de nosotros, tiene la responsabilidad de continuar con la tarea que la Virgen le dio a San Juan Diego: ‘construir un santuario’ con nuestras vidas. Construir una sociedad que glorifique a Dios y que sea digna de la dignidad de la persona humana”, afirmó.
  “Cada uno de nosotros es parte de esa historia, de esa gran misión para América que comenzó con la visita de la Virgen de Guadalupe”. El obispo indicó que esta historia también evoca los temas de la educación, la vida, la cultura y la familia y dijo que estos sirven para crear una estrategia para dar un testimonio cristiano en la sociedad que cada vez más se va descristianizando.
  “A través de nuestro trabajo y nuestro estilo de vida Dios nos está llamando a ser testimonio de su salvación y de la diferencia que Jesucristo hace en nuestras vidas”. “Tenemos que compartir el hermoso tesoro de nuestra relación con el Dios vivo que se hizo hombre por nosotros, que dio su vida para salvarnos y nos dio una nueva humanidad”.
* La Basílica de Santa María de Guadalupe recibió la 1ª Peregrinación de la Arquidiócesis de Los Angeles, (USA) convocada por su pastor, el Arzobispo Mons. José Horacio Gómez, para establecer esta tradición anual como diócesis, y expresar su devoción a Santa María de Guadalupe.
Mons. Gómez, quien también es Vicepresidente de la Comisión Episcopal de los Estados Unidos de América, expresó la alegría de los peregrinos por estar en la Basílica de Nuestra Madre Santísima de Guadalupe, para agradecer su intercesión y su presencia; presentar sus peticiones, en especial por los inmigrantes indocumentados, para que les siga protegiendo y les conceda una reforma migratoria en los Estados Unidos.
  En su homilía destacó que la Aparición de Nuestra Madre de Guadalupe a San Juan Diego forma parte del plan de Dios para la salvación; nos recuerda como Ella le pidió que fuera su mensajero, del amor y la presencia de Dios Nuestro Señor Jesús, “en nuestras vidas y en nuestras naciones”.
  Agregó que somos hijos e hijas queridísimos de Nuestro Señor, “y si lo pensáramos más frecuentemente, y nos diéramos cuenta todos los días, cuando nos levantamos, que Dios nos quiere tanto que ha pensado en nosotros desde la eternidad”, tendríamos un gran deseo de ser muy buenos hijos e hijas de Dios y de compartir la belleza de esa especial vocación que todos los seres humanos tenemos y podemos compartir. Exhortó a recordar siempre las palabras consoladoras de María Santísima de Guadalupe: ¿No soy yo tu Madre?, ¿no estás bajo mi sombra y mirada?, ¿no soy la fuente de tu alegría?, ¿no estás en el cruce de mis brazos? María de Guadalupe es nuestra Madre Santísima y siempre está con nosotros, aseguró.